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Urkullu confunde monográfico con monólogo

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Una crisis económica puede entenderse, desde cierta concepción del papel de la oposición política, como una oportunidad para desgastar al gobierno de turno. Sin embargo, en EH Bildu entendemos que en estas situaciones la prioridad es responder unidas para proteger a la ciudadanía. Desde el inicio de la invasión de Ucrania hemos venido solicitando un amplio diálogo social y político para hacer frente a la aguda crisis que esta guerra está provocando. Un diálogo que diera pie a un plan integral de medidas que, bajo el paradigma de ‘Economía de la Protección’, generara seguridad a la ciudadanía mediante la activación de todos los recursos existentes para minimizar el impacto social de la crisis en curso.

Pero pronto constatamos que el Gobierno vasco estaba una vez más en otra onda. Las semanas pasaban sin diálogo y sin medidas, mientras bajo el marco de ‘Economía de Guerra’ anunciaban tiempos de apretarse el cinturón. Urkullu elegía además un papel subsidiario frente a otras instituciones que desvalorizaba el valor del autogobierno como garante del bienestar de la ciudadanía vasca.

La convocatoria, a instancias de nuestro grupo, de un pleno monográfico en el Parlamento de Gasteiz parecía ofrecer un punto de inflexión que permitiera corregir esa actitud tanto en la forma, asumiendo el diálogo y una gobernanza compartida, como en el fondo, articulando finalmente el amplio plan integral que la situación exigía.

Desgraciadamente, no fue así. En lugar de corregir errores, el Gobierno profundizó en ellos. Urkullu llegó al pleno sin haber desarrollado un diálogo real y con nula voluntad de negociación. Urkullu vino a hacer un monólogo. Traer una propuesta cerrada para presentar más tarde las pequeñas coincidencias parciales como adhesiones a la política del Gobierno es una falta de respeto. El Parlamento no es una sala de prensa. Por eso, desde EH Bildu censuramos tanto el intento del PNV de convertir el Parlamento en un decorado, como la insuficiencia de las medidas presentadas. Porque si es grave presentar un paquete de medidas cerrado y decidido unilateralmente, peor aún es dar la espalda a las necesidades de las personas en estos momentos tan difíciles.

No es aceptable que el Gobierno descalifique la necesidad de adoptar un plan integral, como sí ha hecho el Gobierno de Madrid, diciendo que eso supondría “cambiar de arriba abajo todo lo que se ha hecho hasta ahora”. No es de recibo que en medio de la mayor crisis inflacionaria en décadas el Gobierno vasco se lave las manos ante la trascendental cuestión de las subidas salariales, y menos aún que responda a la petición de actualización de las prestaciones sociales limitándose a la nadería de solicitar que las oficinas de Lanbide sigan atendiendo las solicitudes. Ni que mire hacia otro lado ante la subida de los precios de la energía sin apoyar a la ciudadanía para hacerla frente. Ni que rechace propuestas ambiciosas pero realistas, algunas idénticas a las que se han aprobado en países como Francia o Alemania, calificándolas de “demagogia” o “modelo mágico”.

Y como todo es susceptible de empeorar, a la falta de diálogo político y la insuficiencia de las medidas de respuesta, el PNV añadió la pataleta de tratar de castigar a EH Bildu por sus críticas, rompiendo los limitadísimos acuerdos que se habían logrado. Ni grandes acuerdos, ni medidas efectivas, ni respeto a la crítica. Pobre balance para el Gobierno el de este monográfico, y peor aún, pobres resultados para la gente de este país. A pesar de la oportunidad perdida, vamos a seguir peleando por lograr el clima político y los resultados que la situación requiere: altura de miras y respuestas eficaces. Porque la gente nos demanda protección, respuesta colectiva y soluciones ante la inflación y la inestabilidad económica. Y eso es lo que seguiremos empeñados en lograr: acuerdos reales que den lugar a respuestas acordes a la dimensión del reto colectivo que afrontamos.

Una crisis económica puede entenderse, desde cierta concepción del papel de la oposición política, como una oportunidad para desgastar al gobierno de turno. Sin embargo, en EH Bildu entendemos que en estas situaciones la prioridad es responder unidas para proteger a la ciudadanía. Desde el inicio de la invasión de Ucrania hemos venido solicitando un amplio diálogo social y político para hacer frente a la aguda crisis que esta guerra está provocando. Un diálogo que diera pie a un plan integral de medidas que, bajo el paradigma de ‘Economía de la Protección’, generara seguridad a la ciudadanía mediante la activación de todos los recursos existentes para minimizar el impacto social de la crisis en curso.

Pero pronto constatamos que el Gobierno vasco estaba una vez más en otra onda. Las semanas pasaban sin diálogo y sin medidas, mientras bajo el marco de ‘Economía de Guerra’ anunciaban tiempos de apretarse el cinturón. Urkullu elegía además un papel subsidiario frente a otras instituciones que desvalorizaba el valor del autogobierno como garante del bienestar de la ciudadanía vasca.