'Voces para ver. Testimonios de violencia contra la mujeres, una injusticia normalizada' es un libro que recoge las historias comunes de dolor de las mujeres víctimas de malos tratos. El libro ha sido editado por el Departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de la Diputación de Bizkaia.
Al escondite
De nuevo nos tocaba escondernos. Había pocos sitios y nos los conocíamos todos, pero teníamos que conseguir como fuera que no nos descubrieran a la primera. La verdad es que no sé cómo me pude ocultar detrás aquel matojo de hierba, pero aguanté un buen rato sin ser vista. Desde allí, podía ver a todos los demás primos escondidos. Todos con nervios en la cara como si, en lugar de un primo, nos fuera a encontrar Jack el destripador.
Antes de empezar a contar quien se ‘la quedaba’, Marta se acercó a mí y me dijo que no quería esconderse más con nuestro tío Alberto. ¡Es verdad, siempre la elegía a ella!
Aunque Marta y yo éramos de la misma edad, ella siempre había estado mucho más desarrollada que yo. De más pequeña, siempre fue más alta, pero, como le vino la regla antes, dejó de crecer y emprendió el duro proceso de transformación del cuerpo. La pobre tuvo que sufrir comentarios soeces de muchos jovencitos y no tan jovencitos que pasaban a su lado.
Aquel domingo, me dijo que cuando se escondían, el tío Alberto la abrazaba como para esconderla y siempre le tocaba una teta. Me pedía ayuda. No recuerdo si Marta volvió algún otro domingo a comer al campo con nosotros. Seguro que sí lo hizo. Pero de lo que estoy segura es de que jamás volvió a esconderse con el tío Alberto.
Ahora, lo pienso y me pregunto si alguna otra prima terminaría escondida en los brazos del tío Alberto. Y me pregunto si tendría a alguien para contarle lo mal que se sentía cuando su tío le tocaba una teta. ¡Pobre Marta! Me la imagino paralizada por esa violencia, prácticamente, en su niñez, esperando a que por fin la descubrieran para zafarse de aquellas abusadoras manos.
De nuevo nos tocaba escondernos. Había pocos sitios y nos los conocíamos todos, pero teníamos que conseguir como fuera que no nos descubrieran a la primera. La verdad es que no sé cómo me pude ocultar detrás aquel matojo de hierba, pero aguanté un buen rato sin ser vista. Desde allí, podía ver a todos los demás primos escondidos. Todos con nervios en la cara como si, en lugar de un primo, nos fuera a encontrar Jack el destripador.
Antes de empezar a contar quien se ‘la quedaba’, Marta se acercó a mí y me dijo que no quería esconderse más con nuestro tío Alberto. ¡Es verdad, siempre la elegía a ella!