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Un busto de Justin Bieber en el Guggenheim de Bilbao o cómo reflexionar sobre el consumo y la cultura de masas con la obra de Paul Pfeiffer

Un busto de madera del cantante e ídolo de masas Justin Bieber o una escultura de su torso desnudo y tatuado encarnando al propio Jesucristo, fragmentos de vídeo de los famosos combates de boxeo de Muhammed Ali o una recreación inmersiva del Mundial de fútbol de 1966 entre Inglaterra y Alemania Occidental, son parte de la historia de la cultura contemporánea y también algunas de las obras que el artista hawaiano Paul Pfeiffer expone en el Museo Guggenheim de Bilbao desde este sábado en la mayor exposición del artista multidisciplinar en Europa.

Nacido en 1966 en Honolulú (Hawai) y residente en Nueva York, Pfeiffer muestra en su exposición Prólogo a la historia del nacimiento de la libertad una treintena de obras que abarcan distintas disciplinas como el vídeo, fotografía, escultura e instalaciones. Las figuras más familiares de su obra son los iconos globales como las estrellas de música pop como Justin Bieber o Michael Jackson, actores o atletas y lo hace para mostrar la veneración y cosificación de la cultura de masas sobre ellos. “Este empleo de la cultura de los famosos habla también de la difusión global y el consumo de imágenes”, explican desde el museo.

“Su trabajo dilucida cómo los mecanismos relacionados con la audiencia, desde los espacios arquitectónicos hasta la retransmisión o posproducción de las imágenes, dan forma a nuestro sentido de identidad, de comunidad, y en ocasiones, de nacionalidad. Recreando o reescenificando experiencias comunes en las que se exacerban las emociones y donde lo individual queda relegado, el artista demuestra cómo estos eventos inducen sentimientos de pertenencia y de identidad, al tiempo que subrayan las cuestiones siempre presentes de diferencia y alteridad”, detallan tras presentar la muestra que está comisionada por Clara Kim, curator jefa y directora de curatorial, y Paula Kroll, asistente curatorial, del Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles y, en colaboración con Marta Blàvia, curator del Museo Guggenheim Bilbao.

Uno de los objetivos del artista es utilizar la forma arquitectónica del estadio o el escenario para mostrar no solo cómo se erigen los grandes espectáculos, sino también cómo se define y se cuestiona el cuerpo político (de una nación, de una comunidad, de la sociedad) en relación con dichos entornos. “La diestra manipulación de Pfeiffer de metraje procedente de eventos deportivos, conciertos y películas de Hollywood mediante viejos programas de ordenador de edición digital presagia la prevalencia de los GIFs y anticipó la circulación masiva de breves clips de vídeo de la actualidad”, recoge el museo.

Entre las obras más llamativas del artista hawaiano es la serie Encarnador (Incarnator, 2018–hoy), en la que el artista trabajó en colaboración con una serie de “encarnadores”, escultores de Sevilla, Betis Pampanga en Filipinas y Tlaxcala en México conocidos por su producción de tallas de madera de tamaño casi natural de santos y figuras religiosas para iglesias católicas y el culto privado. Con esa técnica ha realizado un busto de Justin Bieber por un lado, su torso tautuado por el otro, la entrepierna con un calzoncillo de la marca Calvin Klein que patrocinaba Bieber, y un brazo también tatuado. Según el artista, se trata de una encarnación contemporánea de Jesucristo. “La producción de estas esculturas remite a las rutas comerciales coloniales que se remontan al siglo XVI, iluminando el trabajo y la artesanía que subyace a las tradiciones religiosas de siglos y sus vínculos con la historia de las redes globales que persisten a día de hoy”, subraya la pinacoteca.

Durante la presentación de la exposición, este viernes en el Guggenheim de Bilbao, Pffeiffer ha defendido, pese a que su infancia transcurrió entre las Filipinas y los Estados Unidos, la visión “transnacional de su obra” que permite analizar desde una “interpretación global” fotografías y vídeos relacionados con el deporte norteamericano. Según ha detallado, está muy comprometido con el contexto filipino y su singular fusión de tradiciones raciales, religiosas y culturales, marcada por el legado del colonialismo como antigua colonia española y posteriormente como territorio estadounidense, y también por la migración global por motivos laborales en tiempos más recientes. 

Con respecto a Bilbao ha reconocido haber asistido a varias corridas de toros en la plaza de Vista Alegre, además de a los dos últimos partidos del Athletic. Todo como parte de un proyecto de investigación para “trasladar la realidad de Bilbao a Estados Unidos”. Su objetivo con el trabajo es analizar la manera en que las imágenes dan forma a los espectadores que las consumen. Aunque, tal y como él mismo lo explica “siempre surge la misma pregunta”: “¿Quién utiliza a quién? ¿Es la imagen la que nos hace a nosotros o somos nosotros quienes hacemos las imágenes?”, se pregunta el artista cuya muestra, patrocinada por BBK, estará disponible en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el 16 de marzo de 2025.

elDiario.es/Euskadi

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