EH Bildu denuncia “oscurantismo” y pide explicaciones a la Hacienda de Álava por la adquisición de obras de arte

La principal fuerza de la oposición en las Juntas Generales de Álava, EH Bildu, ha registrado una batería de preguntas al área de Hacienda de la Diputación para que explique en detalle la operación por la que ha adquirido en propiedad 200 grabados de Francisco de Goya (sus cuatro principales series completas) y otros 80 cuadros valorados en 4,3 millones de euros como pago en especie de una cantidad adeudada en concepto de Impuesto de Patrimonio por parte de un contribuyente no conocido. La coalición ha denunciado el “oscurantismo” de una operación con unas obras de arte que eran de la Fundación Celaya, la entidad que preserva el legado del empresario y coleccionista Juan Celaya (pilas Cegasa, Solac o Tuboblast, entre otras), pero que necesariamente tuvieron que ser enajenadas a un tercero con una gran fortuna, a tener lo de escasos datos tributarios conocidos.

EH Bildu tiene “dudas” de que en Álava “el cobro de impuestos se haga igual para toda la ciudadanía”. La formación ha explicado que lleva varios meses haciendo seguimiento a los movimientos en el patrimonio público y, en concreto, a la incorporación al haber foral de estas obras de arte e insisten en que un pago de esta naturaleza “debe ser excepcional” y solamente después de “comprobar que todas las vías para saldar la deuda en efectivo están agotadas. ”Parece una operación 'ad hoc' para condonar una deuda significativa a un gran capital. Esperamos que no sea nada de eso“, argumentan.

La formación pide a la Diputación que explique más en detalle de por qué buena parte de la colección fue valorada en 2,3 millones de euros cuando fue cedida por la Fundación Celaya en 2018 para ser exhibida en el Bellas Artes de Vitoria y de por qué, finalmente, “otra tasación” elevó la cuantía a los 4,3 millones definitivos. “Es decir, el mismo valor de la deuda que se ha saldado”, apunta. EH Bildu entiende también que el Patrimonio solamente afecta a “personas físicas”, de modo que la colección de la Fundación Celaya tuvo que pasar “a una persona deudora particular” mientras el Bellas Artes mantenía un acuerdo de cesión de exhibición de esas obras.