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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La Ertzaintza cumple 40 años como el gran símbolo del autogobierno vasco

La Ertzaintza, la Policía “integral” de Euskadi, cumple este mes de febrero cuarenta años y el Gobierno de Iñigo Urkullu se dispone a conmemorarlo con la mayor de las solemnidades. Tan es así que ha creado un nuevo logotipo específico para la efemeride. “Es el pilar fundamental del autogobierno. Es toda una institución. Era retomar aquella Ertzaña de 1936. Para un pueblo que aspira como Euskadi a la independencia y que acababa de aprobar el Estatuto de autonomía tener un cuerpo propio era un gran 'input'”, señala Estefanía Beltrán de Heredia, consejera de Seguridad de 2012 a 2020 y ahora portavoz del PNV en el Senado sobre la significación que tiene para la sociedad vasca en general y, en particular, para el nacionalismo.

Este cuerpo tuvo un breve precedente en la Guerra Civil. Al calor del Estatuto de la II República el Ejecutivo del lehendakari José Antonio Aguirre, se diseñó una fuerza de unos 500 efectivos para custodiar la zona internacional y portuaria de Getxo llamada Ertzaña. En paralelo, se constituyó una unidad motorizada (Ertzaña Igeletua) de unos 400 hombres. George Steer, en 'The Times', escribió que los primeros eran “jóvenes de cierta cultura”, altos y robustos, “de magnífico aspecto”. Los segundos “tenían aún mejor presencia física”. Se conserva una de aquellas motocicletas en el museo de la Policía vasca, ubicado en la academia de Arkaute. Su demarcación territorial estaba muy limitada a Bizkaia y partes de Gipuzkoa, ya que el resto del territorio o se había posicionado a favor del golpe de Estado de Francisco Franco o había sido conquistado a la fuerza. En 2016, en un acto conmemorativo, solamente quedaba vivo un agente de la vieja Ertzaña.

Con la aprobación de la Constitución (1978) y del Estatuto (1979), una de las competencias asignadas a la nueva autonomía vasca fue de la de disponer de una fuerza policial propia que asumiera, en buena medida, las competencias de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Es algo que, a ese nivel, sólo ha dispuesto Catalunya con los Mossos d'Esquadra. Jurídicamente, en cambio, la fórmula fue la de restauración de los cuerpos forales preexistentes. Uno de ellos, de hecho, no desapareció en la dictadura por ser Álava una provincia leal al franquismo, el cuerpo de Miñones, al igual que la Policía Foral de Navarra. En la actualidad, existen simbólicamente los Forales de Bizkaia y los Mikeletes guipuzcoanos y los Miñones, aunque todos sus miembros son ertzainas ya, sí tienen competencias propias en su territorio en materias como tráfico o medio ambiente.

Para un pueblo que aspira como Euskadi a la independencia y que acababa de aprobar el Estatuto de autonomía tener un cuerpo propio era un gran 'input'

El veterano político del PNV Iñaki Anasagasti recuerda que aquel invierno de 1982 era un momento de gran convulsión en España tras el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, con Leopoldo Calvo-Sotelo de presidente y en puertas de que el PSOE de Felipe González ganara las elecciones. Este periódico no ha podido contactar con el entonces lehendakari, Carlos Garaikoetxea, para conocer los detalles de aquella etapa histórica en la que, como ministro de Interior, el interlocutor en Madrid era el ya fallecido Juan José Rosón, de la UCD. ETA asesinaba entonces a decenas de personas cada año, aunque precisamente en febrero de 1982 la rama político militar se disolvió y en marzo se creó como tal el partido Euzkadiko Ezkerra (EE).

Informes de la CIA de Estados Unidos de aquella época publicados por este periódico recientemente reflejan que la aparición de una Policía propia se erigía en una alternativa a la violencia de ETA y a una imagen deteriorada de la Guardia Civil y de la Policía Armada (los grises) tras años de represión en la dictadura. “El Gobierno de Madrid parece estar jugueteando con la idea de permitir una fuerza de Policía vasca nativa para que asuma la responsabilidad del control del orden público. Esto retiraría de la escena vasca una cuestión irritante, pero hay serios obstáculos. Ni Madrid ni los militares españoles aceptarían una sustitución de las Policías nacionales por una fuerza vasca [...]. Los vascos tiene una gran antipatía hacia los uniformes y estarían poco dispuestos a unirse incluso a una fuerza policial regional. El Gobierno de Madrid está preocupado de que las únicas personas que se sumen sean terroristas u otros extremistas infiltrados. Se necesitaría al menos un año para que esta fuerza vasca pudiera convertirse en efectiva”, se lee en uno de los papeles secretos del espionaje estadounidenses ahora ya desclasificados, a diferencia de lo que ocurre con la documentación española. Al Estado, en todo caso, le costó dotar de medios a la fuerza autonómica y se discutió incluso si tenía que tener armas similares a las de otras policías. Hace un lustro solamente que se alcanzó un acuerdo para que la Ertzaintza a las bases de datos internacionales como Europol.

En la década de 1980, esa entonces conocida como “Ertzaina” -en cuyo escudo estaba incluido también el de Navarra, como se aprecia en los primeros Talbot Horizon con los que se empezó a patrullar- se compuso inicialmente de 600 agentes, que accedieron a la academia de Arkaute, a las afueras de Vitoria, el 1 de febrero de 1982. “Pero nos mandaron a casa porque no había agua corriente ni infraestructura. De hecho, cuando ya volvimos, estuvimos un mes bebiendo agua de botellines”, explica Jesús Uribe, uno de aquellos primeros policías y que lleva ya un lustro jubilado. Solamente 16 de todos ellos siguen en activo. El primero de aquella hornada fue el agente Gervasio Gabirondo, director entre 2012 y 2020 y ya retirado también. Los actos institucionales por el cuadragésimo aniversario se harán no ahora sino la semana que viene. Los propios agentes, en cambio, se han movilizado para hacer un pequeño acto en Gernika el mismo 1 de febrero, aunque no han contado con autorización para celebrarlo junto al viejo roble que simboliza la autonomía vasca. “Las pruebas físicas las hicimos en verano del 1981, cogiendo vacaciones. Yo trabajaba con un camión y eché la hoja porque me lo comentó alguien en Alegría. Así fue. Trabajé normal el 30 de enero de 1982 y el 1 de febrero entré a la academia”, narra Uribe sobre su ingreso en la Ertzaintza en esa fecha.

Eso sí, antes, en el verano de 1980, en otra localidad de Álava llamada Berroci, se iniciaron los entrenamientos de un cuerpo de elite para unas primeras labores de escolta y seguridad. Habían pasado apenas unos meses desde la aprobación efectiva del Estatuto (octubre de 1979) o desde la puesta en marcha del nuevo Parlamento autonómico (marzo de 1980). Aquella unidad recibió formación británica. También se contó con apoyo de Israel en esta primera fase de la Ertzaintza. Uno de sus entrenamientos fue un 'asalto' al geriátrico del barrio de Lakua de Vitoria que pasó a convertirse en sede de la Administración vasca.

Una de las primeras misiones del nuevo cuerpo vasco fue colaborar en la seguridad de la visita del papa Juan Pablo II. Desde octubre de 1982, unos 300 efectivos lucieron un uniforme rojo con txapela. “No es lo más cómodo del mundo para trabajar, pero tampoco la gorra”, bromea Uribe sobre esa prenda, que ya no forma parte más que de los uniformes de gala. La primera prueba de fuego fueron las grandes inundaciones de 1983, particularmente en la zona del Nervión-Ibaizabal. La asunción de competencias fue paulatina, empezando por la seguridad de edificios autonómicos (nueve: Ajuria Enea, Lakua, el Parlamento Vasco, la delegación del Gobierno de España, las tres diputaciones, la academia de Arkaute y la Hacienda de Bizkaia) y carreteras. La primera agrupación de Tráfico la compusieron los otros 300 jóvenes de la primera promoción.

“Hubo roces con la Guardia Civil -recuerda Uribe-. Empezamos un 14 de febrero [de 1983, tras un año de formación] y hasta el 1 de marzo estuvimos tutelados por ellos. Estuvimos conviviendo. Ellos estaban patrullando y cubrían las incidencias que les llegaban y nosotros cubríamos las que nos llegaban. Había carreritas para llegar a los lugares antes. ¿Cómo nos acogieron? Nosotros llegábamos con materiales modernos y ellos trabajaban con equipos más vetustos. Salimos con un R-18 y ellos seguían con el Land Rover. Nuestras furgonetas estaban habilitadas para hacer el trabajo de atestados. La sociedad nos veía totalmente diferentes a ellos. El concepto de Policía todo el mundo lo tiene claro. Pero en aquellos momentos, con la Policía armada y la Guardia Civil había lo que había. El nuestro era un nuevo concepto, aunque la verdad es que lo adornaron mucho los medios de comunicación con cosas como que íbamos a ser tipo 'bobbies' [policías londinenses]. Cuando salimos los de Tráfico... éramos otro concepto -insiste-. En el coche llevábamos una caja de herramientas y hacíamos más de mecánicos que de policías. Se nos veía en medio de la carretera remangados con la llave inglesa”.

Éramos otro concepto [que la Guardia Civil]. En el R-18 llevábamos una caja de herramientas y hacíamos más de mecánicos que de policías. Se nos veía en medio de la carretera remangados con la llave inglesa

El despliegue no se completó hasta que en 1995 los Renault 19 de la Ertzaintza relevaron una noche a las patrullas de la Policía Nacional. Desde entonces, la autonómica es la Policía “integral” en Euskadi. Por debajo, existen los cuerpos municipales y las funciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado son limitadas. Controlan fronteras, costas, puertos y aeropuertos, atienden el denominado “resguardo fiscal” (aduanas), hacen el seguimiento de armas y explosivos y expiden el DNI y los pasaportes. Su principal cometido son las investigaciones consideradas suprautonómicas, como el crimen organizado, la lucha contra el terrorismo y otras grandes tramas criminales. Existe un órgano llamado Junta de Seguridad en el que se coordinan los Gobiernos central y vasco en esta materia.

En noviembre, la Ertzaintza contaba con 7.041 agentes en su plantilla. Son casi 1.000 menos que la plantilla pactada entre el Estado y la comunidad autónoma en la Junta de Seguridad, 8.000 policías autonómicos. En realidad, esta cifra apenas ha estado disponible unas pocas semanas hace ya casi una década. Las dificultades con algunas OPE en Arkaute y la cascada de jubilaciones de aquellos primeros ertzainas han motivado esta situación. El Departamento de Seguridad tiene en 2022 un presupuesto de 725 millones de euros. Además de la sede de Arkaute, el cuerpo dispone ahora de una base central en Erandio y de otra grandes instalaciones en Iurreta y Oiartzun. En el abandonado pueblo de Berroci se mantiene una zona de entrenamiento de las unidades de elite. La red de comisarías tiene unas 25 demarcaciones de ámbito local o comarcal.

Muchos de los primeros ertzainas, como antes los hombres de Berroci o los agentes de 1936, tenían vinculación con el PNV. “En aquella época, fichar candidatos para el cuerpo era difícil. La Policía no tenía ningún prestigio. Hubo que hacer una fuerte campaña de promoción”, explica Anasagasti, que recuerda también los infiltrados de ETA. Uno de los más conocidos fue Iñaki de Juana Chaos. De los 'batzokis' salieron candidatos y ello marcó para siempre la relación entre el cuerpo y el partido. Las costuras reventaron cuando se conoció que, en medio del cisma del PNV, se utilizó al Departamento de Interior para espiar el entonces lehendakari, Carlos Garaikoetxea, que luego rompería con el partido y fundaría otro, EA, que ahora está integrado en EH Bildu. La sombra de aquellos hechos se repitió en 2010 cuando se abrió una investigación a un dirigente nacionalista alavés, Aitor Tellería, por tener en su poder información de factura policial aparentemente facilitada por dos agentes de los servicios de Información afiliados al partido. Este caso llegó a juicio pero se archivó por falta de pruebas, aunque en 2019 Tellería ha sido condenado por corrupción en otro sumario.

Esos servicios de información, llamados entonces UIA, han tenido varias siglas en estas décadas (AVCS, DAI y ahora OCI, de Oficina Central de Inteligencia) y han estado muy cuestionados por su supuesta tibieza contra ETA. “En los primeros años la desconfianza hacia nosotros del Estado español era la que era. Poco menos que éramos los correveídiles de ETA”, apunta Uribe a este respecto. La organización terrorista ha asesinado a 15 agentes. En la relación se incluye también un mando de los Miñones, Jesús Velasco. La banda atentó en 1985 contra el teniente coronel del Ejército español que fue el primer superintendente del cuerpo autonómico, Carlos Díaz Arcocha. Un informe del Gobierno vasco de 2016 mostraba que, cuando se recrudeció la 'kale borroka', se produjo un ataque contra la Ertzaintza de media cada semana. El consejero Juan María Atutxa fue uno de los objetivos prioritarios de los terroristas.

“Desde el minuto cero ya vemos lo que se nos avecina. El conflicto con ETA lo íbamos a tener sí o sí. Y que nos iban a atacar, también. En los años de plomo la Ertzaintza estaba en primera línea. Nos han matado a 15 pero podrían haber muerto muchos años. Recuerdo cosas graves y que se han quedado ahí, como la furgoneta de Errenteria, que es un símbolo de la kale borroka”, indica Uribe sobre los artefactos incendiarios que quemaron un vehículo policial y causaron graves quemaduras a sus ocupantes. El exagente recuerda cómo 'Deia' publicó un listado con los nombres y apellidos de todos los nuevos policías vascos de Bizkaia (350 en total) y que, por ello, perdió amistades. 

Cuando Beltrán de Heredia accede a la cartera de Seguridad (antes llamada Interior), ETA acaba de comunicar el final del terrorismo. “Eso supuso afrontar un reto de modificación de todo el ensamblaje de la seguridad de la Policía vasca. Pero supuso la oportunidad de iniciar un proceso transformador, de volver a recoger y a trabajar con el objetivo prioritario que había nacido la Ertzaintza. Era caminar hacia ese modelo de Policía de cercanía y de proximidad, imbricada a la comunidad a la que pertenece. Volver a los principios fundacionales. La amenaza constante de ETA conllevó que, de alguna manera, hubiera un cierto acantonamiento para adaptarse a la amenaza permanente”, señala. “Con esto no quiero decir que hubieran desaparecido esos principios fundacionales. Pero ETA había obligado a a desarrollar actividades y posiciones y procedimientos que se alejaban mucho de ellos”, precisa. Todo ese catálogo de rutinas de autoprotección se recopilaron en la denominada 'Instrucción 53'. Ella la derogó en 2015.

En esa fase de transición entre la vieja y nueva Ertzaintza el joven Íñigo Cabacas falleció tras las heridas que le originó en la cabeza el fortísimo impacto de una pelota de goma tras un partido del Athletic en el antiguo San Mamés. Era la Semana Santa de 2012. La investigación puso de relieve falta de control en el armamento -nunca se ha localizado al autor real del disparo en un callejón que apenas tenía escapatoria- y una negligente planificación del operativo. El consejero entonces era el socialista Rodolfo Ares y el comisario de Bilbao el agente Jorge Aldekoa, luego promocionado (por dos veces) a jefe de la Ertzaintza por Beltrán de Heredia. Aquel fallecimiento supuso un cambio radical en la Ertzaintza. Para empezar, nunca más se ha vuelto a disparar una pelota de goma. Tampoco ya más agentes que los de la Brigada Móvil hacen funciones antidisturbios. Los operativos se graban y los uniformes muestran un número de identificación para facilitar las denuncias en caso de excesos.

El gran cambio pendiente en la Policía vasca es lograr una mayor presencia femenina, aunque simbólicamente desde diciembre tiene una primera directora, la comisaria Victoria Landa, y ya se han empezado a ver patrullas de dos mujeres en algunas ciudades como Vitoria. En todo caso, en noviembre los varones eran el 85,15%. El problema es de origen, ya que 'de facto' se vetó a las mujeres en la primera promoción de Arkaute al exigir como requisito el servicio militar. Maite Salaberria, la mujer de mayor rango hasta su jubilación y hasta el nombramiento de Landa, explica que incluso en las siguientes promociones hasta la suya, la quinta, había un tope no declarado del entorno del 10%. “Está masculinizada, efectivamente. Aunque sea sólo por el porcentaje, lo está”, señala.

“Cuando yo empecé éramos el 10%. Ahora la media es ya del entorno del 16% y las que acceden ahora son más. Pero seguimos siendo pocas”, añade. En su día -con Javier Balza- se probaron unas cuotas del 50%, pero se consideraron ilegales. “Hay de todo, como en la sociedad. Hay personas que admiten perfectamente ser mandadas por una mujer pero parece que siempre hay un plus de tener que estar demostrando tus conocimientos y compromiso. Se nos mira con una lupa un poco mayor”, explica Salaberria.

“Era muy joven. Entré con 23 años, en 1985. Lo hice con muchísima ilusión. Me sentía como pez en el agua. Estudié psicología y llegué casi por circunstancias sociales, porque no había trabajo. Amo profundamente esta profesión, sobre todo el ámbito de la Investigación. Estoy ya fuera pero todavía siento como si estuviera dentro”, detalla Salaberria. Accedió al rango de intendente en 2012 y ha llegado a ser jefa de división, en concreto en el área de Investigación. “Formé parte de la dirección de la Ertzaintza. Mis colegas eran compañeros con una carrera mucho más extensa que la mía pero poco a poco te das a cuenta de que puedes llegar al puesto como ellos, con la misma valía y competencias”, apunta para añadir que renunció “por cuestiones personales” a seguir ascendiendo, extremo que corrobora la exconsejera Beltrán de Heredia, que pone en valor su figura. 

Hay personas que admiten perfectamente ser mandadas por una mujer pero parece que siempre hay un plus de tener que estar demostrando tus conocimientos y compromiso. Se nos mira con una lupa un poco mayor

“Es una organización muy masculinizada -abunda Beltrán de Heredia-. Ocurre como en todos los ámbitos de la seguridad. También en las emergencias o los de extinción de incendios. Dentro del acervo cultural y la educación parece que han estado asignadas a los hombres. Se identifican con la fuerza física que puedan tener… que no siempre es así. Pero cualquier cuerpo de seguridad, como cualquier otra profesión, tiene que tener una representación de la sociedad y la Ertzaintza ha ido evolucionando para que las personas que la conformen representen los valores del conjunto de la sociedad. Además de la preparación física, se requieren otra serie de habilidades como la empatía o la capacidad de trabajo en equipo”.

Beltrán de Heredia ha sido la mujer que más años ha estado al frente de la cúpula política de la Ertzaintza, aunque técnicamente no fue la primera, precisa ella misma. Su predecesor, el socialista Ares, dimitió dos meses antes de las elecciones y por un breve período de tiempo la consejera de Administración Pública y Justicia, Idoia Mendia, asumió también esas competencias. Mendia es ahora vicelehendakari segunda y titular de Trabajo y Empleo y también ha sido portavoz.

El aniversario va a coincidir con elecciones en la Ertzaintza. Uribe, además de ertzaina, ha sido durante años miembro de Erne y todavía colabora con esa central en la actualidad. “Al principio sólo estábamos dos sindicatos. Erne es el primero que se promueve dentro de la Ertzaintza y Luis María Retolaza [consejero entonces] nos dijo que íbamos a tener uno enfrente. A la semana salió ELA”, recuerda.

elDiario.es/Euskadi

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