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Una estatua en el muelle del que partió el SS Habana inmortaliza la memoria de los niños evacuados en la Guerra Civil

El 21 de mayo de 1937, unos días después de que los aviones nazis y fascistas al servicio de Francisco Franco bombardearan Gernika, 3.861 niños de entre 5 y 14 años, todos ellos perfectamente numerados, zarparon desde el muelle de Santurtzi a bordo del SS Habana y con destino a la supervivencia. “Arriba los de Francia, en el otro piso Inglaterra y en los fondos para Rusia”, rememora una niña de la guerra, ahora ya nonagenaria. México o Bélgica también acogieron a los exiliados. Algunas fuentes aseguran que fueron más de 30.000 a causa de la Guerra Civil y no pocos nunca regresaron, aunque otros sí y conservan el viejo billete de 1956 que les devolvió a una España todavía franquista.

Este viernes, en el punto desde el que zarpó el SS Habana, el barco que más intensamente rescató a estos menores de una zona asediada por los golpistas, el lehendakari, Iñigo Urkullu, la alcaldesa, Aintzane Urkijo, y otras autoridades han inaugurado una escultura de pequeño tamaño que representa a dos niños con su maleta. En el octogésimo quinto aniversario son ya pocos los supervivientes -una docena de los presentes- aunque se ha proyectado un vídeo con muchísimos testimonios y vivencias.

“Unos devolvían, medio tirados. No teníamos conocimiento de nada”, cuenta un hombre sobre el viaje en barco. “Cuando salimos de Santurce, un bombardero alemán iba por encima”, recuerda otra mujer. “Íbamos escoltados por los ingleses”, añade una tercera. “Al llegar, en las estaciones los soldados nos daban chocolate”, se felicita otra. “Estamos viviendo aquí pero nuestro alma es rusa”, apunta una exiliada en la extinta Unión Soviética. Los más mayores, adolescentes, se toparon de bruces con el estallido de la II Guerra Mundial en sus países de acogida. “Si hay guerra, que no se separen nunca de sus hijos”, imploraba una última voz.

“Euskadi no ha olvidado y nunca olvidará vuestro gesto de humanidad y vuestra solidaridad con nuestros niños y niñas. Es parte de nuestra memoria colectiva”, se ha dirigido Urkullu a los países de acogida. Y ha abundado, ya pensando en los afectados: “Vuestros padres estaban en la guerra, en el frente, defendiendo nuestro país y, como muy bien diría el lehendakari José Antonio de Aguirre 'El territorio habrá sido conquistado: el alma del Pueblo Vasco, no. No lo será jamás'. Representáis el alma de nuestro pueblo que trató de evitar que fueseis víctimas de la mayor de las crueldades, la guerra. Hoy imaginamos lo que sentirían aquellas madres en el momento de la despedida, en el último beso y abrazo. Hoy imaginamos los sentimientos al ver alejarse este muelle de Santurtzi y todo lo que más queríais. Tuvisteis que pasar buena parte de vuestra infancia alejados de vuestras familias, amistades y seres queridos. Distéis todo un ejemplo de entereza”. Ahora, Euskadi es tierra de recepción de refugiados, según Urkullu, y ha aseverado que “en sentido inverso” toca arropar a los que huyen de la guerra en Ucrania.

“Nuestro puerto fue testigo hace 85 años de cómo muchas familias tuvieron que separarse para enviar a sus hijos e hijas a destinos como Francia, Reino Unido, Rusia o Bélgica. Algunos de ellos estáis hoy aquí y nos hacéis revivir lo que fue aquello, algo que a algunos aún os queda en el recuerdo y que, precisamente por ello, debemos recordarlo. Porque es nuestra historia la que nos hace ser como somos. Porque lo que no se cuenta, no existe. Y vuestra historia existió”, ha apostillado la alcaldesa local.

El acto de descubrimiento de la escultura lo han realizado, simbólicamente, los 'niños' Iluminada Fernández e Imanol Basáñez, “evacuados al Reino Unido y a Bélgica respectivamente”, según indica el Gobierno. “La escultura es obra del artista gaditano afincado en Bilbao Benito Valladares. Su ubicación en Santurtzi tiene un peso simbólico importante”, incide el Ejecutivo, que ha enviado al evento a una nutrida representación. En algunos países se formaron asociaciones para agrupar a estas personas y preservar su legado. Es el caso de la colonia de Southampton, en el Reino Unido.

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