De ETA al GRAPO: 600 pegatinas para condensar décadas de odio terrorista

Fernando Iñigo Aristu es, según su tarjeta, “maestro cortador de jamón” y ofrece sus servicios para “bodas, comuniones, bautizos y todo tipo de eventos”. Sin embargo, este miércoles el Memorial de víctimas del terrorismo de Vitoria lo ha invitado como coleccionista de 60.000 pegatinas sobre política para inaugurar una exposición con una selección de 600 de ellas relativas a ETA, a la kale borroka, al GRAPO y a otras organizaciones violentas de extrema derecha. La muestra, abierta al pública desde este miércoles y hasta 17 de julio, es uno de los hitos con motivo del primer aniversario del recinto, que ha recibido 30.000 visitas desde entonces.

“Lavoriamo per la vostra sicurezza. La nostra non è violenza, é giustizia!” ('trabajamos por vuestra seguridad; lo nuestro no es violencia, ¡es justicia!'), se puede leer en una pieza única de apoyo a ETA escrita en italiano. En 'Pegatinas del odio' hay varios paneles sobre esta organización terrorista. Raúl López Romo, uno de los historiadores del Memorial, ha enfatizado en la presentación que el Memorial abarca “todos los terrorismos” porque “todas las víctimas de todos los terrorismos son iguales” pero ha insistido también en que lo hace “en su proporción”, es decir, sin orillar lo que supuso a ETA en cuanto a duración temporal de su acción, su volumen de víctimas, el apoyo social con el que contó y su impacto político en Euskadi y en el conjunto de España.

En las pegatinas se ve una ETA contra la Constitución de 1978, pidiendo “boicot a Suárez” y clamando “por una democracia sin grises ni tricornios”. Su entorno produjo y produjo propaganda de amenaza a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a la Ertzaintza, como prueba una imagen de un Renault 19 de la Policía vasca decorado con la bandera de España y con una diana roja apuntándole en el medio. En la muestra se recogen también mensajes directos contra el periodista ya fallecido José María Calleja -colaborador de este periódico- o contra Juan María Atutxa -exconsejero vasco de Interior con el PNV-, proclamas contra medios de comunicación y presiones a las familias de secuestrados para que pagasen el rescate (“Aldaia, ¡pasta ya!”).

En la exposición hay algunos apartados también sobre el GRAPO o sobre organizaciones violentas de la extrema derecha durante la Transición, como Fuerza Nueva. López Romo ha ironizado que los “supuestos opuestos” en lo ideológico presentan mensajes bastante parejos en lo tocante a fomentar el odio y la violencia. Hay ejemplares de pegatinas de apoyo a Terra Lliure y a organizaciones nacionalistas gallegas. Iñigo Aristu lamenta que en su colección no ha conseguido incorporar nada del grupo terrorista canario MPAIAC.

¿Cómo se alimenta una colección de tal calado histórico? El dueño de las pegatinas ha explicado que se aficionó a la muerte de Francisco Franco cuando consiguió una en la que ponía “Juan Carlos I, Rey de España”. Estos objetos eran un potente vehículo de comunicación política en aquella España e incluso un negocio. Ha revelado la identidad de un “Ibáñez” de Madrid que imprimía todo tipo de soflamas de la ultraderecha y cobraba dos duros la pieza. “Yo he tenido que meterme en manifestaciones de todo tipo e infiltrarme en pueblos para jugársela”, ha bromeado. Lo mismo estaba en un mitin de la UCD de Adolfo Suárez que en Hernani pescando material de la izquierda abertzale. No parece haber perdido su afición y lamenta que la pandemia haya causado la suspensión de muchos actos en los que todavía hoy recoge nuevos ejemplares para su colección.

López Romo ha aprovechado el acto para hacer balance del primer año abierto al público del Memorial. Ha señalado que han sido doce meses de “deslegitimación del terrorismo”, de “desmitificación de tópicos” como que hubo una primera ETA “buena” por su oposición al franquismo y de “conversación”. “Habíamos callado mucho y durante mucho tiempo”, ha señalado el portavoz del centro, que depende del Gobierno de España y que se ubica en el antiguo Teatro Principal primero y Banco de España después de la capital vasca.

Según sus datos, han pasado por Vitoria 30.000 visitantes, la mitad de ellos de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra, otro 45% de comunidades como Madrid, Catalunya o Andalucía y un 5% extranjeros. Además, 20.000 personas han asistido a exposiciones temporales auspiciadas por el Memorial fuera de Vitoria. 300 profesores se han formado en la deslegitimación del terrorismo -pero no los vascos, por el momento- y ha habido 350 visitas institucionales y 30 de centros escolares. Se ha hecho “pedagogía democrática” y se ha puesto a las víctimas “en el centro de relato”, según López Romo, quien ha apuntado que “la legitimación del terrorismo de ETA sigue teniendo una presencia destacada” en el espacio público.

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