El éxito empresarial en Euskadi tiene otros nombres más allá de la Corporación Mondragon, Iberdrola, Gamesa o CAF. No son grandes compañías sino pequeñas y medianas empresas desconocidas para la ciudadanía pero que en bastantes casos son líderes mundiales en el producto que fabrican. En Alemania, donde es un modelo generalizado en varias regiones, se les conoce como los campeones ocultos. En Euskadi se les denomina campeones de nicho.
Ahora hay localizadas 58 empresas con unas características concretas para ser definidas de esta manera: su cuota de exportación tiene que superar el 50% de la facturación de la compañía; la exportación del producto tiene que alcanzar a más de 30 países; se concentra en un tipo de producto específico, que bien puede ser un componente o el producto final y su mercado en ese nicho es superior al 10% de todo el mercado mundial de ese producto. En casi todos los casos, se trata de empresas con varias décadas de funcionamiento y que son familiares o cooperativas.
Las casi 60 compañías vascas líderes en sus negocios suponen un ratio de 27,5 empresas por cada millón de habitantes, un dato que en Alemania solo es superado por Hamburgo, donde se alcanza las 29 empresas por millón de habitantes. “Supera a otros landers alemanes y sitúa a nuestros campeones de nicho en un lugar preferente en el contexto mundial”, explica Xabier Garmendia, ex viceconsejero de Industria del Gobierno vasco, quien fue el descubridor durante la anterior legislatura de este modelo empresarial de éxito y trabajó en su apoyo y consolidación. Su tipo de negocio es variopinto: desde cadenas para la industria naval, piezas de automoción o cerraduras metálicas hasta tapones de plástico, componentes de cocinas o pulverizadores psicosanitarios.
Entre las empresas de estas características, los ejemplos son variados. Está el caso de Betapack, en Irún, que fabrica tapones de plástico para cierres de envases; Cevisa, en Vitoria, dedicada a la fabricación de chaflanadoras; Copreci, en Aretxabaleta, que produce componentes para cocinas o Egamaster, en Vitoria, cuya labor se centra en las herramientas manuales para uso industrial.
Y hay ejemplos concretos de compañías vascas que son las primeras en su negocio. Goizper, en la localidad guipuzcoana de Antzuola, se dedica a fabricar pulverizadores de productos fitosanitarios manuales y es la primera en este mercado en el mundo. Sus ventas se extienden al Tercer Mundo. Ingeteam, ubicada en Zamudio, tiene ahora el 30% del mercado mundial en su factoría de inversores para la energía fotovoltaica. JMA, en Mondragón es uno de los tres líderes mundiales en el nicho de llaves y cerraduras automáticas. Microdeco, emplazada en Ermua, es la que más vende en el planeta en piezas metálicas para inyectores de diésel. Y lo mismo sucede con Ramondin, en Laguardia, con las cápsulas de estaño para las botellas de vino.
A ellas se añaden Ona Electrorosion, en Durango, que se dedica a las máquinas de electroerosión. Fueron los primeros en fabricar este producto que se destina a la preparación de superficies que requieren de un ajuste especial. Ahora están entre los tres líderes del mercado en el mundo. Y es especialmente destacable el caso de Vicinay, en Bilbao, el primero en el mundo en la fabricación de cadenas para industria naval y offshore. “Tiene el 100% del mercado mundial de cadenas grandes y más del 53% en el total de cadenas [que se fabrican para esas actividades]”, explica Garmendia.
Hay otro ejemplos significativos como Orkli, en Ordizia, dedicada a la seguridad termoeléctrica, una compañía que produce termopares de seguridad para cocinas de gas, un sistema que sirve para evitar los accidentes y fugas de gas.
Durante estos últimos años, el apoyo público a estas empresas ha sido variado, desde ayudas a la multilocalización e innovación o participaciones financieras a través de la sociedad pública de Capital Riesgo del País Vasco. “Se ha trabajado con el 70% de esas 58 empresas identificadas”, agrega Garmendia.
Los retos pendientes son a partir de ahora, según el ex viceconsejero de Industria, la identificación de empresas vascas que tienen potencial para convertirse en campeones de nicho y ayudarles a que lo sean. “Además, que haya un intercambio de las que son ya con las potenciales, buscar su estabilidad y crecimiento”. Este modelo empresarial es fundamental para el tejido industrial vasco vasca ya que “crea estela para otras empresas y como un elemento de tracción”.