Euskadi homenajea a los casi 8.000 fallecidos con COVID-19 sin distinciones: “El olvido entraña egoísmo”

Por tercer año consecutivo, en el día en que se pasa del verano y otoño, Euskadi ha homenajeado a los fallecidos con COVID-19 en un acto presidido por el lehendakari, Iñigo Urkullu, en el parque de Vitoria llamado 'sempervirens' y que fue inaugurado en 2020 detrás del colegio Urkide como espacio de recogimiento y memoria para los afectados por la pandemia y también para los sanitarios y voluntarios. Sin margen para las dudas ni para las distinciones, el recuerdo ha ido a las 7.937 personas que constan en las estadísticas oficiales del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza), sin que se haya excluido en ningún momento a los que no han tenido el Sars-Cov-2 como causa única y principal de su defunción, una constante en los mensajes públicos y publicados.

Desde la llegada de la variante ómicron, los datos de decesos se han disparado en Euskadi. 2022 está a punto de superar ya a 2020 como el año de la pandemia con más fallecimientos registrados y son ya más de 300 días consecutivos con al menos un muerto. Con relación al anterior homenaje, más de 3.000 personas han perdido la vida, una media de casi diez cada día. Es imposible conocer los datos de mortalidad desglosados por territorios o municipios. Sí se conoce que son 4.062 varones y 3.875 mujeres. 42 tenían menos de 40 años y 5.373 más de 80. En esas edades las probabilidades de fallecimiento en caso de contraer el virus pueden superar el 15%.

“Recordar es una forma de resistirse al componente de egoísmo que entraña el olvido. Olvidamos, en parte, para que el recuerdo del dolor padecido no nos afecte y para intentar seguir con nuestras vidas como si nada hubiese pasado. El recuerdo y la memoria es una forma de condolencia. Esta voluntad de recordar comporta empatía y solidaridad con quienes más sufrieron”, ha solemnizado Urkullu en un breve discurso acompañado de música de violonchelo y un minuto de silencio con todos los presentes puestos en pie, entre ellos todo su Gobierno, con la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, en tercera fila. También han asistido la presidenta del Parlamento, Bakartxo Tejeria, los tres diputados generales -también el saliente Unai Rementeria, objeto de todos los comentarios-, los alcaldes de Vitoria y Bilbao y otras autoridades, como la titular en funciones del Ararteko, Inés Ibáñez de Maeztu, o los portavoces de todos los partidos de la Cámara vasca salvo el PNV, representado por Luis Javier Tellería.

Urkullu ha recordado que el parque tiene dos secuoyas. La primera es ya gigante y fue plantada en 1860. Se secó en 2014 pero sigue erguida y firme. Junto a su “presencia y solidez”, un símbolo de “la importancia del recuerdo”, se plantó ya en 2020 un ejemplar joven que va creciendo poco a poco. “Nos ayuda a enraizar la cercanía hacia cada víctima”, ha apuntado Urkullu, que cree que “el árbol joven representa la vida [...], la fuerza de la colaboración y el espíritu del bien común”. “Es la fuerza de la esperanza”, ha señalado Urkullu, que este año ha intervenido sin mascarilla y que ha confiado, en línea con la OMS, que “está más cerca el final del largo túnel de la pandemia”.

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