Como estaba previsto, el consejero de Planificación Territorial, Vivienda y Transportes, el socialista Iñaki Arriola, ha presentado este martes el denominado “decreto de habitabilidad” que fija condiciones para la configuración de las viviendas y comunidades en el caso de “nuevas edificaciones” pero también para las “rehabilitaciones integrales” que se acometan a partir de ahora. Entre otros puntos más o menos ya conocidos, se obligará a que tengan una terraza de al menos cuatro metros cuadrados y a que la superficie mínima no baje de 35 metros cuadrados, se impedirá que solamente estén orientadas al norte y se regulará que las habitaciones no sean pequeñas y enfocadas solamente a ser dormitorio ya que hay necesidades sociales y hasta laborales que tienen que satisfacer. Y se introduce igualmente la “perspectiva de género” tanto en el diseño general de los edificios como en cada uno de los pisos y con un fin muy concreto: más igualdad entre hombres y mujeres en el reparto de tareas.
Arriola, que ha comparecido en rueda de prensa tras un Consejo de Gobierno no extraordinario pero sí singular celebrado en Trucios, el mismo punto en el que hace 85 años se reunió por última vez el Ejecutivo de José Antonio Aguirre tras la conquista de Euzkadi por parte de las tropas franquistas durante la Guerra Civil, no ha entrado en excesivas precisiones -nada ha mencionado, por ejemplo, del impacto económico de estos cambios- pero ha enfatizado que la norma parte de “criterios contemporáneos y avanzados” de planificación, y ha destacado la necesidad de “incrementar la calidad” de las viviendas y el “confort” de los usuarios. Entrará en vigor a partir del tercer mes desde la promulgación del texto en el Boletín Oficial del País Vasco (BOPV), que será inminente. Obligará también a “todos los municipios” a ajustar sus ordenanzas a estas directrices de aquí a verano de 2025.
Sobre la cuestión de la perspectiva de género, Arriola ha indicado que en el diseño se evitarán “recovecos” y “ángulos ciegos” para no crear “inseguridad en portales y zonas comunes”, esto es, para prevenir agresiones sexuales. En algunos borradores se planteaba también la posibilidad de trabajar con espejos e iluminación. También, dentro de las casas, se pedirá “integrar al máximo el espacio de estar-comedor-cocina”. Se hará “con el fin de que las tareas del hogar sean visibles y puedan ser compartidas por el conjunto de la unidad familiar”, indica el Gobierno vasco. En 2021, el Instituto Vasco de Estadística (Eustat) reflejó lo siguiente: “Las mujeres asumen el 65% de las tareas de educación y cuidados de niños, personas mayores y enfermas. En el caso de las tareas del hogar, el 83% de las actividades relacionadas con la ropa (comprar, lavar, planchar, etc.), el 69% con la comida (planificar, comprar, cocinar, fregar, etc.) y el 62% con la casa (compra, alquiler, limpiar, amueblar, mantener, reparar, etc.). [...] En relación al reparto de las tareas del hogar, nueve de cada diez hombres -el 89%- dedican dos o menos horas, mientras que casi tres de cada diez mujeres -el 27,5%- emplean tres o más en 2019”. También se apuesta por facilitar al máximo la accesibilidad del parque de viviendas.
En este sentido, el Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) emitió un informe cuando se conoció el primer borrador. Y su conclusión era clara: “En nuestra opinión, este proyecto de decreto da un gran paso”. “Se observa que la norma incorpora un análisis de la vivienda desde una doble perspectiva: por una parte, prestando atención a los espacios que configuran el hogar y que son fácilmente reconocibles, y, por la otra, considerando las funciones y los usos más cotidianos que tienen lugar en la vivienda”, seguía este documento. Y añade: “Las condiciones mínimas de habitabilidad se han fundamentado bajo los principios de igualdad de género y versatilidad, utilizándolos como argumentos que responden a una aspiración de la vivienda colectiva: la máxima versatilidad de uso por parte de las personas usuarias y el mínimo condicionamiento jerárquico de su distribución”.
“De esta manera, nos encontramos -sigue Emakunde- con que la norma regula condiciones mínimas de habitabilidad que tienen en cuenta aspectos como la eficiencia doméstica a través del ciclo de la ropa, configurando espacios donde se realizan tareas y conectándolos entre sí. Facilita la autonomía e introduce con carácter general criterios y condiciones de accesibilidad que se deben cumplir en el interior de las viviendas, en orden a facilitar que las personas con discapacidad sobrevenida puedan seguir disfrutando de una vivienda digna, adecuada y accesible. Tiene en cuenta espacios comunes, necesarios para que las vecinas y vecinos puedan tejer redes de apoyo y crear comunidad, influyendo positivamente en el cuidado mutuo. [...] Por consiguiente, se puede afirmar que la norma establece unas condiciones mínimas de habitabilidad que posibilitan espacios que sean conciliadores y que favorezcan la autonomía de todas las personas, así como una mayor corresponsabilidad en las tareas domésticas y de cuidados de forma que se puedan generar relaciones más igualitarias”.
“El decreto permite dar un salto de la vivienda actual, rígida aunque reformable, a la vivienda versátil y flexible, aquella que permite alterar su distribución y adaptarse a las distintas etapas de la vida de sus habitantes. Y regula sus dimensiones, distribución y orientación; estancias y espacios exteriores, confort térmico, equipamiento, iluminación natural, sostenibilidad, accesibilidad, seguridad, uso y mantenimiento”, ha defendido Arriola. El consejero de Vivienda, además, ha explicado que adecuará pronto la normativa de rentas de viviendas protegidas, “a mediados de julio”.