Euskadi ha decidido retrasar hasta después del 8 de marzo, Día de la Mujer y jornada con alrededor de 118 movilizaciones previstas, la flexibilización de las restricciones de movilidad vigentes para controlar el avance de la pandemia. La mesa de crisis de la emergencia sanitaria, un órgano llamado Labi por sus siglas en euskara y que se ha reunido en la tarde de este miércoles, ha considerado suficiente la caída de la incidencia de la COVID-19 por debajo de 300 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días (nivel amarillo de alerta) para levantar los confinamientos perimetrales de ámbito municipal, pero, al mismo tiempo, ha optado por posponer para después del fin de semana y la jornada reivindicativa su entrada en vigor. Desde el martes, por lo tanto, los desplazamientos serán libres por todo el territorio de Euskadi dos meses después.
“Estamos hablando de un derecho fundamental. No tenemos ninguna facultad para prohibir. En ese sentido, lo que animamos es que sea dentro del ámbito municipal. Se pueden celebrar, pero solamente en el ámbito municipal. Por eso planteamos que el decreto pueda entrar en vigor el martes. Nos preocupa la movilidad excesiva que podría darse, el agrupamiento excesivo de personas. Es posible, pero haciéndolo pero en su ámbito municipal”, ha argumentado el lehendakari, Iñigo Urkullu.
A diferencia de Madrid, Euskadi no veía base legal para impedir las reivindicaciones del 8 de marzo pero sí ha hecho varios llamamientos públicos a la responsabilidad. Con los confinamientos municipales en vigor aún, se confía en que las grandes convocatorias de las capitales no atraigan a personas de sus áreas de influencia. “No es momento de aglomeraciones”, llegó a decir la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, que este año se ha borrado de una convocatoria en la que ha sido fija en ejercicios anteriores.
Se había especulado con que el Labi apostara por una fórmula intermedia de movilidad solamente dentro de las provincias, pero finalmente se ha descartado arbitrar una fórmula de esas características, ya que habría obligado a definir de nuevo excepciones para zonas colindantes como Ermua y Eibar. Los confinamientos provinciales estuvieron brevemente en vigor antes de Navidad y también en algunas fases de la desescalada del primer estado de alarma. Según está previsto, este modelo se extenderá incluso hasta Semana Santa, ya que el acuerdo entre el Gobierno central y las comunidades pasa por vetar los movimientos entre ellas y limitarlos al interior de las autonomías. Al hilo de este escenario, el consejero de Turismo, el socialista Javier Hurtado, ha asegurado que eso abre la puerta a potenciar viajes de cercanía dentro de Euskadi y que quedaría para el verano el recuperar a los turistas de otras partes de España y ya para más largo plazo pensar en los viajeros internacionales.
Ha sido el propio Urkullu quien ha presentado los cambios, aunque ha matizado que no es conveniente usar la palabra “desescalada” y que toca “prolongar” algunas medidas hasta llegar a “una situación epidemiológica más estable y de mayor certidumbre”. Lo acordado -ha enfatizado- son “ajustes”. Ha insistido en que la situación sanitaria sigue siendo “crítica” y ha apuntado a que se ha “ralentizado” la caída de los contagios y que hay ya “repuntes” en algunos países del entorno. Acelerar la relajación de manera “prematura” podría generar un efecto negativo, ha apostillado. Urkullu ha asegurado que las medidas estarán vigentes “veinte días” hasta su revisión.
Por ello, lo que no cambiará en las próximas semanas es la limitación a cuatro personas para reuniones en lugares como la hostelería. En pura teoría, la 'hoja de ruta' del Gobierno vasco aludía a grupos de incluso seis personas en situación de alerta amarilla, pero se ha optado por un criterio más prudente. Se persigue ser coherente con el acuerdo que dejará también en cuatro las personas que se podrán reunir durante las vacaciones de Semana Santa. El toque de queda continuará también a las 22.00 horas, que es el máximo permitido en el marco del estado de alarma.
Por otro lado, se ha eliminado el sistema de semáforos de colores que hacía que se aplicaran medidas más elevadas en localidades en alerta roja (más de 500 casos de tasa de incidencia). El modelo quedó diluido con la reapertura general de la hostelería por mandato judicial y se limitaba al cierre de salones de juego y a algunas limitaciones en el deporte escolar y federado. “Se ha tenido en cuenta que, en este momento, no hay prácticamente localidades por encima de este registro”, ha explicado Urkullu.
Urkullu sugiere que la hostelería ha “ralentizado” la caída y pide mirar al verano y no a Semana Santa
Urkullu, en todo caso, ha vuelto a mostrar su malestar con la decisión judicial de reabrir la hostelería y ha deslizado que podría estar detrás de la “ralentización” de la caída de contagios. “Hay un estudio inicial al que está procediendo Osakidetza interpretando lo que sucede en las capitales. Se está comprobando que la tendencia descendiente se va viendo más modulada desde que se dio a conocer el auto del TSJPV de no proceder al cierre en aquellos municipios con una tasa superior a 500 casos [...]. En el estudio hay una constatación de una ralentización una vez que se ha conocido el auto del TSJPV”, ha señalado el lehendakari.
Acto seguido, a preguntas de los periodistas sobre la Semana Santa, ha pedido abiertamente a la ciudadanía que piense “en el verano”. “No se trata de salvar semanas, se trata de salvar vidas. Hemos tenido lecciones aprendidas. Una fue la de Navidad, otra fue la del verano. Hemos aprendido de la excesiva relajación. La mejoría tiene que venir acompañada de un proceso pausado, gradual [...]. A menos de un mes de la Semana Santa, seguimos en escenario 3 [de 5], transmisión tensionada. No hay que pensar en Semana Santa, sino en hacer lo posible en salvar vidas”, ha expuesto.
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