En España, la atención obstétrica, en general, es la adecuada. Los sistemas de salud de las diferentes comunidades autónomas garantizan el acceso universal a los cuidados para la madre y para el bebé. Pero, a nivel psicológico ¿qué sucede? Pues que los cuidados apenas existen ya no existe la presencia del psicólogo en las unidades de obstetricia y ginecología, atendiéndose las demandas de los casos más graves desde los servicios de salud mental. Eso es lo que aseguran los expertos, que alertan de que una de cada cinco mujeres sufre ansiedad, depresión, psicosis posparto o transtorno por estrés en las semanas previas y posteriores al parto, sin que existan programas de prevención.
Por eso, el Colegio de Psicología de Bizkaia se ha sumado a una campaña internacional para proclamar el primer miércoles de mayo el Día Mundial de la Salud Mental Materna. Según los psicólogos, estos problemas no tratados están asociados a un mayor riesgo de complicaciones obstétricas y pediátricas y pueden afectar “negativamente tanto a la relación madre-hijo como al desarrollo social y emocional del bebé”.
“Las creencias erróneas sobre la maternidad, el estigma asociado a un diagnóstico de transtorno mental o el miedo a perder la custodia del bebé pueden suponer importantes obstáculos para que estas madres busquen ayuda”, recalcan los psicólogos.
Maria Fe Rodríguez Muñoz, profesora de la UNED e investigadora principal del Proyecto de mamás y bebés: el estado de ánimo y la salud, financiado por The Global Women Institute (George Washington University) para prevenir la depresión perinatal en mujeres embarazadas, asegura que las mujeres durante el periodo del embarazo y posparto presentan una serie de demandas recurrentes que necesitan el apoyo del psicólogo. Por ejemplo, el manejo de los conocidos como ‘Mitos de la maternidad’. “Estos mitos son distorsiones del tipo: tengo que ser una buena madre, voy a querer a mi hijo con locura desde el primer minuto, puedo hacerlo todo… También hemos detectado mujeres con excesivas preocupaciones con respecto al embarazo y al bebé”.
Por otro lado, las mujeres plantean la necesidad de tener un apoyo social adecuado. “Muchas de ellas tienen que aprender a pedir cuando lo necesitan o aprender a decir que no para manejar la relación con la familia extensa”.
El manejo del tiempo suele ser otro factor de preocupación. “Las mujeres verbalizan no saber cómo van a arreglárselas cuando nazca el bebé”. Cuanto más se acerca el momento del parto, especialmente en las primerizas aparecen los temores al dolor.
Las consecuencias para las madres son muy graves pudiendo llegar en los casos más extremos en la depresión posparto al suicidio o al infanticidio, según la especialista. “Simple y llanamente estamos dejando desatendidas a mujeres con depresión con las consecuencias que esto tiene para la madre [baja autoestima, baja autoeficacia, desregulación en la relación entre la madre y el bebé…]. Pero además, es que no se tiene la conciencia de que esto es un problema. Y las consecuencias de este problema no solamente las sufren las madres. Las parejas también se ven afectadas y, por supuesto, los bebés”.