“Cuando me dijeron la cantidad, 20 millones de pesetas, casi me desmayo”

Juan Antonio Alberdi, veterano militante vizcaíno del PNV y empresario, intentó “arreglar de alguna manera” la “deuda” que los dirigentes de su partido en Álava Alfredo de Miguel y Aitor Tellería le reclamaban a su hija Ainhoa Alberdi, en realidad una comisión. Les pidió detalles en una comida en un restaurante tradicional vasco de Sondika, el Maipu, y ambos dirigentes políticos -uno de ellos diputado foral- le aclararon que se trataba de “unos 20 millones de pesetas” (120.000 euros al cambio). “Cuando me dijeron la cantidad, casi me desmayo”, ha confesado este miércoles en el juicio del 'caso De Miguel' Alberdi padre. El proceso, propiciado por la denuncia de su hija en 2009 y que ha sido ratificada con todo detalle esta semana, juzga la presunta trama de cobro de comisiones articulada en torno a De Miguel y que, según Alberdi y varias pruebas, no tuvo en éste un caso aislado.

El padre de la denunciante ha corroborado que De Miguel y Tellería se dirigieron a él cuando Alberdi puso las primeras pegas a “pasar por caja” aunque, aparentemente, le habían hecho una rebaja al dejar la minuta final no en 120.000 sino en 100.000 euros. Los políticos le transmitieron que su hija les podía meter en un “lío” porque ya intuían que acumulaba grabaciones sobre ellos. En algunas de ellas, escuchadas ya en el juicio, se alude a las 'mordidas' como algo “dentro de lo normal”.

Los hechos se remontan a 2008. En ese momento, Alberdi decide adquirir el 100% de las participaciones sociales de la empresa de la que hasta entonces era socia minoritaria, Urbanorma Consulting. ¿El motivo? La quiebra del grupo empresarial de su socio, Jon Iñaki Echaburu, constructor, militante del PNV y contratista habitual de la Administración. El trabajo fundamental de esta sociedad era la gestión de la ampliación del parque tecnológico de Miñano en Álava, un contrato adjudicado 'a dedo' en 2006 y que, según manifestó la denunciante, estaba teledirigido con la connivencia de los gestores del polígono, encabezados por Alfonso Arriola.

“El partido no tiene nada que ver”

A finales de noviembre de 2008, según el relato de Alberdi hija, De Miguel -que no tenía ninguna responsabilidad en Miñano- le citó en su despacho en el Palacio de la Provincia de Álava y le exigió que había que “pasar por caja”. Aparentemente, era un pago acordado previamente entre el político y Echaburu, según consta también en las grabaciones del caso. Entre las presiones que recibió la joven empresaria se incluyeron las llamadas a su progenitor.

Alberdi padre ha explicado que De Miguel le invitó a comer en Vitoria, en El Clarete, para explicarle lo del “lío” en que podía meterle su hija. Eran viejos conocidos, ya que él compartía amistad y algunos negocios con Echaburu y De Miguel ocasionalmente se sumaba a sus partidas de mus de ambos y otros amigos en Bilbao. A la cita de Vitoria se sumó Tellería, al que Alberdi no conocía con anterioridad. Cuando le expusieron la situación y vio que había “un dinero de por medio”, les pidió tiempo para hablar con su hija y darles una respuesta. Les dijo que les invitaría a comer la semana siguiente en Sondika.

Consultó con ella y ésta le dijo que no se metiera, que se apartase del “asunto” porque era una cuestión relacionada con “no sé qué parque”. Él no canceló la comida en Bizkaia y, a pesar de las recomendaciones de su hija, él planteó con buena voluntad “si se podía arreglar de alguna manera”. Fue cuando De Miguel y Tellería le pusieron una cifra encima de la mesa, 20 millones de pesetas (120.000 euros).

Su primera reacción fue preguntar si era para el “partido”, para el PNV, afiliación que compartían todos los comensales. Alberdi padre ha explicado en el juicio que ellos lo negaron, que era para “personas”. “El partido no ha tenido nada que ver en este asunto”, ha querido puntualizar el empresario ya jubilado. A preguntas del letrado de De Miguel, Gonzalo Susaeta, ha dicho también que sus interlocutores nunca emplearon el término “comisión”.

Por su parte, Jesús Villegas, defensor de Tellería, ha insistido en querer conocer si la denunciante tenía problemas psiquiátricos o psicológicos previos a los hechos, extremos que como hizo ella el martes ha rechazado de plano su padre. “Mi hija entró en tratamiento después de que empezó este lío. Perdió 20 kilos y hoy es el día en que está tomando ansiolíticos y demás”, ha remarcado Alberdi padre.

“Ainhoa estaba angustiada y nerviosa”

La denunciante del 'caso De Miguel' ha visto respaldada su versión también con el testimonio de Beatriz Vicinay, inicialmente empleada de Urbanorma Consulting y luego socia en la nueva firma Alberdi & Vicinay. Vicinay ha explicado que su colega y amiga la telefoneó nada más salir del despacho de De Miguel. “Estaba angustiada y nerviosa”, ha comentado sobre la petición inicial de la comisión.

La testigo ha explicado que consensuó con Alberdi la adquisición de una grabadora y la obtención de pruebas. Y ha explicado que compartió con ella y con De Miguel y Tellería una reunión en la sede de Alberdi & Vicinay sobre las exigencias de los políticos. La sensación con la que salió de allí era que “había que pagar y punto, había que pagar sí o sí”.

Vicinay ha confirmado que la denuncia ante la Fiscalía tuvo consecuencias muy importantes para la empresa y sobre todo a nivel personal para la propia Alberdi. “Sé que en su día a Ainhoa le trasladaron que ya no éramos bienvenidas”, ha afirmado sobre el veto en concursos a los que se han presentado a raíz de acudir a la justicia en 2009 a denunciar la corrupción, aunque ha destacado los “intereses éticos y morales” detrás del “trascendente” paso que Alberdi dio hace ya casi una década.

Durante el interrogatorio, la defensa de Tellería le ha mostrado una grabación muy larga de las dos socias en un ambiente informal y distendido. Sin que haya quedado claro el contexto, al menos en la parte reproducida en el juicio, en ella se escuchan frases como “me estoy riendo de ellos” o alusiones a modificar un correo electrónico. Según Villegas, ello pueden ser referencias al asunto objeto de la denuncia y pistas de una posible manipulación de las pruebas. Vicinay no recordaba esa conversación: “Ni recuerdo esas frases ni el contexto ni nada”.

“¡No se estén mandando 'whatsapps'!”

El presidente del tribunal que juzga el 'caso De Miguel', Jaime Tapia, está adquiriendo un protagonismo creciente conforme avanzan las sesiones. El magistrado toma la palabra con cada vez mayor frecuencia para dirigirse tanto a los abogados como a los testigos durante los interrogatorios. A una de ellas, la secretaria del parque tecnológico de Miñano, Araceli Elorriaga, le ha despedido diciéndole que le había dado “penica” durante el interrogatorio, por momentos tenso con el fiscal, Josu Izaguirre. Al padre de la denunciante, a Juan Antonio Alberdi, cuando se ha referido al papel del PNV en el asunto, le ha preguntado si pensaba que tenía que ver con el partido por ser “una persona que ya no es joven y que está en la vida”. Este miércoles también ha reprendido a los pocos imputados presentes, principalmente a Aitor Tellería, Koldo Ochandiano y Alfonso Arriola, por utilizar el teléfono móvil durante las vistas. “¡No se estén mandando 'whastapps'!”, les ha espetado. Además de Alberdi padre y Beatriz Vicinay, por el juicio han pasado en esta última sesión por esta semana el dueño del 'txoko' en que se domicilió Kataia Consulting, la supuesta empresa pantalla en la que se canalizaban las comisiones. Ha explicado que la mercantil de De Miguel se domilició ahí antes de abrir la sociedad gastronómica. Asimismo, el que fuera director de la SPRI, Mauricio Lazkano, superior de Julián Sánchez Alegría y Alfonso Arriola en los parques tecnológicos. Éste ha explicado que cuando Sánchez Alegría le comentó la denuncia de Alberdi no le dio trascendencia y que sus colaboradores nunca le volvieron a mostrar preocupación por el asunto.