En el difícil primer examen de la oposición para una plaza de anestesista en el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) –“impresentablemente difícil”, según una persona que lo corrigió– dos colegas en el Hospital Universitario de Álava del autor de las preguntas, el doctor César Augusto Valero, obtuvieron puntuaciones sobresalientes cuando un 89% suspendió y el resto de aprobados tuvieron notas cercanas al cinco.
Valero, junto a los autores de las pruebas de Angiología y Digestivo, es uno de los tres primeros imputados en la investigación judicial abierta en torno a la OPE de Osakidetza del año pasado y ya declaró ante la juez de Vitoria Yolanda Varona. Ya antes lo había hecho en la investigación interna abierta a raíz de las denuncias de filtraciones y había negado favoritismo. Defendió que sus dos compañeras eran las más cualificadas y que habían estudiado juntas, aunque admite que la jefa de Anestesia del centro y miembro del tribunal evaluador, donde se habló de “debacle” ante lo anómalo de las notas, le comentó que estaba “apurada” porque “otros miembros del tribunal le habían insinuado que podía haber habido una filtración en Txagorritxu”, que es una de las sedes del hospital universitario de Álava.
La gran novedad de la OPE de 2018 fue que Osakidetza, en busca de una mayor transparencia, despojó a los tribunales de, al menos, una parte de la confección de los exámenes para ponerlos en manos de un organismo externo, el Instituto Vasco de Administración Pública (IVAP). Una fuente indica a este periódico que, en convocatorias anteriores, ése había sido el principal foco de filtraciones. En el caso de Anestesia, el IVAP tendría que acometer la prueba teórica, para la que se previó un nivel de dificultad medio. Pero, como en el resto de categorías médicas, el IVAP no disponía de especialistas para preparar las preguntas y, finalmente, fue Osakidetza quien propuso a uno de sus profesionales para llevar a cabo esa tarea. El elegido aquí fue el doctor Valero.
Valero alega que nadie le explicó que el examen debería haber sido más sencillo, aunque en una reunión en la sede del Gobierno vasco en Lakua se habló de ello, según varios testigos. Es más, defiende -contraviniendo las normas generales de la OPE- que “cuando haces un examen medio-bajo puede ser sacado por muchas personas con un nivel medio o incluso bajo de cualificación” y que “cuando haces una dificultad un poco más elevada se nota claramente quién tiene un nivel un poco más alto” porque, en una oposición, “quien tiene que descollar son las personas que más cualificación y experiencia tienen”. El propio tribunal detectó que la dificultad no vino sólo por los temas elegidos, sino también por lo enrevesado de la formulación de las preguntas, muchas de ellas con negaciones o dobles negaciones. Él excusa que el IVAP sólo le pidió matizar cuatro de las 100 preguntas y por cuestiones de índole gramatical, no de contenidos.
“Es justo elevar un poco el nivel. Eso me parece justo. En un examen fácil casi todo el mundo puede sacar un nota similar”, insiste el facultativo en la declaración que prestó ante las comisionadas por Osakidetza para analizar las primeras denuncias, que incluían un acta ante una notaría que, antes de la celebración de los exámenes el 19 de mayo, 'adivinó' que varias candidatas de Txagorritxu iban a obtener la plaza. “Bruselas dónde está lo sabe la mayoría, pero si preguntas por Minnesota...”, ironiza Valero sobre la supuesta falta de preparación de muchos opositores. Y añade que la sociedad entiende perfectamente que se seleccione de una manera exigente a sus médicos al igual que es preferible que pilote un avión “quien lleva 3.000 horas de vuelo” y no el novato que se sepa toda la teoría sobre los mandos.
Y, según Valero, las opositoras Margarita Logroño y Erika Olea cumplen ese perfil del piloto veterano. “No transmití preguntas a nadie. Son personas supercualificadas”, remarca. ¿Y no las hay en el Donostia, por ejemplo? La única explicación que encuentra Valero es que ambas estudiaran juntas y compartieran técnicas, algo que también se alegó en el caso de Angiología y Basurto, el centro de la autora del examen. “A lo mejor el tipo de preparación de Marga y Erika ha ido más en la línea con el tipo de preguntas que he hecho. Hay una forma de trabajar que tenemos en nuestro servicio. Somos muy cualificados y buenos”, abunda.
¿Y hay algo diferencial en la forma de trabajar de Txagorritxu respecto a otros hospitales de Osakidetza? Valero explica que es costumbre suya revisar las novedades en libros y revistas y que “es habitual” que junto con los artículos envíe también a todo el servicio, de 60 personas, “preguntas de tipo test” sobre los textos. Admite también que las preguntas del examen no las elaboró él, sino que las “transfirió” de libros y revistas que él ha manejado. Pero añade que no se basó en los test que pasaba a sus colegas para el examen, como mucho para “alguna” pregunta. Por ello, considera “impensable” que las dos opositoras sobresalientes “hayan guardado” todos esos test “pensando que pudieran ser una pregunta del examen”.
“¿Es de mi hospital?”
Las señaladas como presuntas beneficiarias de las filtraciones acudieron al interrogatorio con Osakidetza indignadas. Logroño lo hizo acompañada de su brillante historial académico.“¿Me he sabido todos los exámenes de la carrera?”, se enojó tras añadir que “había echado el resto” en esta OPE después de haber acumulado matrículas de honor en su trayectoria. “No sé quién ha puesto el examen teórico”, clamó. “¿Es de mi hospital? ¿César?”, preguntó a las comisionadas, María Natividad Sáenz Zubiaga y Beatriz Genbelzu, cuando éstas le dieron el dato. Olea, por su parte, sí conocía el nombre. Lo supo porque, a pesar del deber de reserva que se pedía a todas las personas que pasaban por estos interrogatorios, su compañera se lo había comentado nada más salir. “Me ha dicho ella que ha sido el doctor Valero”, admitió para añadir que “no pegaba” que hubiese sido él por el tipo de preguntas. Estas grabaciones no se difunden junto a esta información al contener abundantes datos de índole personal.
Ambas anestesistas, en todo caso, criticaron duramente la polémica pública en torno a la OPE, sobre todo basada en el acta notarial en la que aparecían sus nombres y que por aquellas fechas (junio de 2018) se acababa de dar a conocer. Señalaron abiertamente a uno de los denunciantes, su excompañero en Txagorritxu Roberto Sánchez, ahora en el hospital de Mondragón y que dio el paso de cuestionar el sistema de asignación de plazas junto a los también anestesistas Marta Macho y Manoel Martínez.
Según ellas, Sánchez es un “provocador”. Y, a juicio de Valero, la predicción en el notario no tiene ningún valor por dos motivos, porque las de la lista son las mejores y era una apuesta ganadora y porque puede haber más actas fallidas que no se han hecho públicas, argumento que compró el exconsejero de Salud, Jon Darpón, cuando la parlamentaria de Elkarrekin Podemos Cristina Macazaga utilizó esos documentos como prueba del 'pucherazo' en varios debates políticos.
“Boicotear la OPE”
En el marco de las pesquisas sobre Anestesia, las representantes de Osakidetza también analizaron el papel de los denunciantes, hasta el punto de que la directora general entonces, la dimitida María Jesús Múgica, llegó a anunciar que avisarían a la Fiscalía al considerar su actitud como una “tentativa de actuación fraudulenta”, unas medidas que nunca se llegaron a adoptar. Principalmente Macho, tras recibir el portazo de la fiscal de Bizkaia, Ana Barrilero, y del 'ararteko', Manuel Lezertua, buscó pruebas con una grabadora haciéndose pasar por una opositora que buscaba las preguntas.
En este contexto, las investigadoras llamaron a Pablo Renedo, jefe de Anestesia de Mondragón. Lo convocaron exclusivamente para preguntarle por los denunciantes y no por las filtraciones, como demuestra que desconocieran que Renedo había participado en la OPE como opositor. Renedo acusa abiertamente a sus colegas Sánchez, Macho y Martínez de querer “boicotear la OPE”. Éste es un fragmento de su comparecencia, en la que las comisionadas de Osakidetza asumen como propio el argumento de “boicotear” y “cargarse” la OPE y en la que incluso preguntan qué “ganaban” los denunciantes al destapar este asunto:
El propio Renedo da los nombres de otras subordinadas que habrían colaborado con los denunciantes y pide que sean interrogadas, cosa que así se produce. También tuvieron que declarar Sánchez y Macho, no Martínez. Ambos acudieron acompañados por su delegado sindical, Patxi Nicolau (ESK), y se negaron a colaborar aduciendo que ya había abierta una investigación judicial para esclarecer los hechos. Sánchez, en todo caso, sí aclaró que si en su examen práctico escribió varios artículos del Código Penal fue porque entendía que “en ese momento” se estaba cometiendo un delito. “Esta investigación se lleva a cabo por hechos que todo el mundo conocíamos dentro de la empresa”, apostilló en su breve comparecencia.
En el aire queda lo ocurrido en el segundo examen, el de casos clínicos prácticos y decidido por los vocales del tribunal. Hay casos llamativos como personas que aprobaron el complicado primer examen que una puntuación muy ajustada y que, sin embargo, naufragaron en el segundo quedándose a las puertas de la plaza a pesar del esfuerzo de haber estudiado durante meses. Los miembros del tribunal aseguran en sus declaraciones que ningún opositor sacó un 10 en la segunda prueba y que si finalmente alguno recibió esa calificación fue porque se hicieron hasta cuatro revisiones al alza para compensar la “debacle” de la parte elaborada por Valero. Lo más significativo de las notas del práctico, en cambio, fue el elevadísimo número de ceros entre opositores que son profesionales en ejercicio y de larga trayectoria.