Bruce Hoffman (Estados Unidos, 1954) es uno de los mayores expertos de su país en contraterrorismo, tanto a nivel académico -dirige el centro de estudios de seguridad de la Universidad de Georgetown- como a nivel institucional -colaboró en la comisión de investigación tras el 11S y ha trabajado con la CIA y otros organismos gubernamentales-. Hoffman ofreció en noviembre una 'masterclass' en inglés sobre la amenaza yihadista, acto que tuvo lugar en el campus de Álava de la Universidad del País Vasco. Allí pidió al auditorio que no minusvalore el reto que supone el terrorismo islamista a pesar de la pérdida de territorio de Daesh o el aparente período de pausa en las actividades de Al Qaeda. Según este experto, el yihadismo maneja una “estrategia global para desbordar a las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia” y el fenómeno es ya inabarcable: “Necesitariamos una Stasi para seguir, identificar y monitorizar todo eso”.
Hoffman aportó unos datos que demuestran esa “globalidad” del fenómeno yihadista. Entre los 40.000 'foreign fighters' o extranjeros que se han enrolado en la guerra de Siria están representadas -recordó- 120 nacionalidades, “más de la mitad de los países del mundo” y de zonas tan aparentemente alejadas del islamismo como Latinoamérica o incluso Trinidad y Tobago. Daesh -el autoproclamado Estado Islámico que controló el califato ya recuperado en los últimos meses- también ha extendido sus tentáculos por el planeta copiando “brillantemente” la “exitosa” fórmula de franquicias locales que inició Al Qaeda y de la que precisamente surgió Daesh en su origen.
Si en 2014 estaba presente operativamente en siete países, en 2016 ya eran 16. Quizás la 'joint venture' más sangrienta ha sido la llevada a cabo en Nigeria con Boko Haram. Y, en ese escenario, ¿cómo se decapita a un monstruo con tantas cabezas? “El resultado de todo esto es que las ramas de Daesh pueden ser tan eficaces como el propio Daesh”, sostuvo Hoffman, que recordó que las organizaciones yihadistas tienen a su servicio a una elite de ingenieros, químicos, informáticos o comunicadores: “Dos tercios de los miembros de la célula del 11S tenían estudios superiores”.
En cuanto a Al Qaeda, ¿qué capacidad operativa le queda a la organización que derribó el World Trade Center de Nueva York en 2001? Según Hoffman, está “tranquila” pero “reordenándose” y “esperando su momento”. “Al Qaeda ha venido para quedarse. Reemergerá con una nueva cara”, garantizó el experto.
Incluso fue más allá al augurar una “fusión” entre Al Qaeda y Daesh. “La ideología es la misma. En los últimos años Daesh ha sido la marca más popular pero ahora puede absorber los restos de una organización debilitada. Al Qaeda ganaría sobre todo un poder de comunicación que nunca tuvo”, explicó el profesor. “Es como un tiburón nadando en círculos en el agua”, apostilló.
Entre los asistentes a la charla se hallaba el profesor Fernando Reinares, reputado experto en terrorismo en España. Sólo intervino al final para realizar alguna matización ideológica y explicar el papel que juega el takfirismo en el escenario actual. El takfirismo es una corriente de pensamiento dentro del islam que más que a los 'infieles' o no creyentes -que también- señala a los 'herejes' o malos creyentes. Ello explica que más del 90% de las víctimas de este terrorismo sean musulmanas, como se vio en el sangriento atentado el sinaí de finales de noviembre o en otros muchos conflictos entre suníes y chiíes, aunque la percepción en Occidente sea la de guerra entre religiones.
El Instituto Elcano elabora un perfil de los yihadistas
Colega de Reinares en el Real Instituto Elcano es la investigadora Carola García Calvo, que también participó en la jornada sobre yihadismo en Vitoria y que aprovechó el foro para presentar los resultados de un amplio análisis estadístico de la actividad terrorista en España desde 2013, con la 'operación Cesto', hasta 2017, trabajo actualizado con los datos relativos a los atentados de agosto en Barcelona y Cambrils. Una de las conclusiones de ese trabajo es que del total de detenidos (219) por delitos relacionados con el yihadismo la lealtad a Daesh es predominante (95%), lo cual no es incompatible con tener también a veces como referencia a Al Qaeda u otra franquicia.
actividad terrorista en España desde 2013, con la 'operación Cesto', hasta 2017
“Tener a Estado Islámico como organización de referencia resultaba compatible con considerar de parecida manera a otras entidades de la misma orientación ideológica, aunque compitiesen dentro del yihadismo global en su conjunto. En unas ocasiones han simultaneado dos o más organizaciones de referencia, incluso si estaban abiertamente movilizados en favor de una de ellas –fundamentalmente Estado Islámico en el caso de los yihadistas detenidos o muertos en España entre enero de 2013 y septiembre de 2017– sin reflejar en sus actitudes la rivalidad entre dicha entidad y Al Qaeda”, se puede leer en el informe del Real Instituto Elcano.
García Calvo explicó que son Barcelona, Ceuta y Madrid, por ese orden, los puntos calientes de la radicalización en España, mapa que ya era así previamente a los atentados de agosto. El trabajo permite trazar un perfil del yihadista en España hasta ahora no conocido con tanto nivel de detalle y prueba que es mayoritariamente joven y varón si bien “ahora más del 10% de detenidos son mujeres, un colectivo que se ha unido a la movilización yihadista”. En “más de la mitad” de las operaciones policiales no se ha detenido a activistas propiamente dichos, sino a personas implicadas en labores de propaganda, radicalización o reclutamiento. El 30% en cambio sí pueden ser considerados “terroristas operativos”, incluidos los integrantes de la célula de Ripoll que actuó en Barcelona y Cambrils y otros grupos como el desarticulado en 2015 que pretendía actuar contra musulmanes sufíes en Madrid o el que fue localizado en Barcelona con planes “avanzados” y armas y explosivos para asaltar el Parlament o Montjüic.
Aunque los procesos se han acortado por el peso de las nuevas tecnologías frente al adoctrinamiento más clásico en el entorno de las mezquitas, “la radicalización no ocurre de un día para otro”, alertó García Calvo sobre la importancia de hacer una monitorización del fenómeno, en el que los vínculos familiares, afectivos o de vecindad pesan más que los de nacionalidad, según la investigación. La profesora recordó que los Mossos d'Esquadra, por ejemplo, han elaborado un sistema para detectar “cambios físicos y conductuales” vinculados a la radicalización de jóvenes. “No son absolutos, pero sí se puede intervenir en algunos casos en un estadio no muy avanzado”, explicó.
Ningún aviso de radicalización a la Ertzaintza
Han sido 1.400 las llamadas de colaboración ciudadana que han llegado al buzón contra el radicalismo en España. Algunas han sido útiles para desarrollar actuaciones policiales y otras se han canalizado a través de los servicios sociales o educativos. En el caso concreto de Euskadi, la Ertzaintza ha iniciado un programa de charlas y reuniones con la comunidad musulmana en mezquitas que ahora se ha extendido a centros de menores. Los agentes de la unidad antiterrorista (OCI) han visitado ya una decena de templos explicando su función y animando a denunciar también posibles casos que se detecten en función de una serie de parámetros.
Los folletos que se reparte en los templos para que los propios musulmanes avisen de posibles casos de radicalización recogen una serie de “indicadores” que pueden “sugerir” que un joven esté pensando en dar el salto para convertirse en un terrorista. Según la Policía vasca, hay que analizar si “empiezan a no respetar a los padres”, “si pasan muchas horas en Internet y visitan páginas radicales”, si “obligan” a su entorno a practicar “hábitos islámicos no habituales”, si “hablan repetidamente” de la opresión que sufren los musulmanes en Occidente o si “escuchan música 'nasheed' de temática violenta”. La música 'nasheed' no incorpora instrumentos porque aparentemente son 'haram' según el Corán ('halal' es lo permitido, 'haram' lo prohibido). A partir de ahí, la Ertzaintza plantea “recomendaciones” que van desde “tener cautela” con determinados imames hasta “no fiarse de personas que hacen llamamientos para ir a zonas de conflicto” como Siria. En general, hay que “desconfiar de desconocidos de Internet que sugieren o animan a combatir” y de “personas que pasan el día hablando sobre guerra, chiísmo, opresión o la necesidad de ir a zonas de conflicto”. Fuentes policiales explican que, por el momento, no se ha dirigido nadie al buzón habilitado para prevenir estas situaciones.