El miércoles pasado se reunió el Grupo parlamentario socialista para definir la nueva etapa que se abre tras el acuerdo que cerrarán a principios de semana PNV y PSE. No va a ser fácil la tarea que tienen por delante José Antonio Pastor y los suyos. Conscientes de que el acuerdo estrecha el margen de oposición de los socialistas, el PSE quiere mantener ese extraño papel que han logrado de capitalizar la oposición al Gobierno de Urkullu, pese a ser la tercera fuerza en la Cámara, y difuminar la figura de Laura Mitegi (EH Bildu) como jefa de la oposición. Por eso en la primera comparecencia pública tras el verano –y en “vísperas” de que se cerrara el acuerdo entre peneuvistas y socialistas- Pastor quiso dejar claro que el pacto no va a suponer el fin de los quebraderos de cabeza del Ejecutivo.
¿Cómo lo van a conseguir los socialistas? La respuesta no es fácil. Es cierto que el acuerdo –al que darán marchamo de realidad las comisiones políticas de ambos partidos en la reunión que previsiblemente celebrarán a principios de la próxima semana- no es un pacto de legislatura. Y que por lo tanto no amarra al partido de Patxi López en su papel de oposición. Pero ya nada será igual. Ni para el PSE, ni para Urkullu. El Gobierno y el propio lehendakari obtendrán el oxígeno extra que necesitan para subir el ochomil en el que está embarcado el Ejecutivo en relación con el empleo y las políticas de reactivación económica. Es cierto que el pacto no implica un apoyo a los próximos presupuestos del gabinete Urkullu, pero compromete varias partidas por valor de varios cientos de millones de euros repartidos en los próximos tres años, algo que ha dificultado los últimos metros del camino hacia el pacto entre peneuvistas y socialistas.
De hecho, el documento que entregó el PSE el pasado 27 de agosto en la reunión que mantuvieron José Antonio Pastor y Rodolfo Ares con Andoni Ortuzar y Joseba Aurrekoetxea fue devuelto esta semana justo cuando los socialistas celebraban su Ejecutiva, el pasado lunes. “Fue una sorpresa porque el documento estaba lleno de rojos con los cambios que exigía el PNV. Creemos que lo que había pasado es que al visarlo el Gobierno y tener que concretar las partidas, la gente del Ejecutivo se puso nerviosa”, añade un buen conocedor de la última fase negociadora. De ahí que Patxi López saliera el mismo martes a avisar al PNV que o se concretaban las políticas y el destino de los fondos o el acuerdo –que en materia fiscal era una realidad- podía saltar por los aires. Ese mismo día, los negociadores retomaban los contactos con una reunión en la que se recondujo la situación. Durante toda la semana ambas partes han seguido ultimando el acuerdo y cruzándose documentos de forma que se ha pasado de los “escollos” a los “flecos” como antesala del pacto, según fuentes conocedoras de los últimos contactos.
Por eso esa aseveración de que el PSE mantendrá en el Parlamento una oposición “sin concesiones” para dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía es sobre todo un deseo. La realidad, previsiblemente, será mucho más complicada. Temas para marcar perfil propio existen: desde el Plan de Paz y Convivencia, hasta el debate sobre el “nuevo estatus” para Euskadi, pasando por la Ley Municipal o la reforma de la Ley de Territorios Históricos, por citar algunos. Pastor tiene el campo de juego mucho más estrecho, pero va a jugar la partida hasta el final. Y así lo explicará la Ejecutiva y Patxi López a los miembros del Comité Nacional el próximo 12 de septiembre. Para entonces, las comisiones políticas del PNV y del PSE-EE tienen que haber sancionado el acuerdo. Esa al menos es la previsión que manejan ambos partidos. La escenificación del pacto –que abrirá una nueva etapa en la política vasca- se producirá la semana siguiente. Y entonces un Urkullu mucho más tranquilo subirá al estrado del Parlamento en el debate de política general, que previsiblemente se adelantará al 19 de septiembre, en la reunión que tiene previsto mantener la mesa del Parlamento el próximo martes.
El curso político arranca este lunes en Euskadi con un pacto que va a cambiar la relación de enfrentamiento sin cuartel que han mantenido hasta ahora socialistas y peneuvistas. Las comisiones políticas de ambos partidos sancionarán el acuerdo por la mañana en el Parlamento. Ambos partidos ya no se darán la espalda, aunque como mantiene un dirigente socialista “la nueva etapa política que se abre en Euskadi no estará exenta de dificultades”.