“Era extraño ver a una persona con algún tipo de discapacidad en actitud sexualmente activa, pero como todas las minorías ahora empiezan a reivindicar sus derechos”, comenta la sexóloga Inma Ruiz de Lezana. Hasta ahora, las personas “diversamente funcionales” –como así se les denomina a los discapacitados físicos e intelectuales- “se les ha percibido como personas asexuadas, especialmente en el caso de las mujeres”. A veces, según la perspectiva generalizada de la ciudadanía, comenta Ruiz de Lezana, se puede llegar a pensar que tienen una sexualidad extralimitada o que no tienen una sexualidad activa, “pero son mitos, producto de historia que les ha mantenido en letargo”.
“La sobreprotección de las familias y los pocos espacios que tienen para socializarse” son las claves por las que se les ha impedido, según la profesional, que desarrollasen su actividad sexual como desearan. Debido a la “constante tutela de los progenitores” -sobre todo en las personas con discapacidad intelectual- gozan de poca intimidad. Además, se preocupan en exceso por los encuentros compartidos y “se le da poca importancia a todos los procesos biológicos a los que se enfrentan”:m¿Cómo afronta e interpreta un joven con discapacidad intelectual su primera erección? ¿Y una chica su primera regla?
Uno de los hándicap principales para que presenten más dificultades en este ámbito es que “no gocen de espacios de intimidad ni de socialización”. Esto, según Ruiz de Lezana, puede desarrollar problemas a la hora de saber identificar qué cosas hay que hacer en espacios públicos y qué en los privados. “Si no se les ha acostumbrado a tener un espacio privado, no disciernen entre uno y otro, por lo que pueden darse conductas inadaptadas”. Este es otro de los problemas que se presentan con asiduidad en las personas con diversidad funcional.
Se les excluye de entornos sexualmente educativos
Se les excluye de entornos sexualmente educativos“Por miedo a los riesgos que las prácticas sexuales pueden suponer”, se les tutela continuamente y se genera el efecto contrario, se les invade el espacio de intimidad para intentar prevenir, apunta esta experta.
“Sí que es cierto que se dan con más regularidad los abusos sexuales en personas con discapacidad intelectual, no tienen recursos, no saben identificar si algo tiene contenido erótico. No tienen herramientas”, explica Marañón. Por ello, se trata de empoderar a estos hombres y mujeres, “para que sepan afrontar todo tipo de situaciones”, reivindica la sexóloga.