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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El vino de Rioja afronta nubarrones por el Brexit, el cambio climático y el divorcio de las bodegas vascas

Decir Rioja y pensar en vino es casi un automatismo. El sector representa el 20% del PIB en la comunidad autónoma de La Rioja y el 15% de la comarca vasca de la Rioja Alavesa, la más rica de todo Euskadi, con un nivel de renta 20.000 euros por encima de la media (56.339 euros anuales 'per capita'). El cálculo sube hasta el 50% si se tienen en cuenta los sectores auxiliares y otros vinculados, como el creciente turismo del vino. En elecciones autonómicas en La Rioja y forales en Álava un asunto tan estratégico no escapa del debate de campaña, más cuando existe tensión en parte de las bodegas de la parte vasca por usar la marca Rioja, cuando el sector está pagando la inestabilidad de algunos mercados como el británico, aquejado por el Brexit, y cuando la parte de la comunidad riojana no volcada en la vid alza la voz ante la ausencia de inversiones y el riesgo de despoblación. A todo ello se suma el cambio climático, que puede condicionar el futuro de la gallina de los huevos de oro.

“Si coge un constipado el sector, acabamos todos con un catarro de tres pares de narices. Se ha crecido mucho, pero todo en el entorno del vino”, resume el alcalde de Laguardia, cabecera de la comarca de la Rioja Alavesa, Pedro León, que se presentó a las elecciones del 2015 por el PP y que ahora no repite. Más gráficamente, al otro lado del Ebro, el representante de Equo y candidato de Unidas Podemos al Parlamento autonómico, Joaquín Giró, remarca que “todo municipio que tenga capacidad de sostener una parra, se dedica a eso”.

El pueblo de León, considerada una de las villas más hermosas de España, es la localidad de toda la denominación de origen -que abraza, incluso, algunas zonas de Navarra- con más bodegas. Con sólo 1.505 habitantes, hay 57 bodegas. Una por cada 26 personas. Y por cada vecino a casi dos hectáreas y media de uva. Le sigue muy de lejos San Vicente de la Sonsierra, en La Rioja, con 32 empresas y 1.826 hectáreas. Haro, candidata a capital europea del vino, tiene 19 bodegas. Con estos datos en la mano, León sabe muy bien de la importancia de que el sector siga viento en popa. 

La “varita mágica” del vino

“Es la varita mágica para fijar población en la zona rural”, señala. “No creo que haya una villa con mayor éxito que Laguardia, pero de cara a una crisis en el sector afectaría notablemente. Se ha diversificado mucho, pero sin salir del mundo del vino”, incide el regidor del PP. Y es que no sólo se trata de producir y embotellar caldos. Todo el turismo de la región está vinculado sí o sí al vino. Él mismo, en unas semanas volverá a su trabajo en el sector al dar por concluida su etapa política. “Turísticamente hemos crecido un 36% esta legislatura. Es una creación importante de puesto de trabajo”, indica León, que cita de carrerilla que en su pueblo hay siete bodegas más en marcha y doce ampliaciones de las existentes. Habla de proyectos de hasta “ocho o nueve millones de euros” de una tacada.

“Sí, en La Rioja también hay mucha gente que vive del vino. El vino es un valor para nosotros. Muchas familias viven de ello”, coincide el diputado riojano del PSOE Juan Cuatrecasas, experto en la materia. Según Giró, en la comunidad autónoma todavía puede exprimirse más el sector. Ve margen de crecimiento, sobre todo en lo que al enoturismo se refiere. 

Brexit: 16% menos de ventas al Reino Unido

Pero en este cielo azul sobre las viñas hay algunos nubarrones. En 2018, según datos del consejo regulador del vino de Rioja, las ventas cayeron más de un 7%. La producción, en casi un tercio, se exporta al extranjero. Un gran cliente es el Reino Unido, sumido en una crisis existencial sobre su relación con el resto de Europa. Allí las botellas compradas se desplomaron un 16%. 

En Álava, además, está muy vivo el debate sobre la diferenciación o separación de los caldos vascos y los riojanos, aunque un dato revelador es que la Rioja Alavesa produce un 34% más de vino que uvas cultiva, lo que indica que parte de la materia prima procede de otras zonas de la denominación de origen conjunta. Así se explicaba el vicepresidente de la asociación de bodegueros de la comarca, Carlos Fernández Gómez, en un 'blog' institucional preguntado por la apuesta por una nueva marca distinta a la de Rioja: Viñedos de Álava. “Para nuestro modelo de negocio, la nueva DO significa la salvación. ¡La salvación! Va a ser duro. Que no piensen que vamos a hacer una nueva DO y vamos a vender el vino más caro (...). No creo que el Consejo Rioja vaya a ceder. Es más, esto no es un problema de Rioja Alavesa, es un problema de Rioja Alta, es un problema de Haro, que ahora ya no vende la palabra Rioja, sino el barrio de la Estación de Haro. Teníamos que hacer algo porque nos están comiendo”.

Vinos de Euskadi y no de Rioja

Esa asociación se llamaba ABRA, Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa. Pero recientemente pasó a llamarse Asociación de Bodegas de Euskadi, un polémico cambio de nombre votado por 12 de los 20 participantes en la reunión de un total de 110 integrantes aproximados de la entidad. Muchas voces vieron una mano política en este giro. Gabriel Frías, expresidente de ABRA/ABE ahora concurre a las elecciones forales alavesas por EH Bildu. 

El PNV, en cambio, es contrario a esta escisión. Su candidato en Álava y diputado general, Ramiro González, ha defendido siempre la diferenciación de la producción propia de la comarca vasca, pero siempre dentro del paraguas global de Rioja. Así se pronunciaba González en una entrevista concedida a este periódico: “Hay que insistir en la necesidad de la diferenciación del vino de Rioja Alavesa. Seguimos pensando lo mismo. Seguimos pensando lo mismo. Seguimos pensando que es imprescindible que el vino de Rioja Alavesa se diferencie. Es un vino de extraordinaria calidad y tiene que diferenciarse en un entorno en el que cada vez es más complicado encontrar un hueco en el mercado del vino. Pero lo que ha ocurrido en la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa transformándose en Asociación de Bodegas de Euskadi… En primer lugar, me ha sorprendido. Me ha sorprendido. No tenía información previa de lo que iba a ocurrir. No hubo contacto previo con la Diputación Foral de Álava. Respeto la decisión porque es una asociación privada y tengo que respetarla. Pero no puedo más que decir que no lo entiendo. Resulta incomprensible que alguien que tiene la posibilidad de utilizar una denominación con tanta potencia, que representa tanto como Rioja Alavesa, renuncie a ella de manera voluntaria. No lo entiendo. Es algo muy difícil de explicar y yo desde luego no lo comparto”.

Pedro León también es muy claro. “Todo afecta en negativo. Es terrible. Es político. Son unos irresponsables y no miran a la economía de la zona”, protesta. ¿Y qué piensan en La Rioja? “Ha sido un movimiento extraño de algunas bodegas”, opina Giró, que no comprende que “llevando una marca que ha conseguido un espacio en el mercado internacional” se renuncie a ella. “En realidad, no hay gran diferenciación entre vinos de Rioja Alavesa y de Rioja Alta salvo para los muy aficionados, que pueden tener sus pueblos favoritos. Y, si se llaman Vinos de Euskadi, adiós, caerían en picado. Todo el mundo coincide en que sería una debacle que un Rioja dejara de llamarse Rioja”, apunta el candidato de Unidas Podemos a diputado autonómico.

Dos tercios de La Rioja sin vino y sin inversiones

En La Rioja preocupa más la situación de los siete valles, de esa zona de la región no volcada en el vino y que es una de las más afectadas por la despoblación en España. Giró considera que hay “dos velocidades” en su región. Una zona en crecimiento y económicamente pujante en la zona del Ebro y otros pueblos carentes de inversiones y de servicios en el resto del territorio. “Son dos terceras partes del territorio de La Rioja”, alerta Giró, que incide en que allí escasean los colegios, la atención sanitaria y hasta los cajeros automáticos. 

Sobre La Rioja vaciada habla también Cuatrecasas. “En pocos años, la comunidad autónoma ha perdido la población equivalente a todos los que viven en Nájera”, incide. Son unas 8.000 personas, el 2,5%. Coincide con Giró en que los Gobiernos de Pedro Sanz -y ahora de José Ignacio Ceniceros- han descuidado las inversión y la cohesión territorial. “Haro está mejor comunicado con Vitoria que con Logroño. ¿Dónde ha ido el dinero de las inversiones? ¿Y los jóvenes? Los jóvenes no tienen oportunidades. Y no es que se vayan a Madrid. Se van incluso a Lituania”, explica. Pero es claro en que la causa de estos males no es el monocultivo del vino, ya que interpreta que se pueden desarrollar políticas “complementarias” sin ir en contra de la joya de la corona de la economía local.

Giró, además, incorpora al debate el factor del cambio climático, que obligará al mundo del vino a adaptarse. “El 90% de los vitivinicultores son conscientes de esta realidad. Aquí no hay negacionistas. Eso ya es un paso. La concienciación. Y hay algunas bodegas que están experimentando ya ante la falta o escasez de lluvias, como colocar la vid por encima de 700 metros, aunque ahora la denominación de origen no lo permite. Y también ahora toda la Rioja es tempranillo y quizás en el futuro la garnacha sea más importante”, señala.  Los efectos se hacen sentir ya. No es extraño leer titulares en la prensa local sobre las consecuencias nefastas de heladas fuera de temporada o lluvias torrenciales. “En estos últimos 30 años se ha visto que las temperaturas han aumentado de media un grado en La Rioja”, remarca Giró. Y Cuatrecasas añade que el producto ha cambiado con el clima: “Si cogemos una botella de 1970, tiene una graduación de 12 grados. Ahora tienen 13,5 ó 14 grados. Ya no hay vinos finos de Rioja”.