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Frenazo en Euskadi de la vacuna contra la COVID-19: 178.000 no han pedido cita y el 70% de los jóvenes está sin refuerzo

Un helicóptero, en el vacunódromo de Lakua de Vitoria

Iker Rioja Andueza

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En los últimos tres meses en Euskadi, de mediados de enero a mediados de abril, se han administrado 321.330 dosis de vacuna contra la COVID-19. Entre mediados de octubre y mediados de enero, el mismo tiempo, fueron el triple, 975.199. La campaña ha vivido un frenazo muy claro. Quedan 340.312 vascos sin vacunar, el 15,62%. Eso sí, es una cifra que aglutina a quienes no han querido recibirla (178.120, según las estimaciones de este periódico) pero también a los niños menores de cinco años no vacunables (54.571), a los que la tienen contraindicada (74.052) y a quienes están a la espera de completar la pauta (33.569 hasta el miércoles, 12.071 de ellos adultos).

Las personas con pauta completa son ahora mismo 1.837.688, apenas 18.491 más que a mediados de enero. De octubre a esa fecha subió ese indicador en 53.064 personas y de julio a octubre, también tres meses, fueron 673.631 personas las que obtuvieron el certificado de vacunación. Era el tiempo en que los grandes vacunódromos, ya cerrados hace meses, estaban a pleno rendimiento, con hasta 30.000 vacunados cada día. Esos espacios se abrieron precisamente hace un año, coincidiendo con la Semana Santa.

Según los últimos datos disponibles, el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) cuenta con una reserva de 40.776 unidades de Pfizer y de 51.543 de la versión pediátrica. Más complejo es conocer el almacenaje de Moderna, ya que cada dosis se reparte en dos jeringuillas en los refuerzos y, además, de cada vial de diez se extraen once, por lo que se maximiza su empleo. De hecho, constan como administradas el 138% de los unidades de esta marca recibidas. Hace tiempo que AstraZeneca y la monodosis Janssen quedaron fuera de la ecuación.

Aunque los niveles de cobertura son amplios y, lógicamente, las citas ya no son tan masivas como meses atrás, hay dos indicadores muestran a las claras el frenazo de la campaña de vacunación, aunque en parte están condicionados por un gran volumen de contagios durante el período navideño que obligan a posponer el proceso. Por un lado, la campaña infantil está manifiestamente estancada. Hay un 59,5% de la población de 5 a 11 años que ha acudido a inmunizarse pero hace dos meses, a mediados de febrero, eran ya el 57,3%. En el primer mes tras autorizarse las vacunas pediátricas acudió el 48,6%. El 44,7% de los menores de esa edad tiene la pauta completa o, lo que es lo mismo, más de la mitad no.

En cuanto a los refuerzos, el 69,3% de quien se había vacunado ha acudido a por el segundo o tercer pinchazo, en función de sus circunstancias. Pero el dato esconde un gran desequilibrio por edades. Entre los mayores de 60, considerado el grupo etario de mayor riesgo, el porcentaje no baja del 91% con picos del 97,6% entre nonagenarios y centenarios. Para ellos, la letalidad de la COVID-19 es del 20% todavía hoy. Pero de los 60 para abajo cae en picado esa proporción. En los quincuagenarios ha respondido el 78,5%, en los cuarentañeros un 58,8%, en los treintañeros un 38,7% y en los jóvenes de 18 a 29 años solamente un 28,8% ha pedido un ‘booster’.

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