“Desde fuera ven a los pueblos indígenas con la lógica del folklorismo en lugar de darse cuenta del saqueo y la represión que vivimos”
Este 15 de septiembre se celebra el Bicentenario de la Independencia de Guatemala. El Gobierno, como cada año, había propuesto cerca de 200 actos oficiales -que han tenido que ser suspendidos por la COVID-19- en honor a la Independencia de Centroamérica de España en 1821. Sin embargo, parte de la población guatemalteca no siente que realmente exista esa independencia. Se trata de la población indígena, que denuncia que a día de hoy continúa sumida en la pobreza y discriminación y es permanentemente víctima de violentos saqueos. Para reivindicar sus derechos, este miércoles saldrán a la calle en manifestaciones por todo el país convocadas por el Comité de Desarrollo Campesino (Codeca).
Leiria Vay García es una mujer e indígena Maya K ́iche que forma parte de la dirección política de Codeca. Ha estado durante más de cinco meses en Euskadi dentro del Programa vasco de Protección Temporal a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos, donde ha podido estrechar lazos con activistas vascos, denunciar la represión de su pueblo y visibilizar las luchas de su movimiento, en el que en los últimos dos años, 20 integrantes han sido asesinados y ninguno de esos crímenes ha sido esclarecido.
Ahora, de vuelta a su Guatemala natal, a sabiendas del peligro que corre, no duda en salir a manifestarse para denunciar la situación de los pueblos indígenas. “Vamos a hacer una movilización a nivel nacional para denunciar lo que realmente representa el Bicentenario para los pueblos. Desde el Gobierno central insisten en que es fiesta, que es un aniversario, pero para los pueblos indígenas lo único que ha representado el Bicentenario ha sido represión, saqueo y discriminación. Nos han impuesto muchas cosas, entre ellas, que tenemos libertad e independencia, pero no vemos dónde. Aquí seguimos sumergidos en pobreza, discriminación, saqueos y manipulación. No tenemos nada de eso que dicen. Por eso estamos luchando, porque queremos ser sujetos y sujetas de derechos, pero también queremos posicionar a la Madre Tierra como sujeta de derechos”, explica Leiria Vay a elDiario.es/Euskadi.
Nos han impuesto muchas cosas, entre ellas, que tenemos libertad e independencia, pero no vemos dónde
La familia de Leiria Vay lleva luchando por los derechos de los pueblos indígenas durante varias generaciones. Su abuelo, fue asesinado cuando ella era una niña, lo que hizo que desde muy pequeña tuvieran que vivir huyendo. A su padre, campesino que trabajaba cortando caña de azúcar, lo persiguen desde que realizó una huelga para exigir derechos laborales para su puesto de trabajo.
“A mi papá lo han disparado, tiene dos balas en el cuerpo. Hemos vivido huyendo mucho tiempo. Ha sido una persona que sufrió en carne propia la represión durante el conflicto armado, eso hizo que nosotros nos movilizáramos. Ahí empezó la lucha de mi papá y después de eso, en 1992, junto con otras personas, decidieron formar lo que hoy es Codeca, un movimiento social que se dedicara a luchar por los derechos de la tierra y los derechos laborales”, asegura.
Su padre fue uno de los fundadores de Codeca en los años 90 y ella le acompañaba a las reuniones cuando era una niña. Como la mayoría de los integrantes del movimiento no sabía leer ni escribir, Leiria era la encargada de escribir las cartas, las actas y tomar notas acerca de las acciones que llevarían a cabo en la organización. A lo largo de los años ha ido formando parte de diferentes estructuras, desde el área de juventud en el 2000 hasta la junta directiva y la dirección jurídica, donde se encuentra ahora.
“En Guatemala los medios de comunicación han jugado un rol importante de desinformación tanto para la población acá como a nivel externo. Entonces, nunca se sabe qué es lo que está pasando. Desde fuera muchos ven a los pueblos indígenas con la lógica del folklorismo, de qué bonito el traje o qué rica la comida, pero no se dan cuenta o no se quieren dar cuenta de lo que realmente está pasando en el país. Los pueblos indígenas vivimos sin Estado y sin derechos por todo el saqueo y la represión que vivimos de manera permanente”, lamenta Leiria Vay.
Los pueblos indígenas vivimos sin Estado y sin derechos por todo el saqueo y la represión que vivimos de manera permanente
En los últimos años tanto la dirigencia de Codeca como la propia Leiria Vay han sufrido ataques como amenazas verbales, telefónicas e incluso por parte del Ministerio Público de su país. “En Guatemala existe la Fiscalía contra el hurto de fluidos de energía eléctrica. Esa Fiscalía se dedica a perseguir y criminalizar a la dirigencia de Codeca. Han iniciado un proceso penal contra toda la dirigencia, no ha podido demostrar que somos delincuentes, pero han iniciado procesos contra más de 4.000 personas. Han realizado ataques directos a la oficina, ha entrado gente armada. Esas son las diferentes formas de amenazar, hostigar, intimidar a la dirigencia de Codeca”, explica.
Trabajadores en semiesclavitud con jornadas laborales de 20 horas
Entre las razones por las que la organización es tan perseguida son las acciones que realizan, como una investigación a nivel nacional que demostró que los y las trabajadoras agrícolas vivían situaciones de semiesclavitud con jornadas laborales de hasta 20 horas al día en fincas privadas. Cuando trataron de informar de estas situaciones a Inspección de Trabajo, les aseguraban que “todo estaba correcto”.
“Nos dimos cuenta de que estas situaciones pasaban desapercibidas ante la ley y en Guatemala no hay datos que muestren las violaciones de los derechos laborales por lo que decidimos realizar una investigación a nivel nacional al respecto. Tras la investigación evidenciamos que las y los trabajadores del campo o del sector agrícola viven en situaciones de semiesclavitud. Hay un 90% de los trabajadores que reciben un salario inferior al mínimo legal y en el caso de las mujeres es un 97%. No estamos hablando de la mitad, sino de que casi el 100% de la gente que trabaja, trabaja más de las 8 horas que establece la ley porque trabaja entre 12 y 16 horas e incluso algunas personas entre 18 y 20 horas y gana menos de lo que establece la ley actual”, asegura Leiria.
El caso de las trabajadoras era aún peor, puesto que muchas de ellas, en las fincas se dedicaban a realizar labores “invisibilizadas” como tareas de acompañamiento a sus padres, maridos o hermanos. De esta manera, a pesar de trabajar, no recibían ningún tipo de salario por sus labores. “Esto hace que las mujeres sean más pobres, no porque no trabajan, sino porque no les pagan sus trabajos. Además, los niños tienen que ir a trabajar en lugar de ir a la escuela”, denuncia.
“Nosotros lo denunciamos y a partir ahí iniciaron una campaña de difamación diciendo que estamos en contra del desarrollo, en contra de la inversión privada y una serie de difamaciones que no son ciertas. Lo único que estábamos haciendo era diciendo una realidad que se vive en el país, que es la explotación laboral. Algunos casos llegaron a ganarse en los tribunales, pero el problema es que los trabajadores que iniciaron los procesos penales contra las fincas que explotan laboralmente entraron en una lista negra para que no se les diera trabajo en ningún otro lado. Es un mecanismo de represión porque sí ganamos unos casos, pero hubo represión para la gente que se atrevía a denunciar la sobre explotación laboral”, lamenta Leiria Vay, que asegura que la lucha de Codeca se basa en lograr cambios estructurales para que este tipo de cuestiones dejen de pasar y por eso es uno de los movimientos más perseguidos del país.
30 defensoras acogidas en Euskadi en los últimos 10 años
Leiria Vay es una de las 30 mujeres que durante los últimos 10 años han formado parte del Programa vasco de Protección Temporal a Defensoras y Defensores de Derechos Humanos, impulsado por el Gobierno vasco y gestionado por CEAR- Euskadi. El objetivo del programa es acoger temporalmente en Euskadi a personas que se encuentren en peligro de muerte por sus labores de defensa de los derechos humanos. La mayoría de las integrantes del programa en los últimos años han sido mujeres procedentes de Colombia, Perú, Honduras, Guatemala y Sahara, que llegan a Euskadi para tratar de descansar, cambiar de rutina y recuperarse, pero sin dejar atrás la lucha que llevan dentro.
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