Gema Varona: “En España, por miedo a la reputación, se ha visto antes a la Iglesia que a los menores que sufrían abusos”
A lo largo de esta semana está teniendo lugar en Donostia dentro de los Cursos de Verano (UPV/EHU) el Simposio Internacional de la Sociedad Mundial de Victimología, que congrega a investigadores de todo el mundo con el objetivo de identificar, prevenir, investigar y dar respuestas psicológicas y socio-jurídicas a los procesos de victimización. Su directora es la doctora investigadora del Instituto Vasco de Criminología, Gema Varona, y ha organizado un encuentro en el que además de los expertos, han participado en conferencias víctimas de violencia terrorista, violencia política, violencia de género, medioambiental en el ámbito empresarial y víctimas de abusos sexuales en la Iglesia, ámbito en el que se centran gran parte de las investigaciones de Varona.
Entre las conferencias que ha protagonizado se encuentra 'Testimonios de víctimas y testigos del encuentro internacional de encuentros restaurativos en casos de terrorismo y violencia política', que ha compartido con la víctima de ETA Maixabel Lasa y Pili Zabala, víctima de los GAL, además de otras víctimas de violencia terrorista y política, o la conferencia 'Víctimas y victimarios en el terrorismo yihadista: entre el medio penitenciario y la justicia restaurativa'. En ambas, sus participantes han hablado sobre los beneficios de la justicia restaurativa y de los encuentros restaurativos entre las víctimas y las personas que cometen los delitos, siempre y cuando haya voluntad de esas personas y no haya manipulación política o ideológica de por medio.
El simposio que está teniendo lugar en Donostia reúne estos días a más de 400 expertos mundiales en victimología. ¿Por qué es importante la perspectiva de la víctima en la Justicia o en la investigación de los delitos?
Porque es evidente que la persona más afectada por un delito es la víctima. Es cierto que hay delitos interpersonales, delitos contra bienes jurídicos, que son más difusos, o delitos ecológicos, pero que también terminan impactando en la sociedad. Si no conocemos la experiencia de ese daño, no podemos ser conscientes de cómo podemos repararlo. Lo que no tiene sentido es haber diseñado un Derecho Penal que no tenga en cuenta cuáles son las necesidades de las víctimas. El concepto de víctima no puede ser paternalista, de pensar 'qué pobrecito', sino que tiene que incluir que la víctima tiene una serie de derechos, tiene que recuperar su vida y, para eso, o tiene la solidaridad de la sociedad o no podrá hacerlo.
Ha participado en varias conferencias, como la que tuvo lugar el martes sobre víctimas del terrorismo y violencia política junto a Maixabel Lasa y Pili Zabala. Sus victimarios eran de signo opuesto pero, ¿son iguales como víctimas?
No, cada víctima es un mundo. Las víctimas son como cualquier ser humano, al igual que los victimarios también han surgido en sociedad. Las víctimas tienen en común el haber sufrido un mal que no merecían, sufren una injusticia en ese sentido, un mal impuesto por alguien. Yo creo que ahí lo importante es saber que en el caso del terrorismo las víctimas son tratadas como cosas, da igual qué tipo de terrorismo sea, siempre las víctimas son utilizadas para un fin político. El fin justifica los medios, la idea vale más que la vida de la persona. Hay una cosificación y, al mismo tiempo, una violencia política de esas características trata de infundir miedo a toda la sociedad o a un colectivo.
No tiene sentido es haber diseñado un Derecho Penal que no tiene en cuenta cuáles son las necesidades de las víctimas
¿Cuáles son los beneficios de los encuentros restaurativos?
Los beneficios son múltiples. En el caso de las personas que son víctimas, les permiten tener una participación que no tienen de otra manera, les permiten hablar en su propia voz, que nadie hable por ellas, tener un tiempo y un espacio en el que se sientan cómodas, poder preguntar y poder ganar, de alguna manera, el control de una situación que lo que ha hecho ha sido arrebatarle su vida. A las personas que han cometido el delito les da la posibilidad de recuperar su vida a través de un cambio y de demostrar a la otra persona que no son las personas que eran. En los encuentros pueden dar una serie de explicaciones de que lo que hicieron no fue justificable, pero que es algo que no se va a volver a repetir. En cuanto a los beneficios para la sociedad, este tipo de encuentros dan la posibilidad de acompañar a las personas más afectadas en el camino de recuperar su vida y de ver cómo si respondemos a la violencia desde las instituciones, a veces creamos o perpetuamos más daños.
¿Ha impulsado estos encuentros la película ‘Maixabel’?
La película 'Maixabel' recoge lo que fueron unos encuentros reales, pero la justicia restaurativa se viene haciendo desde los años 70. Empezó en Canadá y ha tenido un desarrollo en el resto de países. En nuestra legislación se desarrolla con todo tipo de delitos, exceptuando la mediación en delitos de violencia de género, tal y como se define en el ordenamiento jurídico español.
¿Cómo se prepara a una víctima para que se reúna con el asesino de su marido, como es el caso de Lasa?
Lo primero que debería preguntarse en estas cuestiones es si hay un interés en que se reúnan y quién tiene ese interés. En el caso de los encuentros restaurativos en los que participó Maixabel, fue una iniciativa de personas de ETA que rectificaron y quisieron dar ese paso. Cuando se lo plantearon a Maixabel, ella tuvo una reflexión. La justicia restaurativa no es un camino sencillo ni el más rápido, es complejo y no es para todas las personas. Ella misma ha dicho en el simposio, que las víctimas que quieren acceder a los encuentros restaurativos no son ni mejores ni peores que otras, simplemente les mueve un interés, una curiosidad o el querer contribuir en la sociedad como un ejemplo de lo que puede ser no devolver mal con mal.
Las víctimas que quieren acceder a los encuentros restaurativos no son ni mejores ni peores que otras, simplemente les mueve un interés, una curiosidad o el querer contribuir en la sociedad como un ejemplo de lo que puede ser no devolver mal con mal
En su trabajo 'La red de encuentros restaurativos en casos de terrorismo. Eco social de un proyecto internacional' habla sobre que es “preciso evitar el partidismo y la manipulación política de la justicia restaurativa en casos de terrorismo”. ¿Fue eso lo que acabó con la vía Nanclares en la etapa de Rajoy?
No, bueno, cuando esos encuentros se realizaron en los años 2011 y 2012, cesaron también por críticas de algunas víctimas. Creo que no supimos explicar bien qué es la justicia restaurativa. Se puede hacer mal, pero si se siguen los estándares internacionales de Naciones Unidas o del Consejo de Europa, se entiende que la justicia restaurativa no es banalización de los hechos ni justicia punitiva.
También ha participado en una mesa redonda sobre víctimas del terrorismo yihadista. ¿Qué diferencia hay entre el terrorismo yihadista y el de ETA?
Muchas diferencias. No tiene nada que ver un terrorismo que surge en una etapa concreta en Europa con otro que además tiene connotaciones religiosas. Vemos, por los datos que se han dado en el simposio, que en el terrorismo yihadista muchos son lobos solitarios, no pertenecen a una estructura piramidal como era ETA, sino mucho más difusa. Tienen muchas diferencias, pero como todo tipo de terrorismo tienen en común la cosificación de las víctimas o la idea por encima de la vida. Otra diferencia es que con el terrorismo yihadista se ha trabajado la desvinculación y la desradicalización, cosa que con el terrorismo de ETA no se ha trabajado tanto. La justicia restaurativa permite ser aplicada a cada caso, viendo las necesidades de las personas que quieren participar en ella, se diseña un proceso concreto para ellas, para reparar tanto a las víctimas como a la sociedad en general.
Usted ha criticado que la fórmula de una comisión parlamentaria para investigar los abusos sexuales en la Iglesia Católica no es la adecuada. ¿Por qué? ¿Qué sería lo adecuado?
Supongo que lo adecuado es lo que está haciendo ahora el Defensor del Pueblo, que es crear una comisión específica alejada de los focos. Una comisión parlamentaria no tendría un personal que se dedicara exclusivamente a ello, no tiene esas herramientas, citan a personas para hablar, pero no hay nadie que vaya a escuchar a las víctimas. Además, no creo que tuvieran la tranquilidad que pueden tener para hablar fuera de focos. Es una cuestión de derechos humanos, no es una cuestión de ningún tipo de ideología, hay que garantizar la independencia, la profesionalidad y el tiempo para hacerlo.
Como investigadora, ¿qué barreras se ha encontrado por parte de la Iglesia española para llevar a cabo sus investigaciones sobre abusos sexuales?
Nosotros investigamos con rigor científico y, para ello, necesitamos ayuda. Cuando solicitamos esa ayuda en el año 2013 y en los años 2018 y 2019 para un proyecto con compañeros de la Universidad de Barcelona y de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC) a veces no tuvimos respuesta o la respuesta era que no había ningún caso. Hay que entenderlo en un contexto de cambio, las cosas están cambiando y, por lo tanto, igual no fuimos merecedores como Universidad de la confianza para colaborar con los datos.
Una persona que ha sufrido abusos sexuales en la infancia puede dejar de ser víctima, tenemos ejemplos claros de ello, al igual que tenemos ejemplos de personas que se han terminado suicidando por esas situaciones
Usted ha estado durante años investigando secuelas en víctimas de abusos sexuales en la iglesia. ¿Deja de ser víctima alguna vez una persona que ha sufrido este trauma en la infancia?
Hay que volver al concepto de víctima. Víctima es una condición, una víctima es muchas más cosas, es hijo, es padre, es ciudadano...Lo que ocurre es que el dolor que se ha producido en la infancia o en la adolescencia es una ruptura de su 'yo', de su confianza en los demás y de su confianza en el futuro y eso deja unas secuelas que afectan a su desarrollo. Ahora bien, depende de cada persona. Las personas son muy resilientes, lo que pasa es que la resiliencia no está igualmente distribuida e igualmente necesitan solidaridad, prevención, intervención y reparación. Claro que puede dejar de ser víctima, tenemos ejemplos claros de ello, al igual que tenemos ejemplos de personas que se han terminado suicidando por esas situaciones. Hay casos muy graves, pero también tenemos otros con una capacidad de resiliencia a pesar de no haber tenido ningún tipo de ayuda ya no por la Iglesia, sino por instituciones estatales o por la sociedad.
¿En qué difieren esas secuelas de las que se encuentran en otros tipos de abuso sexual, como dentro de la familia o la pareja?
Cuando los casos de abuso sexual ocurren en la Iglesia Católica, hay una traición de la confianza institucional y espiritual. Lo hemos analizado en varios estudios, porque en estos casos, el que abusa es la persona que representa a Dios, que te tiene que proteger y eso crea muchísima confusión porque además estamos hablando de niños y adolescentes. En estos casos ha habido una victimización secundaria al haber procesos documentados, silenciamiento y de encubrimiento general. No se ha respondido bien a los casos de abusos sexuales en la Iglesia porque hay un temor institucional a perder la reputación. Se ha visto antes a la institución que al menor que sufría.
¿Es posible una justicia restaurativa que siente a curas pederastas con sus víctimas?
Ha pasado en algunas ocasiones, son procesos confidenciales que han ocurrido y existen en nuestro país para las personas que lo desean, pero algo así solo puede pasar cuando se reconozcan los casos y, de momento, no hay reconocimientos. Ocurrirá dentro de mucho tiempo porque nadie tiene interés en sentarse con alguien que no reconoce lo que hizo y que no tiene garantías de que ese encuentro le vaya a reparar.
Si nos ponemos en la piel de las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia en España podemos entender perfectamente por qué no denuncian ni quieren dar la cara a diferencia de en otros países donde han tenido más apoyo
¿Cuánto tardará ese cambio en llegar?
No lo sé. En ningún país ha ocurrido de motu proprio, el cambio ha sido porque se ha visto obligado, porque los medios han puesto el foco en los casos. Tenemos casos documentados de los años 80 que salieron en la prensa y no tuvo ninguna repercusión o que los medios no hicieron ningún caso. No es solo problema de la Iglesia, tampoco los medios pusieron el interés que se pone ahora. También ha ocurrido con otro tipo de victimizaciones, como la violencia de género. Yo creo que ya no hay un camino de vuelta atrás, ya no estamos en la posición que estábamos y no hay esa negación de que nuestro país es diferente. Al principio se escuchaba que España era un país distinto en el que no se habían producido este tipo de abusos.
¿Por qué en España se producía esa diferencia con respecto a otros países?
Porque es un país en el que el peso de la Iglesia es mayor que el de algunas instituciones y donde el movimiento asociativo de las víctimas es muy costoso que actúe porque no ha habido un respaldo social y menos en determinados territorios. Las primeras víctimas son las que han tenido un mayor coraje y han estado solas muchísimas veces, han sufrido lo que se llama la soledad ética, se les ha cuestionado su credibilidad y lo han hecho a un coste personal muy grande, porque nadie les ha apoyado. Si nos ponemos en la piel de las víctimas podemos entender perfectamente por qué no denuncian ni quieren dar la cara a diferencia de en otros países donde han tenido más apoyo.
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