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Iriarte esboza un discurso económico en la investidura y ofrece una alternativa a la “parálisis” de Urkullu

Maddalen Iriarte y su equipo, a su llegada al Parlamento

Iker Rioja Andueza

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Maddalen Iriarte ha querido llevar hasta el final su candidatura a lehendakari a pesar de no ganar las elecciones y a pesar de saber que, en la sesión de investidura celebrada este jueves en el Parlamento, EH Bildu no cuenta con opciones frente a la mayoría absoluta de PNV y PSE-EE, que auparán a Iñigo Urkullu a una tercera legislatura. Durante más de una hora, Iriarte ha expuesto un programa a medio camino entre la presentación de una alternativa de Gobierno al modelo de Urkullu y un adelanto de lo que constituirá una dura oposición frente a la “parálisis”, reforzada también por una subida en votos y en escaños: 21 de los 34 parlamentarios de la oposición son de la coalición.

La jefa de filas de EH Bildu ha pronunciado un parlamento con más partes en euskara pero con mensajes importantes también en castellano. Ha arrancado con un recuerdo a las víctimas de la pandemia en Euskadi, aunque significativamente ha empleado los datos del Ministerio de Sanidad (1.579 fallecimientos) y no los de Osakidetza (1.711 hasta el pasado domingo). La situación abierta por la COVID-19 ha copado sus primeras palabras y ha citado además las residencias o la atención primaria. “La crisis ha puesto de manifiesto la importancia de unos servicios públicos fuertes”, ha enfatizado. Y ha propuesto una “transición” enfocada a los cuidados, al feminismo y a la ecología, “avanzada en lo social y basada en un sistema público reforzado”.

También ha habido espacio para la Educación. Iriarte se ha dicho “angustiada” por la vuelta a las aulas. Y ha avisado ya más como jefa de la oposición que como candidata a lehendakari: “Será responsabilidad directa de la Administración que el suministro de máscaras y demás material no falle en la primera semana. […] Es urgente tomar decisiones sobre el número máximo de alumnos por aula. No podemos desaconsejar reuniones de más de diez personas en casa y juntar veinte en un aula. Hay que bajar los ratios a 15, lo que requerirá contratar más personal”.

Iriarte ha dedicado igualmente buena parte de su intervención a la economía y ha dibujado un panorama umbrío. “100.000 personas son pobres a pesar de tener un empleo” y “334.000 están en situación de exclusión”, “79.000 más que hace cinco años”, se ha quejado. El PIB ha caído un 20% y en paro juvenil “se dobla la media europea”. EH Bildu ha retomado su propuesta de salario mínimo de 1.200 euros, pensiones de 1.080 euros, la “semana laboral de 35 horas”, “cláusulas sociales” para los contratos públicos y que la industria recupere el pulso tras perder 60.000 empleos y con problemas en “Tubacex, Aernnova, ITP, Gamesa, Sener o Alestis”.

El plan de choque para apoyar a la industria de EH Bildu se traduce en 1.525 millones en avales –“no podemos permitir que ni una sola empresa viable cierre por falta de liquidez”-, 200 millones para “rescatar” compañías quebradas y 975 millones para la entrada en el capital de empresas estratégicas. El objetivo es que el PIB industrial llegue al 28% y cuente con 250.000 empleos. Asimismo, ha hablado de la necesidad de que Euskadi pase al “club de países avanzados” en I+D, con un 3% del PIB en inversión. Iriarte ha cerrado este capítulo aludiendo a 10.000 posibles empleos verdes. Y no se ha olvidado de un clásico de la izquierda abertzale: dejar de lado obras “faraónicas” como las de la alta velocidad, de modo que se destinen esos fondos a otras prioridades. También en materia económica, Iriarte ha parecido emplazar a Urkullu a que logre con el Estado un acuerdo ajustado al peso económico y demográfico de Euskadi para la obtención de los fondos especiales habilitados por la UE y avanzar en una reforma fiscal “integral” que en ningún caso es competencia autonómica y sí foral.

Significativamente, Iriarte ha dejado para el final aspectos más ideológicos como la apuesta por la independencia y se ha referido a los últimos escándalos de corrupción entorno a Juan Carlos I: “De España no se puede esperar nada de nada”. Ha hecho también una mención a los presos de ETA pero igualmente al final. En su alocución ha mencionado también otros puntos como Zaldibar y la necesidad de una oficina contra la corrupción o la reducción de nombramientos ‘a dedo’.

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