La libre y atrevida vida de Ernest Lluch, el político que buscó el diálogo hasta el fin de sus días
“Ernest Lluch era como el acomodador de un cine en el cual entras a oscuras y no sabes dónde está ni el pasillo ni tu butaca y él con la linterna te ilumina y te llevaba a tu sitio, y allí tú podías pensar o decidir lo que quisieses. Es una de esas personas que a lo largo de la historia de este país ha contribuido a esto, a traer luz en momentos de oscuridad”, son las palabras que el periodista y productor Josep Morell escoge para describir al político asesinado por ETA hace 20 años.
Morell, junto a Jordi Vilar, de Ottokar Producciones, han sacado a la luz la historia de Lluch a través del documental 'Ernest Lluch, libre y atrevido', un recorrido de su vida trazado a partir de 25 entrevistas de sus conocidos, amigos y familiares, entre los que destacan los periodistas Gemma Nierga o Xavier Sardà, los economistas Josep Maria Carreras o Antón Costas y los políticos Joaquín Almunia, Odón Elorza o Narcís Serra. El documental, también producido por TV3, TVE y EITB, ha recorrido diferentes festivales y será emitido en La 2 de TVE.
“Es un viaje personal e íntimo sobre quién era Ernest Lluch de mano de la gente que lo conoció. Ellos van construyendo el relato y muestra un poco esa personalidad poliédrica de quién era él. Una de las mejores definiciones la hizo un periodista, decía que Ernest Lluch 'era una persona que sabía de todo e intentó entender a los vascos'. Se muestra ese aspecto inquieto que le movía y que incluso cuando se libera de la política le lleva a atreverse a pensar y decir cosas que otros no se atreven”, señala Morell en una entrevista telefónica con elDiario.es/Euskadi.
La obra viaja por las diferentes ciudades que de alguna manera marcaron la vida del político: Barcelona, Valencia, Madrid, Santander y San Sebastián. Barcelona, por ser expulsado de la Universidad por su actividad política antifranquista; Valencia por su labor como catedrático de Economía en la Universidad; Madrid por terminar siendo Ministro de Sanidad y Consumo durante el Gobierno de Felipe González; Santander por su nombramiento como rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y, finalmente, Donostia, donde fue miembro del Orfeón Donostiarra, socio de la Real Sociedad y formó parte del movimiento pacifista Elkarri, trabajando siempre para construir puentes de diálogo para acabar con la violencia.
Unas de las imágenes más impactantes de la película son las grabadas en la Plaza de la Constitución en la campaña de las elecciones municipales de 1999, en plena tregua de ETA, cuando Lluch increpó a un grupo de radicales que intentaba sabotear el mitin. “Gritad más, que gritáis poco. Gritad, porque mientras gritáis no mataréis”, son las palabras con las que el político socialista respondió a las personas que trataban de boicotear el acto electoral de la campaña del entonces alcalde, el socialista Odón Elorza.
“Nuestro objetivo con el documental es contar la historia de alguien que intentó construir puentes de diálogo y quizá lo mataron por eso, porque era fácil matarlo. Intentó construir puentes de diálogo en un momento en el que no los había. De bote pronto nos encontramos con una historia en la que debíamos construir un mosaico bizantino lleno de pequeñas piedras donde cada uno de los que íbamos entrevistando se acordaba de una parte de esa historia. Nuestro objetivo ha sido ir juntando todas estas piezas y que tengan un sentido por sí mismo”, explica el director.
En 1982, Felipe González, le nombró ministro de Sanidad y Consumo en el primer gobierno socialista, puesto en el que estuvo hasta el año 1986. Se le considera padre intelectual de la Ley General de Sanidad de 1986, de la que tuvo que hacer quince borradores para sacarla adelante y donde se ponen las bases legales para la universalización de la atención sanitaria.
Para Morell, a pesar de los años hablar hoy en día de Ernest Lluch es algo actual por dos razones. La primera es que siendo ministro de Sanidad Lluch tuvo que hacer frente no a una, sino a dos pandemias. “Hubo una crisis alimenticia brutal en aquella época, a comienzos de los 80, que fue la crisis del aceite de colza que fue resultado de una banda de empresarios que fabricó un aceite de consumo humano que tenía graves consecuencias para la salud de la gente y afectó a 60.000 personas en España y además le tocó la llegada del virus del SIDA al mundo occidental y también a España”, recuerda Morell.
Por eso y por el hecho de que este es un tema que está “más actual que nunca, cuando ves que en el Congreso de los Diputados se está discutiendo y se está hablando continuamente de ETA, terrorismo y las víctimas. Eso todavía lo pone más en el candelero”, apunta el director, que también destaca que es importante contar este tipo de historias porque es “un ejercicio de memoria histórica para contar cosas que pasaron a la gente joven que no conoció y que no vivió aquella época”.
Ernest Lluch “es una persona que ayudó a llevar un aire de pensamiento libre a los muchos problemas graves que tiene el país en aquella época y que ayudó a modernizar España”, concluye Morell. Con 63 años y ya retirado de la vida política, el 21 de noviembre de 2000 fue asesinado por la banda terrorista mediante dos disparos en la cabeza cuando se encontraba en el garaje de su domicilio en Barcelona.
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