Cuando su hija Izadi le preguntó si era posible dejar de comer animales, Noelia no lo dudó ni un instante y le dijo que sí. En ese momento no se imaginaba la odisea que tendría que pasar para hacerlo posible. Ocho años después y tras multitud de protestas, las hijas de Noelia, de 7 y 11 años, no cuentan con una opción vegana en el comedor de su escuela, una ikastola –centro privado de enseñanza en euskera financiado con fondos públicos– de Oiartzun, Gipuzkoa.
Tras varias escritos enviados a finales de 2014 para solicitar un menú vegano, la familia recibió una respuesta de la dirección del centro, en la que se les informaba que a Izadi se le quitarían los alimentos de origen animal, pero sin ofrecer una alternativa alimenticia. “Le quitaban los alimentos de origen animal del plato sin cocinarle nada aparte, pues el personal de cocina no estaba por la labor de cocinarles o abrirles un bote de legumbres. Cabe destacar que en este centro educativo sí hacen dietas especiales por creencias religiosas a un muy reducido grupo de alumnos. Así la han tenido años, pasando muchos días con un puré y una manzana”, lamenta Noelia. Tras ver la situación, la hermana de Izadi, Araitz, también se sumó a su lucha.
En 2020, los padres de Izadi y Araitz expusieron su situación en una reunión de representantes del aula celebrada en la ikastola. “Fue una especie de AMPA. Al ser una cooperativa, los padres somos cooperativistas y hay un consejo rector y está la dirección de la ikastola. Al exponer lo que le ocurrían a nuestras hijas, no lo esperábamos, pero obtuvimos un apoyo del 97% de los presentes”, explica Noelia a este periódico.
Así, en enero de 2021 que se puso en marcha un menú vegano para las dos pequeñas. Sin embargo, en febrero de este año quitaron esa opción a las menores. “La Ikastola estaba buscando un catering porque en la cocina del centro siempre se han negado a cocinar algo aparte para mis hijas. Al solo ser dos alumnas interesadas, no encontraban ninguno que aceptase. El colmo fue el 8 de marzo, cuando mi hija me contó que al resto de los niños les pusieron caldo de puerros y un segundo plato, mientras que a ellas el caldo de primero y los puerros de ese mismo plato, de segundo. Fue ahí cuando decidí hacer público el nombre del centro”, confiesa la madre, que junto a otras ha creado la asociación FEUMVE (Familias Unidas por un Menú Vegano Escolar).
“Amenazas” de expulsión por “dañar la imagen” del centro
Tras hacer público el nombre del colegio y lo sucedido a través de sus redes sociales y las de la asociación, desde la dirección del centro han enviado un escrito a Noelia justificando la decisión de la retirada del menú alegando que tan solo hay dos niñas interesadas en él, que no tienen infraestructuras suficientes para cocinar los platos de las menores y que los propios padres “no estaban contentos con el servicio”. “Nuestras quejas siempre han sido justas. Lo único que pedíamos era que las niñas comieran legumbres o proteínas que no procediesen de animales, porque así nos lo piden ellas. Nosotros al principio no éramos veganos, pero no queremos seguir viendo sufrir a nuestras hijas. El veganismo no es un capricho gastronómico y el hecho de ser minoría no da derecho a que discriminen a mis hijas”, critica.
Además de ese escrito, el pasado 12 de abril recibió una notificación de parte del consejo rector de la ikastola donde le informan de que le abren un expediente sancionador, a través del cual le pueden quitar uno o varios derechos sociales como socia de la cooperativa, entre ellos el derecho a la educación de las menores y/o la expulsión de las mismas. “Dicen que mis denuncias dañan la imagen del centro, pero quienes dañan la imagen del centro son ellos con sus actos. Si llevo a mis hijas al comedor es porque en casa trabajamos los dos. Nos amenazan con expulsarlas y si eso ocurre no sé qué vamos a hacer”, sentencia Noelia, quien está barajando la posibilidad junto a su abogada de denunciar a la ikastola por un delito de discriminación hacia sus hijas.
Este periódico ha tratado de ponerse en contacto mediante correo electrónico y teléfono con el colegio desde el martes. No obstante, al cierre de esta edición, no ha recibido respuesta. Desde el Departamento de Educación del Gobierno vasco informan de que son conocedores del caso, pero que “no pueden mediar en él”, puesto que no se encuentra entre los centros escolares que gestiona. “Los centros públicos que son gestionados por el Departamento de Educación cuentan con opción vegetariana para los alumnos. En este caso, es la propia ikastola la que debe gestionar el asunto”, concluyen.
El pasado noviembre el consejero de Educación, Jokin Bildarratz, informó de las nuevas condiciones para los 336 comedores de centros escolares públicos que reciben menús transportados desde empresas de catering, un servicio con un coste de 206 millones de euros por tres años. Entre ellas, se encuentra un menú estándar, pero también dos fórmulas vegetarianas –una ovolactovegetariana con pescado y otra sin él–, una sin derivados del cerdo para practicantes musulmanes y opciones para los estudiantes que acrediten “intolerancias”, “alergias” o dietas con prescripción médica.