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Cuando un monasterio de las clarisas del cisma acogió una fiesta ilegal con decenas de jóvenes, algunos vestidos de monja

Rubén Pereda

Vitoria —
17 de mayo de 2024 10:53 h

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Las monjas clarisas de un monasterio de Bizkaia y otro de Burgos han salido a la palestra en los últimos días por emitir un comunicado con el que se desmarcan del papa (tildan, de hecho, de herejes a todos los sumos pontífices posteriores a Pío XII) y se cobijan bajo la tutela de un falso obispo excomulgado en 2019. Se da la circunstancia de que en diciembre de 2020, en plena pandemia de COVID-19 y con fuertes restricciones en vigor en Euskadi, la Ertzaintza sorprendió a 67 jóvenes que celebraban una fiesta en la hospedería del monasterio de Artebakarra de la localidad de Derio... perteneciente a estas monjas clarisas. El inmueble al que está anexo esta hospedería es precisamente el que ha originado la disputa con el arzobispo de Burgos, pues lo quieren vender por más de un millón de euros para obtener liquidez y así comprar otro monasterio en la localidad vizcaína de Orduña.

En la fiesta, en la que algunos de los jóvenes participaron disfrazados de monja, no se cumplían las principales medidas instauradas contra la pandemia. Por aquel entonces, estaba vigente el toque de queda a las diez de la noche y era obligatorio el uso de mascarillas. Las reuniones, además, no podían ser de más de seis personas. La emergencia sanitaria estaba activa y, por poner en perspectiva el calibre de las restricciones vigentes en aquel momento, en Euskadi no era posible moverse más allá del propio municipio de residencia si no existía causa justificada y en los negocios de hostelería tan solo podían comprarse productos para llevar. No había tampoco deporte escolar.

La Ertzaintza no accedió a las instalaciones, pero cortó el suministro eléctrico y quedó a la espera de que los participantes en la fiesta fueran saliendo. El goteo comenzó a las siete de la mañana y no concluyó hasta la salida de los últimos jóvenes a las dos de la tarde. A cada una de las personas, según iban saliendo del local, se le sometía a un control de alcoholemia y se le comunicaba que sería sancionada por incumplir el toque de queda y por superar el límite de individuos permitido para las reuniones.

Mientras la Ertzaintza esperaba fuera, los jóvenes comenzaron a difundir vídeos a través de las redes sociales. “¡Libertad, libertad! ¡Queremos libertad!”, gritaban por las ventanas. “¿Hacemos un trato? Solo quiero hacer un trato con vosotros. Soltamos un rehén a cambio de...”, les espetaban a los agentes, entre ruido y música. Las clarisas se desmarcaron de la fiesta, alegando que la gestión del espacio estaba delegada en un empleado, que, a su vez, se había limitado a alquilar el espacio a siete personas y que luego habían sido estas las que se habían encargado de organizar la fiesta sancionada por la Ertzaintza. “Hicimos el 'check-in' como en cualquier otra hospedería. Nos dieron el DNI de siete personas y pagaron. A partir de las once o doce de la noche, no sé a quién metieron”, señaló la persona encargada en declaraciones a la Cadena Ser.

El monasterio de Derio está en el epicentro de la rebelión de las monjas clarisas contra el arzobispo de Burgos que ha resultado en el reciente cisma. Las clarisas aducen que Roma, por intercesión de los obispos de Bilbao y Burgos, no les concede permiso para vender el ahora vacío monasterio de Derio —anexo al cual se encuentra la hospedería en la que se organizó la fiesta ilegal— y conseguir así una liquidez necesaria para poder hacerse en propiedad con el monasterio de Orduña. Según ha trascendido, la compra de este monasterio se efectuó en 2020 por un importe de 1,2 millones de euros que se irían abonando en plazos. Las monjas clarisas de Vitoria, propietarias aún del monasterio de Orduña, han anunciado ahora que recurrirán a los tribunales para detener la compraventa, pues entienden que se han “ido a una secta”, según ha informado 'El Correo'.

elDiario.es/Euskadi

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