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Sin nombres propios ni aportaciones de mujeres: los museos arqueológicos vascos suspenden en perspectiva de género

'Atapuerca: Cráneo 4', una de las muestras expuestas en Arkeologi Museoa de Bilbao en los últimos años

Maialen Ferreira

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Las mujeres no tienen una presencia notoria en los museos vascos de arqueología, en sus paredes no se pueden leer sus nombres propios o contemplar su imagen. Tampoco se recogen en los textos divulgativos las funciones que realizaron a lo largo de décadas ni las aportaciones dejaron a la sociedad. Esas son algunas de las conclusiones a las que han llegado las investigadoras del estudio “(RE)Lectura feminista del patrimonio arqueológico en el País Vasco: Igualdad en la Historia gracias a la perspectiva de género”, resultado de la beca otorgada por el Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) y presentado este lunes por la directora de Emakunde, Miren Elgarresta, y una de las autoras, Teresa Campos-López.

A pesar de que en Euskadi existen más museos de arqueología, la investigación se centra en tres, pero, según las autoras, se puede extrapolar a todos los demás. Se trata del Museo Arqueológico de Álava en Vitoria, el Oiasso Museoa en Irún y el Arkeologi Museoa de Bilbao. A lo largo del estudio, en el que han realizado una serie de entrevistas a mujeres arqueólogas, han tratado de releer el relato histórico que proporcionan los centros, establecer si el discurso que proporcionan es “parcial o sesgado” en lo referente a participación de mujeres y, por último, examinar si, en dichas narraciones, se han priorizado las actividades que se identifican con “el orden social establecido de carácter patriarcal”, dejando de lado o minimizando otras lecturas o actividades vinculadas a grupos que “no eran hegemónicos”, como es el caso de las mujeres y las actividades asociadas a lo femenino. 

De esta manera, según ha explicado Campos-López, “la tónica dominante es la falta de visibilidad de la mujer en los museos”. “Se perfila a los hombres como agentes clave de sus comunidades transmitiendo discursos elaborados en función de unos estereotipos tradicionales y solo se visibiliza una masculinidad hegemónica. Es decir, se está certificando todavía un sesgo androcéntrico que provoca desigualdad en estos relatos. Lo que los museos no recogen, no existe, no es relevante y no forma parte de la memoria colectiva. Por tanto, entendemos que lo más justo e igualitario desde la ética profesional y desde la justicia cognitiva es presentar a las diferentes sociedades a lo largo de la historia códigos inclusivos en las diferentes narrativas escritas, visuales y orales”, ha señalado.

En este sentido, el estudio recoge que en las exposiciones la mayoría de los nombres que aparecen son masculinos y, cuando se trata de autores anónimos, también se presupone que son hombres. En el caso del Museo Oiasso, en los paneles que aparecen como anexos al discurso principal, el total de nombres que aparecen, en este caso, 10 son masculinos (90,9%) y solo uno femenino (9,09%). Mientras que en las salas dedicadas a la Edad Media en el Arkeologi Museoa de Bilbao, el número de nombres comunes referenciados que aparecen en los diferentes textos, ascienden a 47, y hacen referencia a personajes masculinos (entre ellos “sacerdotes”, “campesinos”, “los jefes”, “caudillos militares”, “difunto”, “el fallecido”, “campesinos y ganaderos”, “guerreros medievales”, “el ajuar de los señores” …). En cuanto a los personajes con nombre propio detectados en los textos del museo, aparecen dos referencias a Pedro I y al señor de Bizkaia, tanto en euskera como en castellano. Sin embargo, como señala la investigación, “la presencia de nombre femeninos o referidos a mujeres vuelve a ser inexistente”.

También se puede observar la falta de perspectiva de género en las posiciones centrales de los museos. Las investigadoras han observado que en el Museo Arqueológico de Álava, el 100% de las posiciones centrales están ocupadas por personajes masculinos. Lo mismo ocurre en el Arkeologi Museoa de Bilbao. La cifra baja un poco en el caso del Museo Oiasso, ya que los personajes masculinos suponen un 66,6% de los lugares centrales del museo, dejando el 33.3% de las posiciones centrales a personajes femeninos u objetos relacionados con ellos. No obstante, según ha detallado Campos-López, “en los objetos expuestos los ámbitos femeninos son entendidos como algo secundario”, es por ello que “se reserva la centralidad y la importancia para lo masculino” y cuando “no se presenta una autoría clara de una obra, directamente se presupone que es masculina”.

Redefinir la historia e implementar un lenguaje inclusivo

“No existen nombres propios de mujeres en los museos vascos de arqueología, solo uno, de una diosa romana. Llama la atención, porque sabemos que hay periodos en los que hay mujeres que tienen una gran presencia, como en la Edad Media. Sabemos a ciencia cierta que las mujeres trabajaron construyendo las murallas y, de hecho, sabemos que había muchas porque se les pagaba menos y era más rentable, pero no hay ni rastro de ello”, ha criticado la Campos-López.

Para acabar con esta situación, la investigadora ha recomendado “trabajar en la inclusión de otras actividades en los relatos y en los discursos como el cuidado, crianza o las actividades de mantenimiento, fundamentales para su subsistencia”. “En primer lugar, debemos colocar la vida en el centro como estrategia de política patrimonial. En segundo lugar, reformular las actividades que actualmente aparecen, ya que en muchas de ellas existe presencia y aportaciones de las mujeres, aunque actualmente solo se señala la participación masculina”, ha insistido.

A modo de ejemplo, la autora de la investigación ha señalado que al hablar de caza o de la guerra, a lo largo de la historia se ha relacionado siempre esas actividades con personajes masculinos, sin embargo, “científicamente se está demostrando que las mujeres participaban en la caza y que las mujeres aportaban a los conflictos bélicos desde diferentes puntos de vista”.

“Es vital y necesario que se vuelvan a redefinir las actividades que aparecen a lo largo de la historia. Debemos realizar una revisión general de los textos para salvaguardar un lenguaje verdaderamente inclusivo y las aportaciones de las mujeres”, ha concluido tras destacar que la formación en este ámbito es “fundamental”. Por último, desde Emakunde, Elgarresta ha destacado que con este tipo de estudios lo que buscan es seguir trabajando para “implementar la perspectiva de género en todos los ámbitos y sectores” de la sociedad y, que los museos arqueológicos “son uno más”.

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