La pandemia impacta en la Sanidad vasca: 50.000 consultas menos con el especialista y un mes más de espera en el quirófano

La Sanidad vasca ha sido capaz de realizar ya 1,3 millones de pruebas diagnósticas de COVID–19, tantas como si se hubiese realizado una PCR cinco veces a todos los vecinos de Vitoria. Los hospitales de Osakidetza, a veces en tiempo récord como Txagorritxu en Vitoria entre febrero y marzo, se han reordenado para acoger plantas y plantas de enfermos de coronavirus. El lehendakari, Iñigo Urkullu, se ha felicitado en varias ocasiones de que nunca haya habido tanta gente trabajando en este servicio público básico. Pero, a cambio, estos meses han supuesto que conseguir una cita médica en el ambulatorio se haya convertido en una misión casi imposible, que el tiempo de espera para ser operado haya pasado de golpe de 57 días (dos meses) a 90 días (tres meses) y, sobre todo, que el volumen de enfermos que demandan consultas de otras especialidades no relacionadas con el coronavirus se haya desplomado.

¿Durante la pandemia no hay problemas cardíacos, infecciones de orina o patologías digestivas? ¿Cómo se explica que de 104.023 personas que esperaban a ser vistos por su especialista en septiembre de 2019 se haya pasado a 55.807 un año después? ¿Está dejando la ciudadanía de ir al médico? Con el primer estado de alarma, se suspendió toda la actividad hospitalaria considerada no urgente, es decir, casi la totalidad de consultas y operaciones salvo emergencias y oncología. Los hospitales eran coronavirus y solamente coronavirus. Y, en Primaria, se ha primado la atención telefónica. “Para que te vean presencialmente es un via crucis”, afirma Amaia Mayor, portavoz del sindicato de enfermería (Satse).

Los datos –enviados por la consejera Gotzone Sagardui al Parlamento– hablan por sí mismos. De septiembre de 2019 a febrero de 2020, entre 100.000 y 105.000 vascos estaban a la espera de una consulta. En marzo, de un plumazo, 30.000 salieron de ella. Y, en abril, el primer mes completo con las suspensiones provocadas por la pandemia, los pacientes bajaron en otros 20.000. El descenso no se detuvo hasta mayo, cuando apenas 44.000 personas demandaban una consulta con el especialista. Desde entonces, la Sanidad vasca ha ido recuperando poco a poco la normalidad, pero a finales de septiembre de 2020 todavía solamente 55.000 de las 104.000 personas que estaban en listas en marzo constaban en la estadística. En cuanto a la demora media, esta caída enorme de la demanda se ha traducido en una reducción del tiempo que transcurre entre el volante y la cita pero no del mismo calado. De 34,38 días de media se ha pasado a 30,51.

El descenso es general en todas las especialidades médicas. En Cardiología hay 1.500 vascos menos a la espera de consulta. En Digestivo son 1.800, en Oftalmología llegan a 4.000 y en Traumatología a 9.000. “La población está perdiendo cartera de servicios asistencial”, alertan en Satse. “La situación es gravísima. Es una situación de colapso”, añade otro sindicato, LAB, que demanda soluciones “estructurales” que “se deben acometer sin perder ni un minuto más”.

En los quirófanos, los pacientes están siendo más pacientes que nunca. La demora media se ha incrementado en 33 días, casi un 60%. Pero la media encierra diferencias. Esos 90 días contrastan con datos de años anteriores. En Euskadi, la espera quirúrgica era de 52 días en 2012, bajó a 46 en 2013 y a finales de 2016 rondaba los 50 días. Justo antes de la pandemia, en febrero, se había quedado en 47. En mayo llegó al pico de 112 jornadas de espera media. Si un enfermo necesitase hoy una cirugía plástica reparadora, entraría a quirófano el 12 de abril de 2021. Es el caso más extremo, pero en Vascular (Angiología) son casi cuatro meses, al igual que en Traumatología. En cirugía pediátrica, la espera ha pasado de 52 días a 86. Con las suspensiones de marzo, aquí se produjo el efecto contrario: se incrementaron los pacientes en cola, 4.000 en un mes. A septiembre de 2020, hay 18.628 personas esperando una operación por 19.065 de un año atrás.

Se da la circunstancia de que, aunque en menor medida, las suspensiones de actividad programada se están volviendo a producir. La consejera Sagardui ya explicó que el gran problema de ampliar las plazas de UCI para atender pacientes de COVID–19 teniendo camas y respiradores no es ése, sino buscarles un espacio físico y dotarlas de personal en todos los turnos de trabajo. Reservar camas para pacientes con problemas originados por el coronavirus es quitarlas para los de otras patologías, habitualmente para aquellos que ingresan para intervenciones no urgentes.

Y el personal de los servicios especiales montados para la pandemia salen de otras unidades, como los enfermeros de quirófanos que han pasado ya a los equipos de UCI en Txagorritxu desde el pasado fin de semana. Por el momento, la actividad quirúrgica de tarde ya ha quedado generalmente suspendida. Satse subraya también que los refuerzos del equipo de rastreadores proceden también de los centros de salud y que ahora se ha volcado personal en la campaña de la gripe. “En estas circunstancias, se pueden escapar determinados diagnósticos y estaríamos generando otros problemas de salud”, argumenta Mayor.

*Si te has visto afectado por esta situación, puedes contárnoslo en redaccion@eldiarionorte.es y en el 625 88 87 80.

elDiario.es/Euskadi

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