El protocolo general de gestión del coronavirus Sars-Cov-2 del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) sigue considerando un “fallo vacunal” que una persona con la pauta completa -dos dosis en caso de AstraZeneca, Moderna o Pfizer y una dosis en caso de Janssen o de los que ya pasaron la enfermedad- dé positivo en COVID-19. “Las personas que han sido vacunadas y presenten sintomatología compatible con infección por Sars-Cov-2 serán consideradas también como caso sospechoso y se manejarán de igual forma, siempre bajo criterio clínico facultativo en el manejo clínico. Si se confirma la infección tras una pauta de vacunación completa, se considerará como fallo vacunal”, se puede leer en un documento actualizado el 19 de enero de 2022 y que recoge ya novedades específicas tras la aparición de la variante ómicron, que ha dejado decenas de miles de personas vacunadas contagiadas, incluso con dosis de refuerzo.
Esto contrasta enormemente con los mensajes públicos de la consejera Gotzone Sagardui que se vienen sucediendo en los últimos meses. Siempre ha recalcado que las vacunas no previenen del todo los contagios pero que su gran valor radica en que reducen el riesgo de desarrollar síntomas o, en caso de tenerlos, de acabar en el hospital, en la UCI o fallecido. De hecho, ello es lo que ha contenido que la gran transmisión provocada por ómicron no haya golpeado mucho más los hospitales.
Este documento indica también que las miles de personas que en la primera ola no recibieron un diagnóstico confirmatorio pero que dieron positivo más tarde en anticuerpos en una prueba serológica rápida no serán considerados como reinfectados sino como nuevos contagiados. “Los casos confirmados al principio de la pandemia únicamente mediante técnicas serológicas de diagnóstico rápido deberán ser considerados como casos sospechosos de nuevo si cumplen los criterios clínicos de caso sospechoso y si se confirmara el diagnóstico se notificarían como casos nuevos”, se indica en el protocolo.
Asimismo, esta actualización confirma ya la desaparición general de la figura de los contactos estrechos salvo para grupos de riesgo y también la preferencia por las pruebas de antígenos frente a las PCR para confirmar positivos, aunque marca que siempre que sea preciso un contranálisis se hará con PCR. Se explica que estos cambios buscan agilizar la respuesta del sistema y detectar los casos sintomáticos. “Ante la situación de alta transmisión comunitaria que se vive en Euskadi en estos momentos, el objetivo de este documento es establecer una priorización de las actuaciones de prevención y control en el escenario actual”, remarca el preámbulo del protocolo.
En él hay también un anexo que confirma que hay pacientes hospitalizados que son enviados desde las zonas 'sucias' -donde ingresan a los infectados con COVID-19- a las 'limpias' incluso sin necesidad de una prueba negativa cuando han pasado los días que se establecen. Si son asintomáticos -porque estuvieran ingresados por otra patología-, a los diez días pasarán a las áreas normales de hospitalización. Si han tenido cuadros leves, ocurrirá lo mismo pero siempre que lleven 72 horas sin síntomas y sin antitérmicos. Incluso para casos graves “no críticos” se indica que no siempre se hará una PCR de salida para comprobar la negativización, aunque se alarga la cuarentena a 14 días. Y se añade: “Como norma general, el aislamiento no deberá durar más de 20 días desde el inicio de la clínica. Los resultados positivos de PCR en días posteriores del mismo ingreso no supondrán una prolongación o reinicio del aislamiento”. En definitiva, dar negativo en un test solamente es preciso para cuadros “críticos” y para pacientes inmunodeprimidos. En esta ola se ha conocido que hay una diferencia en los datos que se ofrecen de ingresados -los más altos desde el confinamiento aunque ahora han bajado un 15% desde el pico del 11 de enero- y la ocupación real, ya que salen de la estadística personas que siguen ingresadas a causa de la COVID-19 pero ya se consideran “negativizados”.
Cuarentenas más cortas en residencias
El protocolo que también se ha actualizado esta semana es el de gestión de casos en las residencias. En él se alude también a la “desfavorable evolución de los indicadores de la pandemia”. De hecho, en estos centros los casos han seguido subiendo en los últimos días hasta marcar este martes 1.327 casos activos repartidos en 142 brotes. Los fallecidos en la última semana han sido 12 frente a 6 de la anterior. Según explica el Departamento de Salud, los cambios más relevantes son que “los contactos estrechos vacunados” pueden “seguir acudiendo al centro de día” y “realizar paseos terapéuticos”. Igualmente, como se hizo para el conjunto de la sociedad, “se acorta el período de aislamiento de los usuarios positivos a 7 días (siempre que los últimos tres permanezcan asintomáticos) extremando precauciones hasta el día 10”. Lo justifica Salud ya que “las elevadas coberturas de vacunación con tres dosis están conteniendo la transmisión del Sars-Cov-2, así como la severidad del cuadro clínico de las personas infectadas”. En todo caso, se mantiene el criterio de que, en unos espacios tan sensibles, un solo caso es considerado como brote.
“La soledad y el aislamiento social de las personas mayores constituye un factor de riesgo que conduce a la depresión, el deterioro cognitivo, la morbilidad y la mortalidad. El riesgo es especialmente acusado en personas que sufren discapacidad psíquica, por su incapacidad para comprender la situación y su mayor necesidad de movilidad y contacto interpersonal. Por otra parte, las secuelas funcionales de la inmovilidad son especialmente devastadoras en las personas mayores. Por tanto, la indicación de aislamiento o cuarentena no es inocua y puede tener graves consecuencias para las personas. Su duración debe ajustarse a lo indicado en este protocolo, establecido a la luz del mejor conocimiento disponible en cada momento sobre los tiempos de incubación y contagiosidad del Sars-Cov-2, y no prolongarse más allá de lo estrictamente necesario. Asimismo, la indicación debe ser individualizada y siempre ajustada a los criterios establecidos”, remarca Salud.
Explica el protocolo que “no se recomienda de forma general llevar a cabo cribados periódicos en residentes ni realizar serlogías para verificación de la efectividad de la vacunación”, pero sí fija controles para el personal. Tras una ausencia de más de siete días por baja o vacaciones habrán de pasar una PCR, se controlará a las nuevas incorporaciones y el personal de atención directa pasará un cribado semanal si no están vacunados con pauta completa o quincenal si sí lo están. Esto se mantendrá activo siempre que la tasa de incidencia acumulada supere los 500 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días y ahora este indicador está en 5.000.
elDiario.es/Euskadi
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