El “racismo policial”, principal obstáculo para las personas migrantes en Euskadi: “Te hacen sentir que eres una basura”
“Te hunden psicológicamente porque te hacen sentir que eres una basura, que no vales para nada, como un ser inservible. Psicológicamente te van destruyendo. Cuando sufres vejaciones, sea en cualquier lugar, psicológicamente te va afectando mental y personalmente”. “Todos los que hemos sufrido racismo tenemos un sentimiento de culpabilidad. Te culpas y te preguntas por qué naciste oscuro, indio, moro o africano”.
El primero es el testimonio de una mujer cubana a su llegada a Bizkaia. El segundo, el de un hombre colombiano. Ambos llevan tiempo viviendo en Euskadi y han sido víctimas de racismo, según recoge la asociación SOS Racismo en su informe anual 'Voces de la discriminación', relativa a los datos de 2023. “Este año se vuelve a evidenciar que la mayoría de denuncias que se reciben en la oficina son de víctimas de acciones racistas y xenófobas llevadas a cabo por fuerzas policiales”, reconoce el informe.
Los datos del informe arrojan que a lo largo del año pasado se realizaron en la asociación 35 denuncias por casos de racismo. Todas las víctimas, menos una, eran una personas migradas. Al igual que en años anteriores, gran parte de ellos denunciaron ser víctimas de la Policía. “Otro año más el racismo policial está en primer lugar como agente discriminador con un 46% de los casos denunciados. De los cuales un 83% provienen de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, de este porcentaje el 81% corresponde al racismo policial y frente a un 19% de otras instituciones públicas. Seguido de agresiones racistas cometidas por particulares, con un 14%. El racismo vecinal y laboral ocupan cada uno un 11% de las discriminaciones, seguido en un 6% de la seguridad privada y el racismo inmobiliario. En menor porcentaje el racismo escolar y la islamofobia con un 3% cada uno”, sostiene el informe.
Del total de denuncias con respecto a prácticas policiales racistas, el cuerpo de seguridad con mayor porcentaje de denuncias recogidas en SOS Racismo Bizkaia se le atribuye a la Ertzaintza, con el 54% del total. El 38% de los casos son denuncias contra la Policía Municipal de Bilbao y el 8% restante contra la Policía Local de Portugalete.
En cuanto al perfil denunciante, el 40% de los afectados fueron personas de origen marroquí, el 14% de ellos de origen argelino y un 6% de Cuba, Gambia, Mali y Colombia. “Las acciones o prácticas que se denuncian, realizadas por agentes de la Policía, son racistas, ya que se basan en múltiples indicadores que, por el contrario, en personas blancas no se dan. Estos indicadores se centran en el colorismo, etnia y raza, en relación con la edad, la pobreza y el género, afectando más a los varones”, explica el informe.
Insultos racistas, agresiones y multas injustificadas
En cuanto a tipo de ataque, desde SOS Racismo Bizkaia destacan que la mayoría de los casos se basan en “insultos racistas, agresiones físicas, multas injustificadas, paradas pasadas en el perfil étnico-racial, el abuso de poder o las prácticas ilegales”, siendo el 57% hombres y el 43% mujeres. “Es necesario recalcar que las mujeres migradas, racializadas y gitanas están atravesadas por diversas opresiones, concluyendo esta interseccionalidad en el atraso de la denuncia, ya que priorizan otras necesidades mayores como la supervivencia o los cuidados”, señala el informe.
Como conclusión, la asociación indica que el perfil general de las personas denunciantes por abusos policiales racistas son hombres de origen marroquí, con una media de edad de entre 29 y 48 años, cuya situación administrativa es regular. “Podemos afirmar que los jóvenes marroquís son la comunidad más violentada por los cuerpos policiales y de seguridad a través de cacheos en la vía pública, paradas por perfil étnico y prácticas ilegales”, asevera el documento.
“En este informe se identifica y reconoce, por cuarto año consecutivo, el racismo policial como principal obstáculo para la vida de las personas migradas, racializadas y gitanas en nuestro territorio. La criminalización de los cuerpos visiblemente racializados en los espacios públicos acaba con situaciones violentas de agresiones racistas, que sin razón de ser terminan en multas, denuncias o maltrato físico”, concluye.
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