El coronavirus ha hecho que muchas miradas se giren hacia la Sanidad pública. Disponer de un servicio gratuito y universal es siempre importante, pero en medio de una pandemia mundial su papel ha resultado imprescindible. En Euskadi, la previsión de gasto de 2020 otorgaba al Departamento de Salud 3.942 de los 11.774 millones del presupuesto total del Gobierno vasco, una proporción que seguro cambiará por los gastos extraordinarios derivados de la COVID-19 -una cifra nunca aclarada- y las reducciones en otras áreas por la crisis económica. La siguiente partida queda a mucha distancia, 1.000 millones, y es la de Educación.
Excluyendo algunas partidas no operativas, el gasto sanitario real previsto para 2020 era de 3.605 millones de euros, lo que incluye toda la estructura de Osakidetza, las nuevas inversiones y los gastos de farmacia y vacunas. Por habitante, son 1.731 euros al año y Euskadi es la comunidad autónoma que lidera el ‘ranking’. Madrid, por ejemplo, gasta 1.221; y Cataluña aún menos, 1.173. Medido en potencial económico, en cambio, el gasto sanitario en relación con el PIB es del 5,08%, la cuarta comunidad por la cola. Lidera la tabla Extremadura, con un 8,88%.
Cada minuto, el sistema supone 6.858 euros. Osakidetza dispone de un ‘Libro de tarifas’ que recoge el coste real de los servicios y que sólo se repercuten en el usuario en circunstancias muy especiales, como a los extranjeros no asegurados. Sí sirven para cuantificar las minutas que se giran entre comunidades o a las mutuas y seguros por accidentes laborales o deportivos. Algunos datos (actualizados en 2017): una visita a Urgencias supone 151 euros, una consulta en el ambulatorio 55 euros y una en el especialista 201 euros. Una noche en Txagorritxu o Basurto supone 582 euros pero se elevan a 1.627 si, por ejemplo, el coronavirus obliga a un ingreso en UCI. La peor noche de la pandemia, con más de 200 personas en cuidados intensivos, el presupuesto superó los 400.000 euros. Más cifras: los transplantes pueden llegar a 140.000 euros y un parto hasta 21.000 euros. 100 kilómetros de ambulancia están tasados en 824 euros y movilizar el helicóptero medicalizado son 6.917 euros.
En la pandemia ha habido que comprar cientos de miles de mascarillas y otras protecciones, pero también realizar adquisiciones más complejas. Por ejemplo, se han comprado 278 respiradores con precios entre los 9.426 y los 26.314,68 euros. Lograr 832 camas adicionales ha supuesto 3,8 millones de euros. La Sanidad vasca, eso sí, ha recibido importantes donaciones.
Osakidetza dispone de 4.984 camas habituales, que podrían llegar a 5.912 máximas en caso de que otra oleada de la COVID-19 las hiciera necesarias. Además, la Sanidad privada y concertada aporta 868 camas (ampliables a 1.434). En cuanto a UCI, son 221 camas funcionantes que podrían pasar a 560 en la red pública. En la privada hay 34 que pueden llegar a 60. En esta segunda categoría de la red privada se incluye un centro, la clínica de La Asunción de Tolosa, que es el hospital de referencia para su comarca dentro de la red de Osakidetza al no existir un centro público.
Ante un posible rebrote, los planes de contingencia de Euskadi prevén la posibilidad de que hasta ocho centros se puedan medicalizar, lo que aportaría otras 824 plazas. Se dispone de 340 respiradores habituales más 80 “de transporte” y 182 torres de anestesia, que han sido utilizadas como ventiladores en los momentos más críticos. En la red privada hay otras 35 máquinas en caso de necesidad.
Osakidetza es la mayor empresa vasca en cuanto a volumen de personal. Un informe del sindicato LAB con datos de 2018 habla de una “plantilla real” de 35.556 personas, aunque la “plantilla estructural” sea de 26.640 personas. La interinidad es uno de los problemas que carcome el andamiaje de la Sanidad pública. La sucesión de contratos cortos y la falta de estabilidad son dos de las denuncias habituales de los sindicatos. En estos años también se han conocido las denuncias de irregularidades en las oposiciones médicas de Osakidetza del año 2018. En variadas categorías, las mejores notas –muchas veces cercanas a la perfección en pruebas difíciles- eran coincidentes con los colegas de hospital del autor de las preguntas. Unos meses antes se conoció la sentencia del denominado ‘caso Margüello’, que constató anomalías en algunas contrataciones para la gestión de las listas de espera.
¿Y cómo valora la ciudadanía este servicio básico? Una encuesta del Gobierno vasco en el año 2000 le ponía a Osakidetza una nota media de 7,6 sobre 10. El mismo estudio, en 2019, clavaba el resultado. Tras la pandemia, una encuesta propia de elDiario.es/Euskadi situaba en 5,3 la valoración ciudadana de la gestión en Euskadi, ligeramente por encima (5) de la nota para el Gobierno de Pedro Sánchez.