La portada de mañana
Acceder
Feijóo pide que el Gobierno asuma la gestión de la DANA mientras Mazón se resiste
El esfuerzo colectivo para no dejar nada sin rastrear en el parking de Bonaire
Opinión - Feijóo entierra a Mazón. Por Esther Palomera

Begoña García-Zapirain, experta en Inteligencia Artificial: “La tecnología es útil para acabar con una sociedad frágil”

Después de estudiar una ingeniería en Telecomunicaciones, Begoña García-Zapirain trabajó durante cuatro años en una empresa privada, hasta que se percató de que su verdadera vocación era ayudar a las personas a través de la tecnología. Así, tras doctorarse en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, como docente e investigadora en la Universidad de Deusto ha llevado a cabo distintos proyectos como un software destinado a ayudar en los procesos de rehabilitación del habla en personas que han sufrido un cáncer de laringe u otro que se centra en la rehabilitación física y cognitiva de personas mayores a través de un juego en 3D.

“Me centro sobre todo en temas relacionados con salud y calidad de vida. No trabajo con algoritmos rompedores, pero sí que son contribuciones de pequeños prototipos que van ayudando a nuestra sociedad a sentirse mejor. Por eso las personas mayores o las personas con algún tipo de discapacidad o característica especial han estado siempre en el centro de la misión de nuestro equipo de investigación”, sostiene.

A lo largo de su carrera ha participado en más de 80 proyectos de investigación a nivel internacional, nacional y regional, ha publicado más de 35 artículos en revistas científicas internacionales y ha presentado más de 160 artículos en conferencias científicas internacionales y nacionales.

¿Cuándo le llamó la atención el mundo de las Telecomunicaciones?

A la hora de elegir una carrera, cuando aún estaba en el instituto, leí en un artículo de la revista 'Muy Interesante' que había una nueva ingeniería en España, que se impartía en muy pocos centros y que era muy difícil, pero que era el futuro. A mí me pareció algo maravilloso porque me sonaba a enviar datos en remoto, a tener una conexión y comunicación entre países, todo un mundo apasionante. Decidí lanzarme a la piscina para descubrir lo que era.

¿Era complicado en aquella época ver a una mujer estudiando Telecomunicaciones?

Sí, era 1988. Yo me fui de San Sebastián a estudiar a Bilbao y el porcentaje de mujeres en ingenierías en general era preocupantemente bajo. Aunque es cierto que en ingeniería de Telecomunicaciones el porcentaje de mujeres era un poco más alto que en otras ingenierías porque rondábamos el 20%. Al ser poquitas nos apoyábamos mucho. Lo cierto es que sonaba raro que estuviéramos estudiando ingeniería, sonaba a un mundo de hombres, pero poco a poco a las mujeres se nos despertó el interés y fuimos integrándonos en ese mundo de hombres. El hecho de que hubiera docentes mujeres fue algo muy positivo porque sirvió de inspiración para todas nosotras.

La Inteligencia Artificial tiene cosas maravillosas, como la posibilidad de crear algoritmos que predicen de manera muy fiable cierta patología o el riesgo de recaídas de ciertas enfermedades

A lo largo de su carrera ha desarrollado proyectos que ayudan a través de la tecnología a la rehabilitación de las personas mayores gracias a un juego en 3D o a mejorar el habla de personas con cáncer de laringe. ¿Ese es su objetivo? ¿Crear una tecnología que ayude a las personas?

Sí, claramente. Estuve trabajando cuatro años en una empresa en la que fui feliz, pero después decidí dedicarme a la docencia y a la investigación y fue ahí donde realmente encontré la posibilidad de crear, desde la tecnología, soluciones a problemas de nuestro entorno. Me centré sobre todo en temas relacionados con salud y calidad de vida. No trabajo con algoritmos rompedores, pero sí que son contribuciones de pequeños prototipos que van ayudando a nuestra sociedad a sentirse mejor. Por eso las personas mayores o las personas con algún tipo de discapacidad o característica especial han estado siempre en el centro de la misión de nuestro equipo de investigación.

También es doctora en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial. ¿De qué manera puede contribuir a la sociedad la Inteligencia Artificial de la que tanto se habla últimamente?

La Inteligencia Artificial tiene cosas maravillosas, como la posibilidad de crear algoritmos que predicen de manera muy fiable cierta patología o el riesgo de recaídas de ciertas enfermedades y eso es algo que puede ayudar mucho. Sin embargo, también tiene una cara B, que son las limitaciones que tiene más allá del ámbito ético. Sin entrar en temas de ética que son fundamentales, la propia IA tiene en sí misma muchos sesgos. Esos sesgos se crean porque la IA aprende de datos que se le entregan, pero si los datos no son de calidad o están tomados de manera sesgada y no incluye a toda la población en general, el sistema aprende mal o aprende de manera sesgada. Luego está el tema de la necesidad de trabajar con ética, porque un mal uso de la IA puede generar muchos problemas.

¿Existe la Inteligencia Artificial con perspectiva de género?

Sí, podría ser. Normalmente, cuando intentas realizar estudios con rigor intentas que la perspectiva de género esté incluida para que la investigación no esté sesgada. El problema es que depende de cuál sea la fuente de datos que tomes o el rigor de la investigación, la perspectiva de género puede quedarse fuera. En este tipo de investigaciones es fundamental tener en cuenta el tema del género porque muchas veces la respuesta del ser humano ante una enfermedad o un problema de salud es diferente dependiendo de si es hombre o mujer.

La tecnología puede ayudar a la detección temprana y a la intervención de todos esos elementos de fragilidad o de soledad que más allá de a las personas mayores, pueden ocurrirle a personas de cualquier edad

¿De qué manera crees que la sociedad va a poder mejorar la vida de las personas en el futuro?

Más allá del tema de la brecha tecnológica, que dependiendo del colectivo puede llegar a ser un freno, considero que cada vez las personas somos más digitales y eso nos va a ayudar a hacer un uso de la tecnología sin tenerle miedo. Es importante que la tecnología se aplique para resolver una necesidad o para implementar una mejora. Antes de comenzar un proyecto de investigación, a mí me gusta hablar con todos los posibles implicados en una temática. Por ejemplo, ahora estamos trabajando en cómo mejorar la fragilidad y la soledad del ser humano a través de la tecnología. Ahora mismo tenemos una sociedad que es frágil desde diferentes puntos de vista, como puede ser la salud mental, las relaciones sociales o el estado físico, y no solo afecta a las personas mayores. La tecnología puede ayudar a la detección temprana y a la intervención de todos esos elementos de fragilidad o de soledad que más allá de a las personas mayores, pueden ocurrirle a personas de cualquier edad en un determinado momento de su vida, como puede ser cuando tenga problemas familiares, de salud, en el trabajo o con su pareja. Todos somos frágiles y la tecnología puede ser una herramienta muy útil para sobrellevar esa fragilidad.