Mabi Revuelta: “Si eres mujer, hay menos oportunidades de abordar proyectos artísticos de gran calado”
Mabi Revuelta (Bilbao, 1967) lleva más de tres décadas siendo artista. Empezó su andadura a través de la pintura, pero con los años su obra ha tomado multitud de formas a través de la escultura, la fotografía, las artes plásticas e incluso las artes escénicas. Más allá de la forma, su obra también ha viajado en el espacio con exposiciones en instituciones de prestigio como el Museo Guggenheim de Bilbao, el International Studio & Curatorial Program de Nueva York, el Instituto Cervantes de Pekín y Tokio o la Casa Encendida de Madrid, entre otras.
Revuelta cuenta con experiencia en el ámbito de la enseñanza. Ha trabajado como profesora de escultura en la Escuela de Arte de Pamplona y ha impartido talleres y seminarios en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca y en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), donde ella misma estudió. “Se puede aprender a ser artista”, asegura a este periódico. Sin embargo, lamenta que en la sociedad haya “pocas referencias de mujeres creadoras”.
Su trabajo ha sido expuesto en galerías, centros de arte, ferias y museos tanto nacionales como internacionales. ¿Siempre supo que quería ser artista?
Desde pequeña he tenido cierta atracción de comunicar a través de las artes plásticas. No sabía qué futuro llegaría a tener, pero decidí estudiar la carrera de Bellas Artes. Empecé en el campo del dibujo, luego me especialicé en pintura y poco a poco fui abandonando la práctica pictórica para enfocarme en diferentes disciplinas como la escultura, la fotografía o las artes escénicas. He ido creando mi propio universo a través de diferentes artes.
¿Cómo consigue que su obra vaya de una disciplina a otra?
No se trata de un deseo como tal. Es la propia idea la que va pidiendo pasar de una disciplina a otra, pide el lenguaje que necesita y ella misma rompe las normas dentro de los medios en los que trabajamos.
¿El arte siempre debe ser rompedor?
Hay artistas que trabajan cómodamente expresándose en un solo medio. Lo que yo busco es comunicarme con el público y que este entienda la idea que intento transmitir de las distintas formas en las que la transmito.
¿Cuándo crea una obra sabe cómo será el resultado final o la va conociendo a medida que la va creando?
Cuando creo un proyecto abro mucho el abanico de las posibilidades. Cuando desarrollas la investigación previa a una obra, vas decidiendo lo que necesitas, es algo que se va creando poco a poco.
En las secciones de cultura de los periódicos o programas culturales en la televisión la mirada de las mujeres no está tan presente
En 2016 ganó el premio Gure Artea como reconocimiento a su actividad creativa. Ha recibido becas como la de la Fundación Marcelino Botín y sus obras han sido expuestas en lugares como Nueva York, Tokio o Pekín. ¿De todos ellos cuál diría que ha sido hasta ahora su mayor logro profesional?
No lo suelo analizar en esos términos. Siempre suelo decir que el proyecto más interesante está aún por venir, pero es verdad que la última exposición que realicé en Azkuna Zentroa en Bilbao y que también se expuso en Tabakalera en Donostia supuso un punto de inflexión porque estuve dos años muy intensos trabajando en ella y porque recopilaba 30 años de mi carrera artística.
¿Qué quiso expresar en aquella exposición?
La exposición se titulaba ‘Acromática. Una partida inmortal’. En ella presenté mi proyecto ‘Acromática', que se trataba de una reflexión en torno al arte, los juegos y la educación. En la sala podían verse dos películas que relacionaban el ajedrez con las artes escénicas y se representaba la conocida como la partida de ajedrez 'Inmortal' disputada en Londres en 1851 entre los matemáticos Adolf Anderssen y Lionel Kieseritzky. Lo que hicimos fue analizar la partida y la representamos coreográficamente. También se incluían en la exposición una instalación relacionada con ese proyecto, unas fotografías y un cuaderno de artista, y paralelamente, presentamos una instalación con 400 piezas de cerámica e hicimos una línea de tiempo con toda mi trayectoria, pero relacionándola también con el juego del ajedrez.
¿Por qué escogió el juego del ajedrez para plasmar su obra?
Llevo desde principios de los años 90 abordando el tema del ajedrez desde distintas artes. En 1990 desde la pintura, en 1997 desde la escultura y mi intención era que este último acercamiento me diera una mayor profundidad en la reflexión sobre este juego milenario. Es un juego que nos acompaña desde hace quince siglos y la humanidad durante todo este tiempo ha ido analizándolo desde múltiples ópticas, ya sea artística, política, deportiva o mental. Hay muchos aspectos que me interesan de este juego.
A lo largo de su carrera también se ha dedicado al ámbito educativo, ha sido profesora de escultura en la Escuela de Arte de Pamplona y ha colaborado puntualmente con los Departamentos Educativos del Museo Guggenheim Bilbao, del Museo de Bellas Artes de Bilbao y del Museo ARTIUM de Vitoria-Gasteiz. ¿Se nace siendo artista o se puede llegar a aprender a serlo?
El arte es un aprendizaje en el que vas desarrollando un lenguaje que tiene que estar dentro de tus intereses e inquietudes. Lo cierto es que sí que creo que se puede aprender a ser artista.
¿Qué papel juega la mujer dentro de su obra?
La mayoría de mis equipos están compuestos por mujeres, pero no es algo que yo vaya buscando. Se va dando porque me siento cómoda trabajando con las mujeres. Me interesa esa perspectiva en mi trabajo.
Empecé dedicándome a la pintura y vi que no me interesaba tanto pertenecer a un mundo tan masculinizado
Lleva exponiendo sus obras desde los años 90. ¿Alguna vez ha sufrido algún tipo de discriminación a lo largo de su carrera por el hecho de ser una mujer que se dedica al arte?
De una forma directa o descarada no. Lo que más he sentido es que hemos crecido siempre con pocas referencias de mujeres creadoras. Hemos vivido con muy pocos ejemplos. También pasa ahora, en las secciones de cultura en los periódicos o en programas culturales en la televisión la mirada de las mujeres no está tan presente. Las mujeres en el arte hemos tenido que ir buscando nuestros propios referentes de mujeres artistas y nuestros propios huecos dentro de este mundo. La pintura es un ejemplo de ello. Yo empecé dedicándome a la pintura y vi que no me interesaba tanto pertenecer a un mundo tan masculinizado. Es cierto que hay menos oportunidades de abordar proyectos artísticos de gran calado si eres mujer y eso se revierte a menos entrada de dinero.
A lo largo de la historia es cierto que los grandes artistas reconocidos siempre eran hombres. ¿Está cambiando esta situación o sigue habiendo cierto machismo dentro del mundo del arte?
Poco a poco va cambiando la situación, pero va a costar. Va a ser un cambio muy lento y no sé si llegaremos a verlo nosotras. A día de hoy vemos propuestas de exposiciones realizadas por mujeres y puede que eso se vaya normalizando en algún momento y lleguemos a un punto en el que se destaque el trabajo de cada persona por ser una persona sin necesidad de tener que visibilizar a alguien por el hecho de ser mujer.
0