Por estas fechas, hace ya 184 años, aunque su figura mantiene plena vigencia, Simón Bolivar, el libertador de las Américas, languidecía solo, casi en la indigencia, abandonado a su suerte y sólo consolado por un puñado de íntimos. Los últimos días de quien dio nombre a un país (Bolivia) y contribuyó a la independencia de otros cinco (Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Perú) no han trascendido, se han quedado en la zona oscura del héroe, pero el escritor Fermín Goñi (Pamplona, 1953) las ha recuperado en 'Todo llevará su nombre' (Cénlit Ediciones). Una novela escrita con el ritmo del cronista que fue Goñi durante los muchos años que ejerció como periodista en El País o Deia, para cerrar el perfil del personaje que ya trató Gabriel García Márquez en 'El general en su laberinto'.
No es la primera novela de Goñi dedicada a la Independencia de América. “Es que no hay episodio en la Historia de la Humanidad más apasionante que la Independencia de América, desde Alaska a Tierra de Fuego. En menos de 50 años, se suceden la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa, la descomposición del imperio español. Y así se puede comprobar en la vigencia todavía hoy de un personaje como Simón Bolivar”, comenta el autor de 'Los sueños de un libertador' (Roca Editorial), otra de sus novelas, centrada en este caso en la figura de Francisco de Miranda, precursor de la emancipación americana.
Y el autor navarro indaga en la parte menos conocida del libertador. “En la historia de Simón Bolivar, la parte de su muerte se reduce a una fecha y un lugar [Bolívar falleció el 17 de diciembre en Santa Marta (Gran Colombia)], pero los dos últimos meses son muy crueles para él, ya moribundo, como lo fueron los dos últimos años desde el punto de vista de su aislamieno político. Se muere de tuberculosis, pero sobre todo se muere por un padecimiento moral extremo por su derrota. Él, que lo ha sido todo, se encuentra solo, abandonado, a sus 47 años; sólo piensa en viajar a Londres para cobrar una deuda por la venta de unas minas. En resumen, Bolivar muere en la indigencia”.
La novela presenta interesante paralelismos con la actualidad política. La diferencia entre Bolívar y los actuales mandatarios es que “quien acaba ahora en la política sale con más dinero del que tenía antes de entrar, mientras que Bolívar o José San Martín (impulsor de la independencia de Argentina, Chile y Perú) murieron en la marginación más absoluta. Eso sí, no hay comparación posible, hablamos de periodos completamente diferentes. Por eso, en estos momentos, viene bien recordar la frase de Sandino, otro que tuvo un final amargo, cuando dijo aquello de que 'todo quien se mete a redentor, acaba siendo crucificado'. Es lo que les pasó a muchos, que también le ocurrió a Bolivar, que sufren el rechazo, a pesar de sus aciertos pasados, por los errores posteriores, cuando pierden la perspectiva y la responsabilidad de su poder”, explica Fermín Goñi.
'Todo llevará su nombre' se publica cuando un nuevo partido, Podemos, con una vinculación con el bolivarianismo reconocida, se presenta como primera fuerza política en intención de voto. Ahora, habla el periodista: “Podemos tiene un caldo de cultivo excelente que es descontento y el cabreo generalizado de la ciudadanía. Hace 200 años, también se vivía un descontento similar (aunque sólo en las élites, eran otros tiempos) por el desgobierno y la desatención a las colonias. Había llegado el momento de que los americanos apostaran por gobernarse a sí mismos”, explica Goñi.
En este sentido, el veterano periodista, ahora convertido en novelista, pero que no ha perdido el pulso con la actualidad, lo tiene claro: “Lo que estamos viviendo no es un tiempo de cambio o transformación. Estamos ante una revolución, lo que desconozco es dónde acaba. Vivimos en un momento con un catálogo de desigualdades como no hemos conocido nunca, con los ricos cada vez más ricos, y la clase media, en trance de desaparición”.
Fermín Goñi, después de trabajar en la redacción de diversos medios, saltó al otro lado de la empresa periodística y ejerció como directivo de la radio televisión pública de Navarra o como consejero delegado de Diario de Noticias, del que fue fundador. Ahora, apartado de ese mundo, habla con inquietud del futuro de la prensa, como si estuviera asistiendo a una agonía similar a la de su Simón Bolívar. “Lo veo complicado. No me atrevo a hacer una predicción sobre el futuro de internet en 10 años. Pero está claro que hay que buscar un modelo de medios de comunicación que hagan ganar dinero y creen puestos de trabajo. En el mundo de los medios de comunicación, estamos en una economía de guerra”.