Ulma y Orona se preparan para romper con Mondragon: semana clave para la cooperativa más grande del mundo
Los 4.539 socios cooperativistas que suman las dos empresas votarán en sendas asambleas el día 16 si inician caminos en solitario, mientras la corporación insiste en que seguirá “fuerte y cohesionada” pase lo que pase
Ulma y Orona se preparan para salir de Mondragon, el grupo cooperativo más grande del mundo, y la fecha fijada para que los socios de ambas cooperativas voten si abandonan o no la corporación para iniciar caminos en solitario marcará un antes y un después en el futuro del gigante cooperativo. Pase lo que pase el día 16, nada será igual. Rara es la batalla en la que no hay heridos, y entre Ulma, Orona, por un lado, y la coorporación Mondragón, por otro, se ha abierto una guerra sin precedentes que dejará brechas difíciles de cerrar, incluso en el supuesto de que los socios de las cooperativas díscolas decideran mayoritariamente quedarse bajo el paraguas del grupo.
Mientras Ulma y Orona guardan estos días un férreo silencio a la espera de que lleguen sus respectivas asambleas en las que los socios dirán su última palabra, desde la dirección de Mondragon se multiplican los mensajes intentando minimizar el impacto que pueda tener la posible salida, asegurando que Mondragon seguirá siendo un grupo “fuerte y cohesionado” pase lo que pase en las votaciones del día 16. Aún así, el propio presidente del grupo, Iñigo Ucín, reconocía el importante impacto económico que supondría la salida de estas cooperativas .“Con datos de 2021, sería un 15% de ventas, un 13% en puestos de trabajo y un 28% de resultados. Es un impacto relativo, pero estoy convencido de que lo superaremos, porque Mondragon va bien y porque tenemos grandes proyectos de futuro en intercooperación”, señalaba en declaraciones a la revista TULankide, que edita el propio grupo cooperativo. Fuentes de la dirección de Mondragon han señalado a elDiario.es/Euskadi que no se ha mantenido ningún contacto estos días con las direcciones de Ulma y Orona, pese a que se les ha enviado “diferentes propuestas” para intentar reconducir el diálogo, por lo que, a la espera de la votación de los socios, el cisma parece ya un hecho.
Lo cierto es que las cooperativas que quieren separarse del grupo son en estos momentos las dos de mayor peso del área industrial de la corporación. Orona es el quinto fabricante europeo en sistemas de elevación o ascensores y da empleo a 5.507 personas de las que 1.750 son socios cooperativistas. El año pasado aumentó su facturación un 4,1% hasta alcanzar los 832 millones. Su red industrial se extiende por trece países y quiere seguir creciendo. En la última asamblea fijó previsiones para 2030 en unas ventas de 1.200 millones y una plantilla de 7.500 trabajadores. En cuanto a Ulma, factura en torno a los 900 millones de euros y da empleo a 5.500 personas, de los que 2.789 son socios, con presencia en 81 países, en un negocio dedicado a la construcción con diversas divisiones que abarcan, además de la construcción propiamente dicha, los servicios de mantenimiento, la logística, la agricultura, la arquitectura, el embalaje y los bienes de equipo. Es decir se trata de dos empresas de gran peso económico y de empleo, pero también de proyección de imagen de Mondragon en el mundo. Por eso, su posible salida sobre la que votarán el próximo viernes los 4.539 socios que suman las dos empresas, tiene un efecto más allá del económico y, si se consuma, supondrá un duro golpe para el grupo y su filosofía de funcionamiento. Porque, si el de Mondragon es un caso de éxito en el mundo empresarial, y este año prevé superar los 12.000 millones en ventas y emplea 80.100 personas, ¿qué es lo que lleva a dos de sus principales cooperativas a querer salir?
Aunque no se han clarificado todas las razones de un intento de ruptura de forma tan abrupta, sí ha trascendido el descontento de estas cooperativas con un funcionamiento demasiado rígido y una falta de autonomía para desarrollar sus proyectos -algo reiteradamente desmentido desde la dirección de la coporación-. Desde Ulma, por ejemplo, se ha denunciado que cada uno de estos cambios planteados a la dirección de la corporación a la empresa “han tenido que salir adelante a costa de tensiones innecesarias dentro de los órganos de gobierno de Mondragon. Esta misma dinámica ha vuelto a producirse este año hasta alcanzar un grado insostenible”.
En esencia, la propuesta de Orona y Ulma era introducir cambios profundos en el funcionamiento del grupo para que las cooperativas que lo considerasen optasen a un modelo de pertenencia “basado en convenios de intercooperación”, según fuentes de Ulma. Y lo querían hacer en este último Congreso del 15 de noviembre, pero la dirección no admitió introducirlo en el orden del día por considerar que una modificación de estas carácterísticas precisa de un debate “más sosegado”. Ningún representante de Ulma o de Orona acudió al Congresp.
La propuesta de Ulma y Orona supondría, según desvelaron desde la corporación, que ambas empresas dejarían de ser coopertivas de base adheridas al Congreso de Mondragon y a sus decisiones, para crear una nueva figura de “cooperativa convenida”. Una figura que supondría establecer en un convenio de duración anual los posibles ámbitos y compromisos de colaboración con Mondragon, para quedar fuera de la aplicación de las normas aprobadas por el Congreso, y de la obligación de tener que participar con carácter general en los mecanismos de intercooperación y solidaridad de las cooperativas“. Precisamente este fondo de intercooperación y solidaridad, que obliga a todas las cooperativas a ceder parte de sus beneficios, un 10%, de forma que se pueda salir al rescate de las empresas que estén en peores dificultades, es uno de los principales caballos de batalla. Ya se puso en cuestión durante la quiebra de Fagor Electrodomésticos, la mayor crisis por la que ha atravesado la corporación y que llevó a la desaparición de esta emblemática empresa que fue el germen del nacimiento del grupo. Precisamente una de las cooperativas que ahora se plantea su salida, Orona, fue una de las más críticas a la hora de seguir aportando fondos a la empresa, que había dilapidado muchos millones del fondo de solidaridad para intentar reducir su deuda, y finalmente una de las que bloqueó nuevas inyecciones de liquidez a la empresa de electrodomésticos a la que se dejó caer y entró en quiebra para que no arrastrara al resto del grupo.
Ulma ya ha dejado claro que si el voto de sus socios es favorable a la salida, seguirá aportando fondos a la corporación, pero a los grandes proyectos del Mondragon cooperativo, como los de Laboral Kutxa, Lagun Aro o Mondragon Unibertsitatea. Nada del fondo de solidaridad. “Los 1,85 millones de euros que destinan, de media anual, a los fondos cooperativos administrados por Mondragon Corporación Cooperativa, Sociedad Civil, pasarán a ser gestionados, para los mismos fines, por la fundación de Ulma. Y nada impide que esos fondos se destinen a programas y proyectos impulsados desde Mondragon, si se conviene que son los mejores en un contexto de respeto mutuo”, señalaron en su día en un comunicado en el que denunciaban las “injerencias” de la dirección en sus decisiones sobre la salida, sin que hayan querido ofrecer más concreción sobre el proceso a la espera de la asamblea.
“En definitiva, un estar sin estar,” señalaba Iñigo Ucin, a través de TULankide “que supone un cambio rupturista que afecta a la propia esencia y el sentido del Mondrago actual”. “Por un lado, se plantea acordar la baja de Mondragon y a su vez impulsar ámbitos de colaboración con Mondragon. No nos parece serio, ni para sus colectivos de socios ni para el resto de las cooperativas. Es una especie de argucia para materializar su propuesta por la vía de los hechos, algo que no es posible”, incidía también Leire Mugerza, presidenta del Congreso de Mondragon.
Desde Mondragon insiten en que es una decisión “que no beneficia a nadie”, como señaló el propio Iñigo Ucin en la asamblea. “Juntos somos más fuertes en este escenario mundial cada vez más complejo y lleno de incertidumbres”, advertía entonces. Pero insisten a la vez en que con Orona y Ulma o sin ellas, se seguirá “trabajando por un Mondragon fuerte y cohesionado, apalancado en la intercooperación y la solidaridad”.
No es el primer proceso de ruptura
Lo cierto es que este no es el primer proceso de ruptura al que se enfrenta el grupo cooperativo. En la historia de Mondragon hay otra sonada discrepancia interna que justoa hace ahora 14 años, en 2008, llevó a las asambleas de socios de Irizar y de Ampo, a decidir emprender camino en solitario. Ampo es ahora líder global en componentes de fundición de acero inoxidable y alta aleación y en válvulas de alto valor tecnológico para el gas y el petróleo. En 2021 facturó 157, 79 millones y ganó 6,8 millones de euros. Irizar, por su parte, líder en fabricación de autocares y de lleno metido en los vehículos eléctricos, factura más de 620 millones de euros y tiene presencia de en los cinco continentes.
Ese proceso no supuso la salida de más cooperativas, y ahora también están convencidos de que si hay una ruptura, la de de Ulma y Orona serán las últimas huidas. “Este hito refuerza la convicción en nuestros valores, y una sensación de unidad y cohesión que realmente me ha impresionado”, señala Ucín.
Aunque no son muchos los responsables de otras cooperativas del grupo los que públicamente hayan tomado postura sobre la crisis, la directora general de una tan importante como Eroski, Rosa Carabel, manifestó recientemente su “respeto” por a decisión que adopten Orona y Ulma, por ser ambas “soberanas”, pero subrayado que Eroski “es parte de la corporación y quiere seguir siéndolo”. En Mondragon están convencidos de que su sale Ulma y Orona de la corporación no habrá efecto dominó el día después del 16-D.
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