Urkullu presenta en el Día de la Memoria unas “bases compartidas” sobre décadas de violencia en Euskadi

Al poco de dar ETA por finalizada su actividad terrorista, el Parlamento Vasco exploró un “suelo ético” con mínimos compartidos sobre décadas de violencia entre PNV, PSE-EE, PP, UPyD, IU y una parte de la antigua Aralar. La irrupción política de EH Bildu, con EA y la otra parte de Aralar, con el consiguiente alejamiento de la derecha e incluso de los socialistas hizo que desapareciera el consenso del suelo ético. Si en Euskadi la reforma del Estatuto ha encallado en la Cámara en sucesivas legislaturas, algo similar ha ocurrido con la ponencia ideada para debatir sobre la sociedad en el posterrorismo. Este jueves, coincidiendo con el Día de la Memoria y precisamente en el Instituto de la Memoria (Gogora, dirigido por la portavoz de aquella Aralar que sí impulsó el suelo ético, Aintzane Ezenarro), el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha presentado el enésimo esfuerzo institucional por articular unas “bases compartidas para la construcción social de la memoria en Euskadi”, que es como se titula el documento. El texto parte de la constatación ética de que “ni los conflictos políticos ni la razón de Estado justifican, en ningún caso, el uso de la violencia” pero avisa de que pretender “un único relato 'oficial' se antoja artificial”.

El documento -se puede acceder a él aquí- fue un encargo de Gogora, al que el Gobierno de Urkullu da especial valor porque en su consejo se sientan todas las formaciones políticas representadas en el Parlamento Vasco. También EH Bildu y PP, que suelen ser incompatibles en otros espacios sobre convivencia y derechos humanos y que solamente se abstuvieron cuando se planteó a principios de 2022 poner en marcha este informe. No votaron en contra. Ha sido elaborado por tres expertos universitarios, Virginia López de Maturana y Unai Belaustegi de la UPV/EHU y Eider Landaberea de Deusto, y tres víctimas, Josu Elespe y María Jauregi como hijos de asesinados por ETA y Axun Lasa como hermana de un asesinado de los GAL. Se destaca que son personas de “sensibilidades diferentes” que han logrado una “voz colectiva”, un mínimo de consenso, aunque no se oculta que hay disensos. “Hemos trabajado para que lo que nos diferencia o nos aleja no ensombreciera lo que nos conecta”, defienden. También se ha entrevistado a dos docenas de personas, desde el lehendakari José Antonio Ardanza (PNV) o al que fuera diputado general de Álava por el PP, Ramón Rabanera, así como a expertos como Gaizka Fernández Soldevilla o Paco Etxeberria.

Como punto de partida, se concluye: “La sociedad vasca no muestra deseos de 'borrón y cuenta nueva' y se pregunta por su pasado reciente, por las décadas de terrorismo de diferente signo y violencia de motivación política que han formado parte de las vidas de varias generaciones y por todas las graves vulneraciones de derechos humanos derivadas de estas violencias (el terrorismo de las diferentes ramas de ETA, el terrorismo de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, el terrorismo de grupos vinculados a la extrema derecha, la guerra sucia`` y el terrorismo de los GAL, la tortura y la violencia policial ilegítima). Ello no significa que se quiera revisar este pasado desde la revancha o la venganza. La sociedad vasca quiere mirar al pasado desde posiciones constructivas e inclusivas; se trata de una mirada al pasado que sirva para asentar de forma sólida un modelo de convivencia democrática duradero. Hoy, la sociedad vasca dice 'sí' a un futuro con memoria”.

Urkullu ha recibido el documento como “un ejercicio intelectual honesto, sincero y valiente”. Ha destacado también que los historiadores son de “pensamiento y sensibilidad diferente” y las víctimas “de expresiones diferentes de terrorismo”. “Habéis logrado acordar unas bases compartidas. Toda una lección de gran valor simbólico. Hoy, Día de la Memoria, reiteramos nuestra voluntad de construir un futuro con memoria [...]. La memoria es la mejor garantía para la no repetición, la mejor garantía para la construcción de un modelo sólido de convivencia en el pluralismo político y la diversidad social”, ha señalado.

El lehendakari, que no ha hecho referencias explícitas ni a ETA ni tampoco a los GAL aunque esta semana pidió expresamente al Estado y al PSOE un gesto sobre la guerra sucia. ha apelado a la autocrítica. Lo ha hecho a nivel colectivo “pero, sobre todo y muy especialmente, de quienes fueron responsables directos e indirectos de décadas de terror y violencia política”. En línea con un pasaje del documento, Urkullu ha recalcado que “la memoria que busca justificar no es la mirada de la historia y de la verdad”. “Es una mirada al servicio de un relato que única y exclusivamente pretende justificar lo que ha sido, es y será una sinrazón ética, política y democrática”, ha apostillado.

“La dificultad para construir una memoria que deje constancia pública de acontecimientos y experiencias traumáticas no radica en la pluralidad de memorias sino en los relatos autojustificativos que se construyen a partir de ellas. Estos relatos cuentan con sus propios conceptos, hechos, olvidos y silencios. La selección nunca es ingenua. Son los relatos instrumentales, partidistas, competitivos, impositivos a la vez que defensivos y atrincherados en sus propias posiciones, revanchistas, que no dejan espacio para la autocrítica, excluyentes, que no reconocen al 'otro', que no escuchan y no dialogan. Los relatos autojustificativos han sido y son una gran tentación a la que no es fácil resistirse para nadie, porque son confortables y nos ofrecen un aparente refugio al reafirmar y confirmar la visión que uno tiene como la única válida y posible. Pero son una tentación peligrosa. Los relatos autojustificativos nos encierran más y más en lo propio, nos distancian de los demás, perpetúan y cronifican el escenario de 'unos' y 'otros'; de 'unos frente a otros'. Los relatos autojustificativos levantan 'muros de contención' que aíslan, excluyen y nos alejan de la construcción de nuevos espacios para una convivencia democrática. Y éste sí es un problema”, es lo que recoge el informe sobre este punto.

Se añade también la importancia del valor de las víctimas como pedagogía para las nuevas generaciones. Se cita 'Adi-Adian', que lleva el testimonio a las aulas y que fue muy criticado por el nacionalismo cuando Patxi López lo creó bajo el nombre de 'Víctimas educadoras'. Y se incluye, asimismo, la siguiente reflexión sobre 'Patria', 'Maixabel' y otros productos audiovisuales: “No queremos dejar de mencionar la enorme potencialidad del ámbito de la creación y producción artística en general, y de la ficción en particular, como recurso pedagógico y didáctico para trabajar competencias como el pensamiento crítico y valores éticos y democráticos. La producción cultural en Euskadi ha sido y sigue siendo un terreno fértil en el que han aflorado diferentes maneras de aproximación a la complicada y dura realidad de nuestro reciente pasado violento. La literatura, el cine, las representaciones teatrales o las ficciones y documentales producidos para la televisión muestran incontables ejemplos de esta memoria cultural. El 'cese de la actividad armada' por parte de ETA ha tenido también su reflejo en los modos de abordar esta cuestión; modos que se han ampliado y diversificado aún más. Recientemente, incluso diferentes plataformas de 'streaming' han llevado a la pantalla miniseries sobre esta problemática. El hecho de que estas plataformas apuesten por ello es una muestra más del interés del público sobre este pasado reciente y traumático”. 

El informe concluye así: “No olvido público. No relatos autojustificativos. Pluralidad de memorias. Revisión crítica del pasado, verdad de los hechos, conocimiento y comprensión. Autocrítica, responsabilización y no justificación. Mirada ética. Reconocimiento de todas las víctimas. Memoria pedagógica. Valores éticos y democráticos. Justicia. Derechos Humanos. Respeto. Empatía. Diálogo. Futuro con memoria. Estas son las palabras clave, las bases compartidas hoy para la construcción social de la memoria en Euskadi. Este es el resultado de la reflexión conjunta de este grupo de trabajo que ha querido encarnar una mirada singular a la memoria y la convivencia. No es la única mirada, no es 'el documento', no es algo definitivo. Se trata de un proceso, de algo inacabado, imperfecto, discutible. Es una contribución humilde, reflejo de lo compartido hoy, que espera ser un granito de arena más para seguir compartiendo mañana”.

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