El procesamiento en Argentina de Rodolfo Martín Villa (León, 1934) se fundamenta en la matanza de la Policía Armada en una iglesia de Vitoria el 3 de marzo de 1976 –que dejó tres muertos en el acto, dos en los días siguientes y tres víctimas adicionales en protestas que tuvieron lugar en otras ciudades– y en las cargas policiales en la plaza de toros de Pamplona durante el San Fermín de 1978 –en las que falleció de un balazo en la frente el joven Germán Rodríguez y hubo otros heridos–. En el primero de los casos, Martín Villa era ministro de Relaciones Sindicales con Carlos Arias Navarro como presidente; en el segundo, era titular de Interior con Adolfo Suárez. Antes y después ocupó importantes cargos en el Estado. Villa estuvo en Vitoria a los pocos días de las cargas policiales junto con otro ministro de la época, el ya fallecido Manuel Fraga, quien después sería fundador del PP y presidente de Galicia. Visitaron a los heridos en el hospital.
¿Qué es lo que sucedió? En la tarde del 3 de marzo de 1976, en el barrio obrero de Zaramaga, entonces a las afueras de Vitoria, 4.000 trabajadores celebraban una asamblea de huelga en la iglesia de San Francisco de Asís. Las movilizaciones tenían paralizadas las grandes industrias de una ciudad de entonces menos de 150.000 habitantes y el lugar en que se reunieron los trabajadores era uno de esos rodeado de casas de ladrillos rojos construidas en la dictadura para albergar a los inmigrantes llegados de Castilla, Extremadura, Andalucía o Galicia.
La Policía Armada del franquismo disolvió aquella asamblea sin contemplaciones, a tiros. Los balazos asesinaron a cinco trabajadores y dejaron decenas de heridos. Fue la mayor masacre de los aparatos del Estado en la Transición, como se hizo constar en la emisora de radio de los 'grises': “Hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Ha sido una masacre”. “Ya tenemos dos camiones de munición. O sea que actuar a mansalva y a limpiar, nosotros que tenemos las armas, a mansalva y sin duelo de ninguna clase”, se escuchaba igualmente.
La investigación argentina contra Martín Villa evoca a tres de los cinco fallecidos, a Pedro María Ocio, Francisco Aznar y Romualdo Barroso. Ellos cayeron en el acto. José Castillo y Bienvenido Pereda murieron días después por las heridas en el hospital. La mayoría eran trabajadores de fuera. Unos días después, en Basauri, se convocó una huelga en solidaridad con estos sucesos y la Guardia Civil la disolvió dejando herida de muerte a otra persona, Vicente Antón. En Tarragona hubo otra bajo el lema 'Vitoria hermanos, nosotros no olvidamos'. Según un testigo, un joven de 19 años llamado Juan Gabriel Rodrigo Knafo huía de los 'grises' por los tejados de la ciudad cuando recibió el impacto de una pelota de goma y cayó al vacío. La octava víctima es Mario Marotta, italiano, alcanzado por fuego real de las fuerzas de seguridad de aquel país que reprimían una protesta delante de la embajada de España en Roma.
En cuanto a los Sanfermines rotos, como se conoce a los de 1978, dejaron en Pamplona a más de 150 personas heridas, 11 ellas de bala, además de un muerto: el joven activista político Germán Rodríguez, que durante los disturbios que siguieron a una intervención de la Policía en la plaza de toros de la capital navarra recibió un disparo efectuado por las Fuerzas de Seguridad de Estado y cayó abatido.
Fue unas horas antes, al finalizar la corrida de toros de ese día, cuando en la plaza comenzó la represión. Unos 50 jóvenes de las peñas saltaron a la arena con una pancarta que pedía: “¡Amnistía Total, Presoak Kalera, Sanfermines sin Presos!”. 40 miembros de la Policía Armada que custodiaban la plaza entraron en el recinto y comenzaron a cargar contra los tendidos con material antidisturbios: pelotas de goma y gases lacrimógenos. El público respondió a la violencia policial con el lanzamiento de botellas y almohadillas. Fue entonces cuando la Policía hizo uso de las armas de fuego, dejando cinco heridos de bala en el propio ruedo.
Horas más tarde, con la ciudad convertida en un escenario de batalla y revueltas, llena de barricadas y con manifestantes intentando asaltar el Gobierno Civil, las Brigadas Antidisturbios continuaban disparando con armas de fuego contra los alborotadores. Fue entonces cuando por la radio interna de la Policía se dio la orden de despejar la ciudad disparando a discreción: “Preparad todas las bocachas y tirad con todas las energías y lo más fuerte que podáis. No os importe matar”. Un mensaje claro y conciso que provocó que hacia las 22.15 de la noche Germán Rodríguez cayera muerto de un disparo en la frente en la en la confluencia entre las Avenidas de Carlos III y Roncesvalles, cerca de la plaza de toros de Pamplona. 43 años más tarde se desconoce todavía quién fue el autor del disparo y el tipo de arma que acabó con la vida del activista de 27 años.
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