Willy Toledo, actor: “Ahora aparecen mamarrachos cagándose en mileuristas. Ha vuelto el neoliberalismo más salvaje”

Maialen Ferreira

Tinduf (Argelia) —
4 de mayo de 2024 21:45 h

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Entre casas de adobe y jaimas, casas tradicionales saharauis, se levantan algunas construcciones de cemento, como en la que los actores y actrices que visitan Festival Internacional de Cine de Sahara (FiSahara) se están hospedando durante el festival. Su anfitriona es una de las profesoras de la escuela del campo de refugiados de Ausserd, en Tinduf, Argelia. En el salón, sobre la alfombra, un pequeño colchón y entre maletas el actor Willy Toledo consigue, después de tres días, darse una pequeña ducha, o más concretamente echarse agua con el cubo que le ha facilitado la familia.

Fuera, el calor del desierto supera los 35 grados, pero la sensación térmica es de los 38. Dentro, algunas familias consiguen enfriar alguna estancia de la casa con aire acondicionado. La que hospeda a Toledo es una de esas familias y es donde se realiza esta entrevista en la que se abordan cuestiones como la situación del pueblo saharaui, su veto en el cine español durante más de diez años y el panorama político en España, entre otras, sin olvidar a Palestina. “Igual que no podemos olvidar a Palestina no podemos olvidar al pueblo saharaui, porque además la situación con sus diferencias es muy parecida, es un pueblo milenario que lleva siglos viviendo en un territorio hasta que aparece una potencia colonial y criminal que los somete, ocupa sus territorios, les roba sus tierras y los asesina. No podemos olvidar a ninguno de los dos”, reconoce el actor.

Lleva años participando en el FiSahara y en multitud de ocasiones ha confesado que es una causa que le afecta mucho. No es común ver a actores que se impliquen tanto en una realidad como esta. ¿A qué se debe?

La causa saharaui me toca desde niño porque mi padre era canario y el pueblo canario y el saharaui desde que eran una colonia han tenido una relación muy intensa personal, económica y empresarial. Entonces, yo llevo escuchando sobre la causa saharaui desde que era un canijo. Siempre ha sido algo muy cercano. Hace unos 15 años me invitaron a venir y, a partir de ahí, vine otras tres veces más, pasé a la dirección junto a Javier Corcuera durante cinco años y ahora estoy en el equipo del festival, pero me encargo de los invitados del mundo del cine.

¿Qué es lo que más le trastoca del festival?

Fundamentalmente la postura del Estado español desde 1975 hasta hoy, que, aunque de palabra y de boquilla asumía la tesis de Naciones Unidas de la celebración de un referéndum de autodeterminación, hace un par de años Pedro Sánchez decidió dar un viraje radical y asumir las tesis marroquíes de una autonomía del Sahara Occidental dentro del reino de Marruecos. Eso es lo que más me llena de rabia y de ira porque España sigue siendo el administrador único del territorio de Sahara Occidental. Es el único territorio africano pendiente de descolonización, aunque sea formal. Y corresponde al Estado español llevar a cabo ese proceso de descolonización y la convocatoria del referéndum con el censo del año 91, aunque los saharauis están dispuestos a aumentar ese censo y saben que va a haber muchos colonos marroquíes que votarían a favor de la autodeterminación. Porque es la diferencia entre vivir bajo un estado democrático o en una tiranía monárquica como la de Hassan II primero y Mohamed VI ahora. Lo que más me trastoca es pertenecer a un país que no solo no acepta su responsabilidad, sino que colabora activamente con el opresor y el ocupante. Mucha gente dice ¿qué hay en el Sahara Occidental? Pues además de un pueblo con una cultura milenaria, hay muchos recursos naturales y esa es la condena de los pueblos con recursos naturales.

El ‘lafware’ ni empezó con Sánchez, ni con Podemos. ¿Cuántos procesos judiciales ha habido a militantes de movimientos sociales vascos?

¿Se esperaba algo más del Gobierno de Pedro Sánchez en este sentido?

Yo no he esperado nunca nada del PSOE ni lo esperaré jamás, más allá de las traiciones a las causas más justas. Lo que no esperaba es ese cambio de postura, que en el fondo es más formal que otra cosa, porque siguen vendiéndole armas a Marruecos, formando a la Policía marroquí y enviando material antidisturbios para que repriman a los saharauis y a los marroquíes.

¿Se paga caro en España ser un activista y querer hacer cultura?

Se paga caro en cualquier lugar del mundo. Si fuera colombiano, estaría en una fosa común y tengo la suerte de vivir en un país en el que, de momento, no nos asesinan. Sí que nos meten en la cárcel, nos abren procesos judiciales interminables, nos fríen a multas cuando salimos a protestar y a otros, con mucha menos suerte que yo, aunque he sido detenido tres veces y he pasado 24 horas en el calabozo, los han torturado, los han violado, los han quemado y los han enterrado en cal viva en el caso de los GAL con la militancia vasca.

Mucha gente cree que el ‘lawfare’ es algo actual y se sorprenden cuando se dice que lleva pasando décadas.

Claro, el ‘lafware’ ni empezó con Sánchez, ni con Podemos. ¿Cuántos procesos judiciales ha habido a militantes de movimientos sociales vascos, ecologistas, periodistas? Se han cerrado medios de comunicación, se ha torturado a personas como el periodista Martxelo Otamendi para que luego venga el Tribunal Supremo y diga que ahí no había ningún solo artículo en diez años en los que se llamara a la lucha armada, pero da igual. Entonces, el 'lawfare' español es como el régimen marroquí, corrupto hasta la médula y, sobre todo la Judicatura y la Policía. No hay instituciones más corruptas que estas.

En su caso fue juzgado por unos mensajes de Facebook en los que insultaba a Dios y a la Virgen y por los que la Asociación de Abogados Cristianos pedía una multa de 22 meses. ¿Cómo fue aquello?

Ha habido de todo. Una fue por esos mensajes de Facebook, otra por cagarme el 12 de octubre en la colonización, en los conquistadores, en la Virgen María y en la Guardia Civil y todavía tengo un caso pendiente porque lo han recurrido y otro fue por participar en la huelga general cuando era delegado de Acción Sindical del Sindicato de Actores y Actrices. Me detuvieron a las dos de la mañana porque presuntamente 24 horas antes había asaltado un bar y lo había destrozado. Me detuvieron, me llevaron a juicio, el fiscal me pidió prisión provisional y tres años y medio de cárcel, aunque afortunadamente di con un juez cuyo nombre nunca olvidaré, Marcelino Sexmedo, que escribió una sentencia absolutamente devastadora contra el fiscal que había pedido tres años y medio contra nada porque el dueño del bar ni siquiera presentó denuncia, no había nada. La Policía quiso detenerme y meterme preso, porque fue una detención ilegal.

Al final es estar a merced del juez que toque, a pesar de estar en un Estado de Derecho.

Absolutamente. Me llamó José Antonio Martín Pallín [jurista y magistrado emérito del Tribunal Supremo] y me dijo que eso era una detención ilegal y que si quería íbamos a por ellos. Pero no quise, porque si vas contra ellos te puede pasar como a los chavales de Altsasu sin haber hecho absolutamente nada. Si voy a por ellos tan directamente tengo la vida arruinada.

Durante una de las conferencias del FiSahara, la activista saharaui Mina Baali contó que su propio hijo le había pedido que dejara de manifestarse porque podría perjudicarle en su carrera como ingeniero. ¿A qué se renuncia por ser activista?

A un montón de cosas, aunque en realidad yo afortunadamente no he tenido que renunciar a tanto. Me dejaron diez años sin currar en España, pero me fui a Latinoamérica y viví cosas que no habría vivido si me hubiera quedado. He trabajado mucho en Argentina, Colombia y México, me fue increíble, conocí a miembros de movimientos sociales de allí y fue una experiencia alucinante que en España no hubiera tenido. Además, les he ganado, porque 14 años después trabajo con bastante regularidad sin haber dado un solo paso atrás y a pesar de que haya televisiones como Telecinco, TVE o Antena3 que no me contratan, sigo trabajando, así que se jodan.

Hay artistas o personajes públicos que dicen que no pueden no a ir al Hormiguero por la publicidad que supone. ¿Qué opina al respecto, usted que en varias ocasiones ha pedido públicamente que no se vaya a ese programa?

Que es absurdo. Este es un mensaje para todas mis compañeras y compañeros: aparecer en El Hormiguero no os va a traer ningún beneficio. No te van a dar más trabajo por salir en El Hormiguero. Y nadie, por mucho que digan, les obliga a ir. Ninguna productora, director ni ninguna plataforma. Les pueden insistir y presionar, pero somos libres de ir a donde nos dé la gana y a ese programa no hay que ir. El Hormiguero ha pasado de ser un programa de entretenimiento a ser un programa político de propaganda ultraderechista y es un peligro. Hay que hacerle un boicot, igual que hay que hacerle un boicot a Israel. Es fácil hacer boicots y criticar lo de fuera, pero cuando lo tenemos en casa da miedo, y no hay que tenerlo porque vetar ese programa no les va a perjudicar en nada.

Pedro Sánchez es el enemigo del pueblo, está porque al sistema le interesa

¿Considera que es importante que las figuras mediáticas estén politizadas? Usted de hecho participó el año pasado de forma simbólica en las listas electorales de la candidatura municipal de Badalona (Barcelona) por Guanyem.

La verdad es que no me he arrepentido de eso, porque nunca me arrepiento de nada, pero he aprendido que nunca más lo haría porque lo que tengo claro es que hasta que no me demuestren lo contrario no voy a fiarme de ningún político. Es importante que la gente de la cultura esté implicada. Yo me acuerdo de que cuando era pequeño veía a Paco Rabal y a Lola Gaos manifestándose políticamente y me parecía muy guay porque era gente a la que admiraba, que compartían mis ideas y que las expresaban en público con todas las consecuencias que tuvo. Lola Gaos se tuvo que ir de España porque no le daba trabajo nadie después de que en una entrevista José María Iñigo le preguntara “¿Es usted comunista?” y ella contestara “Sí, señor y a mucha honra”. Es importante estar implicado políticamente no solo en el mundo del cine, sino en todos los sectores, aunque desgraciadamente cada vez hay menos gente implicada y el eje ideológico se va moviendo más a la derecha hasta el punto de que nos cuentan que salvar a Pedro Sánchez es salvar la democracia. Un tipo que tiene a la clase trabajadora como la tiene, con una Ley de Extranjería criminal que trata de tener una masa de población trabajadora sin ningún derecho y con libertad para explotarlos. Pedro Sánchez es el enemigo del pueblo y forma parte del sistema y está aquí porque al sistema le interesa.

¿Hay alguna otra alternativa?

Sí. Olvidarnos de que la única alternativa es la institucional, que es ir a votar, que eso es lo que quiere el régimen. Hay una alternativa que son las calles, la organización popular, vecinal. En las instituciones se cambian muy pocas cosas. Los únicos procesos transformadores que ha habido en la historia de la humanidad en cualquier parte del mundo se han hecho en la calle gracias a la organización de la gente, desgraciadamente dándose de hostias con el poder no porque seamos violentos, sino porque el sistema capitalista es profundamente violento y cada vez que sacamos la cabecita nos dan de hostias. Desgraciadamente solo los procesos violentos como respuesta a la violencia del régimen han surtido algún tipo de efecto, votar no va a cambiar este país, en ningún caso y menos teniendo en cuenta de que la alternativa de Gobierno a nivel nacional es Sumar o Podemos, pero ya está casi en descomposición, aunque creo que Podemos va a aguantar más que Sumar porque tiene una base popular y votante. Electoralmente no nos queda nada, ¿hay que votar? Sí, porque si llegara Vox al Gobierno las mujeres, la población migrante y los movimientos sociales estarían mucho peor. Ahora nos venden que Pedro Sánchez va a parar a Vox y es la verdad, porque es el único que puede parar a Vox, pero a costa de qué.

Una de las mujeres saharauis que vivía en España contó en el FiSahara que ha regresado a los campamentos con sus hijas porque no quería que creciesen en medio del capitalismo ni el individualismo. ¿Faltan en España los valores que tiene el pueblo saharaui?

Por supuesto. Nuestros valores son ahora los mismos que en los 80, el objetivo es hacerse multimillonario, por eso aparecen esos mamarrachos en Youtube cagándose en los mileuristas. Ha vuelto el neoliberalismo más salvaje a nuestra cultura y a nuestros discursos. Otra vez lo que mola es hacerse multimillonario y si hay que pisar al de al lado se le pisa y si hay que irse a Andorra para no pagar impuestos se va. Es una cultura difícil de desactivar y más con estos medios de comunicación que todos van a una. Unos son una máquina de fango de crear bulos y mentiras y otros de no contar nunca la verdad y simplificar los mensajes.

elDiario.es/Euskadi

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