El desguace de Acorex
Se han empleado a fondo, pero al final de la legislatura han logrado desguazar Acorex. En las dos últimas décadas, Acorex ha sido no solo la mayor empresa netamente extremeña por volumen de facturación, sino también una forma de entender la agroindustria, y por tanto el desarrollo de la Extremadura rural.
Con sus más y sus menos, Acorex fue avanzando posiciones en los buenos tiempos y creó una potente estructura que facturaba unos 400 millones/año agrupaba a 6.000 agricultores y daba empleo en sus instalaciones a más de 200 personas. Era una buena empresa cooperativa.
Entonces llegaron ellos.
Primero enseñó la patita la dura crisis y algunas de las inversiones más dudosas de la anterior etapa comenzaron a arrojar problemas, dudas y deudas.
Luego se produjo un cambio político y PP e IU creyeron que todo el campo era para su uso y disfrute. Que si nombro presidente, que si pongo nuevo consejo rector, que si el sobrino de Nogales vende fertilizantes al grupo, que si hay otra colocación para otro sobrino de Escobar el de las llaves, que si Miguel Córdoba recomienda esto y aquello, que si Román prieto quiere... así, en este plan.
A pesar de los pesares, Acorex pudo mantener a duras penas el tipo hasta 2014. Bajo el tándem Pérez/Aceitón aún hubo opciones reales de salvar los muebles. Hubo incluso una operación de fusión con Dcoop que abría la puerta a una solución empresarial. Fueron los últimos coletazos de gestión profesional, a pesar de todo.
Para los mandamases del cortijo, en la sombra, claro (Teniente y Nogales) la salvación de Acorex implicaba nada más y menos que perder su poder en el grupo cooperativo y de un plumazo, en una semana de vértigo del pasado mes de enero, se cargaron a Aceitón y Pérez.
A raíz de ahí ha sido un escándalo tan mayúsculo que sorprende que no haya ya una comisión de investigación en marcha. Al fin y al cabo en Acorex hay un préstamo de la Junta, vía Avante, de 16 millones y muchas decenas de millones de euros en ayudas de todo tipo.
Lo de poner al frente del negocio a un gerente, Antonio Barral, condenado en firme por irregularidades económicas por la Audiencia Nacional, fue la guinda de un pastel podrido. El resto estaba cantado, la voladura controlada, la subasta de bienes, el embargo… todo un proceso de desguace del que algunos van a sacar buena tajada.
Y entretanto, decenas de trabajadores en la calle en un ERE que está en marcha y un segundo ERE que viene de camino.
Y para cerrar el chiringuito, ahora, desde la dirección de Acorex se inmola, gratis total, al grupo de cooperativas en el altar de un grupo navarro que compite directamente frente a otras cooperativas y empresas extremeñas.
Resulta muy difícil de creer que las cosas se hayan podido hacer tan mal, tan rematadamente mal… a no ser que se hayan querido hacer de esa manera por otros designios, ignorados por casi todo el mundo.
Ah, y aunque tal vez no venga a cuento aquí y ahora, que seguramente sí, ovación cerrada para la dignidad del pueblo griego frente a los mercaderes que han comprado la política.