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“En poco más de 40 años no habrá jóvenes en Extremadura”, aviso tras un estudio universitario

Portada del libro editado con el estudio

José L. Aroca

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En poco más de cuarenta años Extremadura podría quedarse sin jóvenes si la cosa sigue así, ha advertido el presidente del Club Sénior, Julián Barriga, en la presentación este jueves en Mérida de un estudio de técnicos de las universidades extremeña y de Zaragoza, titulado “Un futuro sin jóvenes, jóvenes sin futuro”.

Una pléyade de jóvenes que marchan fuera a cursar estudios superiores, en un porcentaje llamativo del 42% pese a la existencia aquí de varios campus y oferta de grados, y que o no vuelven, o lo hacen para buscar un trabajo a su nivel que no encuentran, y acaban marchándose en la edad en la que establecen lazos fuertes en el exterior de pareja, laborales o de residencia, que hacen muy difícil su vuelta.

En los últimos 18 años la región cuenta con casi 80.000 jóvenes menos (18-34 años), eran 217.577 el año pasado, pero dos años después, a finales de 2020, es posible que por primera vez la cifra baje de 200.000.

Es una pérdida de talento, una pérdida de vitalidad social y participación política, y un resultado final de envejecimiento demográfico según Alessandro Gentile, de la universidad zaragozana, autor del estudio junto al coordinador del mismo Enrique Hernández, de la universidad extremeña, que fue presidente del Consejo de la Juventud en la Comunidad, y vicepresidente del consejo nacional.

Ana Hernández (Zaragoza) y Jesús Cobián (Extremadura) son los otros dos coautores.

La situación de paro y emigración de los jóvenes extremeños es “escalofriante” según Julián Barriga del Club Sénior, “la radiografía de una tragedia”.

Peor tras la crisis

La juventud extremeña, apunta Gentile, ya estaba en situación difícil antes de la crisis, pero ésta ha golpeado especialmente a los de menos de 34 años, con salarios de trabajadores pobres.

Es la tercera comunidad con más ninis de 16-18 años, que ni estudian ni trabajan, y en general tiene un problema de emigración juvenil que comparte con Asturias, Castilla y León, y Aragón.

Se forman fuera los universitarios en un 42% de los casos, y el 70% de ellos se concentran en las universidades de Madrid, Salamanca o Sevilla, por un problema de falta de oferta de grados, o de calidad de la universidad extremeña.

El 55% de los máster los cursan fuera.

Regresan por un breve tiempo, intentando en vano un trabajo acorde con su formación, o no vuelven, y marchan a las grandes ciudades por motivos laborales pero también de ocio; a Madrid por estudios y trabajo, a Cataluña por trabajo, y a Andalucía por estudios. Al hacerlo entre los 25-29 de edad fijan fuera vínculos de pareja, laborales o de residencia que hacen su retorno “prácticamente irreversible”, afirma Gentile.

No obstante mantienen fuertes vínculos con Extremadura, de hecho muchos siguen empadronados aquí aunque viven fuera, y parte de ellos reciben remesas económicas de sus padres mientras encuentran trabajo, o uno bien pagado.

La emigración al exterior de España es inferior al de otras comunidades, y con el exterior el año pasado por primera vez el saldo fue positivo

Entre las soluciones se apunta desde los autores del estudio una buena diagnosis de la situación y el problema; hacer atractivo el territorio, infraestructuras, planes de retorno, alianzas con Portugal, y una complicidad ciudad-medio rural.

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