Los vecinos de Hervás la utilizaban para llamar por teléfono. Pero la cabina del barrio judío de Hervás, como otras muchas, no consiguió superar la llegada de los móviles y dejó de tener la utilidad con la que nació.
La cabina, realizada en los años 90 por los alumnos de una escuela taller, ha permanecido abandonada durante años. Y este es el motivo que ha llevado a Greta M. Crespo, arquitecta y gestora cultural, a recuperar un espacio urbano en desuso. Al mismo tiempo ha llenado de cultura una de las zonas más emblemáticas de la localidad.
Greta es la responsable del proyecto Galería La Cabina, que nace como un espacio cultural en un solo metro cuadrado. Este espacio brilla de nuevo con todo su esplendor. La nueva galería, disponible para todos aquellos que transiten por las calles del Barrio Judío, ha abierto sus puertas con una colección de 23 fotografías.
La exposicón
Las fotos han sido captadas con dispositivos móviles. Según explica la responsable de este proyecto la idea es la de crear un juego entre el teléfono que una vez albergó esta cabina, y los teléfonos móviles, que en definitiva son los grandes ‘culpables’ de la desaparición de su uso inicial.
Con este premisa se planteó una convocatoria a través de las redes sociales, animando a los internautas a que enviaran fotografías captadas con el teléfono, y que tuvieran como motivo común el otoño, con motivo de la celebración del Otoño Mágico del Ambroz meses atrás.
Finalmente han sido más de 600 fotografías las que han participado en el concurso, no solo peninsulares sino también desde el resto de Europa y América. De todas ellas han sido seleccionadas un total de 23, que permanecen expuestas en la actualidad en el interior de la cabina, tras un meticuloso proceso de impresión y musealización.
Allí se ha establecido una nueva conexión entre Hervás y otros latitudes geográficamente lejanas como Holanda, New Orleans, Nueva York o Argentina.
La financiación para sacar adelante este proyecto fue a través de una campaña de ‘micromecenazgo’ incluida en el programa de crowdfunding del Gobierno de Extremadura. La iniciativa logró finalmente el doble de dinero que necesitaban para participar en el programa de la Junta, en concreto 2.400 euros.
Si de algo se siente orgullosa Greta es de haber conseguido involucrar en un proyecto cultural tanto a particulares como a las administraciones, locales y regionales, en el impulso de un espacio que espera que siga albergando futuras exposiciones.