La editorial emeritense De la Luna Libros ha puesto fin esta pasada primavera a un proyecto editorial desarrollado a lo largo de los últimos cuatro años que tenía como objetivo comprobar “el estado de salud” de la poesía extremeña de las últimas décadas. Así define la intención de la colección Luna de Poniente, Marino González, director de la misma junto con el escritor Elías Moro.
Luna de Poniente distinguía con una letra del abecedario cada poemario editado, firmado por poetas de diversas generaciones y estilos. Se abrió el volumen A con el poemario ‘La mirada desnuda’, de Jesús García Calderón y se ha cerradola colección en la letra Z con ‘Hay un rastro’, de Elías Moro.
En medio de ambos, nombres consagrados y otros que no tardarán en estarlo, entre los que se encuentran los de José Antonio Ramírez Lozano, Antonio Gómez, Antonio Sáez Delgado, Mario Lourtau, Álvaro Valverde, Carmen Hernández Zurbano, Efi Cubero, Pablo Guerrero, Fernando de las Heras o José Ramón Santos entre otros.
Los dos últimos libros de la colección se presentaron en Badajoz el pasado 29 de mayo, justo el día del fallecimiento de José Miguel Santiago Castelo, que dejó en Luna de Poniente su libro ‘Esta luz sin contorno’.
En esta entrevista hecha a través de cuestionario, Marino González se muestra convencido de que Luna de Poniente se había convertido en un referente literario antes incluso de clausurarse.
-Elías Moro dice que le propusiste ser co-director de la colección en una tarde de verano, en torno a unas cervezas, pero ¿desde cuándo albergabas este proyecto y por qué lo creías necesario entonces?
-Pues llevaba algunos años con esa idea en la cabeza: una colección de lo mejor de la poesía extremeña, con libros inéditos que conformasen una cata de lo que se venía haciendo en poesía durante las últimas tres o cuatro décadas. El momento crucial se produce cuando el Ayuntamiento de Almaraz –mi pueblo- me propone que presente un proyecto cultural de largo recorrido. De pronto, se conjugan todas las variables, porque podemos lanzarnos de lleno a la publicación sin que el elemento económico planee sobre el meramente literario.
-¿Cuáles dirías que han sido los principales logros de la colección Luna de Poniente?
-Más allá del hecho de haberla completado en tiempo y forma con unos libros magníficos, que hemos ofrecido la posibilidad de “retorno” a casa de muchos autores que tuvieron que marcharse a publicar fuera de la región porque aquí no se daban las condiciones necesarias por carecer, casi por completo, de una infraestructura para la producción y distribución de sus libros. Y, muy importante también, que estamos haciendo historia, porque la colección se ha convertido en un referente literario mucho antes incluso de que la diéramos por terminada.
-¿Por qué acoplar el número de libros y autores a las letras del abecedario? ¿Están todos los que son?
-Había que limitarla en el tiempo y en el número de entregas; así que la idea de las letras del abecedario nos pareció muy adecuada. Los que están, son, indudablemente. Es claro y notorio que todos echaremos en falta algunos nombres. La explicación es que no tenían o no han tenido libro terminado –el hecho de ser inédito era una condición innegociable- durante los cuatro años que hemos tardado en finalizar la colección.
Nombres
-¿Todos los autores estaban decididos desde el primer momento o hubo cambios e incorporaciones de última hora?
-Recuerdo que hicimos una primera lista de unos 30 nombres. Empezamos a llamarlos y, si se iba produciendo alguna “vacante” nos poníamos a buscar entre los más jóvenes. Nos hemos llevado unas sorpresas increíbles. Eso ha sido casi lo mejor de dirigir la colección.
-Si no me equivoco, tan sólo habéis incluido a cuatro mujeres. Parece un porcentaje reducido.
-Es cierto que deberían aparecer algunas más; pero, las razones de esas ausencias son las mismas que se mencionaron más arriba.
-Ofrecisteis suscripciones que permitían abaratar algo el precio para los suscriptores y daban la ventaja de recibir los libros en casa. ¿Era una forma de garantizar la edición o de sondear el mercado a ver por dónde andaban las apetencias poéticas de los lectores?
-Era una forma de facilitar las cosas para los lectores; pero, en ningún momento los índices de ventas han influido en la elección de un autor u otro.
-¿Se ha vendido mucho hasta ahora la colección?
-¿Qué va a decir el editor? Los editores, como los agricultores, son quejicas por naturaleza. Creo, sinceramente, que debería haberse vendido más, porque supone un hito en la historia de la edición en Extremadura; pero, se trata de una colección de largo recorrido, que seguirá en el mercado durante bastante tiempo.
Portadas
-¿Cómo elegisteis el diseño de portada? Las grandes fotos en blanco y negro de los autores no son habituales en libros de poesía y, en todas, el fotógrafo Pedro Gato parece haber conseguido la más pasmosa naturalidad en sus modelos.
-Manejé esa idea desde antes de empezar con la colección. Sabemos que es bastante inusual en libros de poesía y por eso precisamente nos atrajo más la idea. Por otro lado, de ese modo se le pone cara al autor, bastante menos conocido que el novelista. Las fotos de Pedro Gato se tiraban durante una conversación que mantenían los autores conmigo en su propia casa o centro de trabajo. Unas han sido más fáciles que otras porque de lo que se trababa era de conseguir eso mismo que dices: “la pasmosa naturalidad”. Pedro ha hecho un trabajo magnífico y me consta que los autores están encantados con el resultado. El poeta Juan Carlos Mestre me comentaba en broma que él quería estar el LUNA DE PONIENTE –aunque sea con letras menores, decía- porque nunca había salido en un libro suyo tan favorecido como estos extremeños.
-¿Te han quedado ganas de continuar con proyectos editoriales a largo plazo como éste que acaba de concluir?
-Pues cerramos la colección con tristeza y, a la vez, con alivio y orgullo por las muchas muestras de reconocimiento que estamos recibiendo. Y sí, seguimos con ganas. Tantas, que puedo adelantarte en exclusiva que, el mismo equipo va a embarcarse en algo de naturaleza semejante a LUNA DE PONIENTE. Y hasta aquí puedo contar.
-¿Cómo definirías el momento editorial en la región? ¿Tenéis ayudas?
-El momento es crudelísimo, como para todo el mundo; aunque, en estos casos -ya se ha dicho hasta la saciedad- la cultura es siempre la que más se resiente. Las ayudas desaparecieron hace más de cuatro años y las instituciones sólo ofrecen pequeñas ayudas puntuales para algunos proyectos. El problema de no existir unas ayudas a la edición “por ley” es que lo que percibe el ciudadano es, de un lado, una sensación de improvisación y, de otro, de falta de ecuanimidad y rigor en la decisión sobre qué proyectos se abordarán y cuáles no.