El juicio por la calle Asensio Cabanillas en Madrid

El juicio

            La demanda fue presentada el 11 de julio de 2017 por el Grupo Empresarial Astilbe SL, compañía domiciliada en la calle Asensio Cabanillas hasta que el Ayuntamiento, siguiendo las decisiones de la comisión presidida por Francisca Sauquillo, decidió que se denominara Poeta Ángela Figuera. En resumen, para los demandantes el cambio resultaba arbitrario y caprichoso y además pensaban que no concurrían los motivos que se invocaban en aplicación del artículo 15 de la llamada “ley de memoria” de 2007, referido a la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Según se lee en la sentencia la justificación dada desde la comisión para eliminar la calle dedicada a Asensio Cabanillas decía:

Militar africanista que fue decisivo en la sublevación del Ejército de África en julio de 1936. Tomó parte en las actividades represivas de las tropas en el avance de los sublevados por Extremadura. Fue Ministro del Ejército en 1842 (sic) y ocupó varios cargos altos del régimen, entre ellos el de Jefe de la Casa Militar de Franco.

            El abogado de los demandantes, Juan Bautista Sanz-Gadea Gómez, intentó demostrar que el cambio no podía abordarse desde la “Ley de Memoria Histórica” (mencionada repetidamente y de manera impropia así, como si dicha ley se denominara de esta manera) y que se trataba simplemente de “un acuerdo discriminatorio por razones ideológicas, así como la ausencia de legalidad en el acto recurrido, cambio que carece de rigor y está insuficientemente motivado”.

            Por la comisión acudieron a prestar declaración el historiador Octavio Ruiz Manjón y el escritor Andrés García Trapiello, y por la otra parte César Huerta Izar de la Fuente, Ángel Manuel Arias y Eugenio Togores Sánchez. Según la sentencia Ruiz Manjón había sido, dentro de la comisión, “el especialista en relación al General Asensio Cabanillas”. Sus fuentes, según manifestó, fueron “estudios de la guerra civil, publicaciones, sin precisar obras en concreto”. Y aquí dice la sentencia:

Sobre la trayectoria del General Cabanillas (sic), no puede indicar el cargo que ostenta en los hechos de represión que se le imputan, ni dato concreto en la actividad que desarrolla en el frente de Extremadura –su actuación es la de ser integrante en la columna del Coronel Yagüe– y represión en Badajoz.

            Posteriormente Ruiz Manjón amplió su informe mencionando como fuentes “la obra de P. Preston y S.G. Payne y J. Palacios”. Después prestó declaración el escritor Andrés García Trapiello, del que se lee que ha escrito “libros sobre la historia de España, pero no monografía sobre los concretos hechos o la figura del General Asensio Cabanillas”. Justificó el haberle quitado el nombre de la calle por su participación en la sublevación, pero dijo ignorar “si se le puede imputar o no los hechos, confiando en la labor del especialista Sr. D. Octavio”.

            Por la parte demandante el abogado César Huertas centró su intervención en los perjuicios causados a la empresa por el cambio del nombre de la calle y Ángel Manuel Arias reflexionó sobre la “interpretación de la ley, en conexión con la Historia y filosofía”, concluyendo que no se seguía su espíritu sino que por el contrario la retirada se hacía con “un sesgo ideológico, y en un contexto político concreto”. El testimonio clave fue, no obstante, el de Togores. Dijo haber realizado trabajos sobre los “Africanistas” y una monografía sobre “el concreto período histórico, cuyo informe tiene como fuente trabajos del Sr. Domínguez y Pilar (sic), eruditos locales, tesis doctoral sobre la toma de Badajoz y monografías sobre la vida del General, archivo Yagüe”, jactándose de ser uno de los pocos que pudo acceder a él (con el visto bueno de la hija, claro). Y a continuación leemos: “Este perito, de forma tajante y acreditada documentalmente, [afirmó] que el General no tuvo participación en la represión en la toma de Badajoz, ya que al día siguiente marchó para Talavera”.

            En base a lo anterior se mantiene en la sentencia que “el hecho de ser militar, ostentar un mando militar o participar en el bando nacional durante la guerra civil, no supone por sí, tener encaje en el artículo 15 de la LMH” y que

no se puede por los especialistas determinar un solo acto de represión en el que haya participado el General Asensio Cabanillas, que no ostentaba mando, ya que en condición de Teniente Coronel estaba bajo el mando del coronel Yagüe; es más, se acredita que el día después de la toma de Badajoz en los actos de represión acreditados que se produjeron, el General Asensio Cabanillas no participó, ya que marchó a Talavera.

            En el folio 12 de la sentencia leemos (con pasmo): “El informe que realiza Don Eugenio Togores y su ratificación y aclaración a esta juzgadora le ofrece una credibilidad determinante en lo que fue la participación del General…”. De paso señala que Ruiz Manjón no es especialista en ese período histórico y “responde de forma desconocedora de los hechos, que debieran ser claros y precisos”. Y es que el historiador “especialista” en Asensio no fue capaz de aportar nada sobre su implicación en la represión. Llegada a este punto la juez Monreal destacaba que lo que quedaba, ante la imposibilidad de demostrar otra cosa, era únicamente su condición de general y ministro, por lo que se situaba fuera del ámbito del referido artículo 15 de la “ley de memoria”. El africanista Asensio era pues inocente: no ejerció el mando, no decidió acto represivo alguno y marchó de Badajoz enseguida, de modo que “no existe en la conducta del General Asensio Cabanillas aspecto determinante, claro y preciso por el que pueda entenderse que la LMH le pueda ser aplicada”.

            Para la magistrada Ana Monreal Díaz ni siquiera “encontramos de qué forma el General referido, salvo por su condición militar y estar al mando del coronel Yagüe en el avance de las tropas en Extremadura, (…), colaboró en la sublevación militar o en la guerra civil…”. En su beneficio utilizó no solo la ignorancia de Ruiz Manjón, sino la ocurrencia de García Trapiello en el sentido de que solo el hecho de haber participado en una sublevación no te hace merecedor de una calle y si además luego llegas a ministro pues menos aún. Esto, así dicho, venía a confirmar que lo único que cabía achacar a Asensio es que fue militar y ministro. Finalmente el 24 de mayo de 2018 la juez Monreal anulaba el cambio de nombre de la calle por no serle aplicable la “ley de memoria”. De este modo, Asensio, uno de los principales responsables del golpe militar contra la República y de la terrible represión que provocó, volvía al sitio que le dio la dictadura.

La farsa

            Resulta evidente que Octavio Ruiz Manjón no se molestó en documentarse sobre Asensio Cabanillas, razón por la que considerarlo “especialista” en dicho individuo resulta absurdo. Basta comprobar que no fue capaz de precisar obra alguna en la que se hubiera basado y que cuando más tarde quiso decir alguna lo que se le ocurrió fue citar a los autores de un libro que había reseñado en prensa anteriormente (el Franco de Payne y Palacios) y a Paul Preston, del que le hubiera bastado leer la página 411 y siguientes de su Holocausto español para documentarse mínimamente sobre el militar golpista. Resulta lamentable que en el juicio fuera incapaz de ofrecer información alguna sobre la actuación de Asensio en Extremadura: no solo ignoraba el cargo que ocupó y su relación con la represión, sino que limitaba su actuación a haber formado parte de la columna de Yagüe. La aportación de Trapiello, como cabía esperar, fue nula. Y del hecho de que justificara su presencia en el juicio diciendo que había escrito “libros sobre la historia de España” mejor no hablar.

            De la parte contraria, a falta de saber lo que realmente dijera Arias, destaca por el uso que le dio la juez Monreal, la declaración de Eugenio Togores, falangista, profesor de la Universidad CEU San Pablo y autor, entre otras muchas cosas, de un libro sobre Yagüe. Pese a todo no se le conoce ningún trabajo de investigación concreto ni sobre Asensio ni sobre la ocupación de Extremadura por las columnas fascistas. Baste decir que en su libro sobre Yagüe, lo referente a la subida de las columnas se incluye en un apartado impropiamente denominado “Las columnas de Yagüe marchan con destino a Madrid”, y digo que resulta impropio porque no cabe hablar de “columnas de Yagüe” hasta después de la ocupación de Mérida el día 11 de agosto de 1936. Desde el 1 al 11 de dicho mes el mando de las columnas lo ejerció Asensio.

Veamos las fuentes de Togores. En primer lugar los que llama “Sr. Domínguez” y “Pilar”, que no deben ser otros que los miembros de los blogs neofranquistas pacenses Moisés Domínguez y Francisco Pilo, defensores de los golpistas y justificadores de la represión desatada sobre Badajoz, a los que considera nada menos que “eruditos locales”. Alude luego a una tesis sobre la toma de Badajoz que se trata sin duda de la del cura falangista relacionado con la San Pablo CEU Ángel David Martín Rubio, dirigida por Alfonso Bullón de Mendoza y en cuyo tribunal estuvo Togores, y en tercer lugar a monografías como la de Yagüe. Desde luego, por lo que se ve en su libro sobre “el general falangista”, el archivo no aporta nada nuevo sobre lo ocurrido en Badajoz, lo cual no es de extrañar ya que, como suele pasar con los archivos de estos militares, de los asuntos clave no ha quedado nada. En todo caso resulta evidente que ninguna de estas “fuentes” le permite hablar como especialista de las andanzas militares de Asensio al frente de la columna de la muerte.

            Pero nada de ello le impide afirmar de manera rotunda que Asensio no participó en la represión tras la toma de Badajoz, ya que al día siguiente partió a Talavera. ¿De dónde saca esto Togores? El mando de las columnas recayó en Asensio hasta la caída de Mérida, pasando luego a Yagüe y recuperándolo el otro de nuevo en Talavera de la Reina el 20 de septiembre. Las fuerzas al mando de Asensio ocuparon las localidades extremeñas de la ruta Sevilla-Mérida a base de violencia y terror, siendo responsables de numerosos crímenes. Y finalmente Asensio no marchó hacia Talavera al día siguiente sino que se mantuvo en la ciudad de Badajoz hasta el 21 de agosto inclusive, como prueban los partes que fue enviando con informes diarios, que pueden verse en el Archivo General Militar de Ávila (Zona Nacional, Armario 22, legajo 2, carpeta 16, documentos 26-32). No hay que olvidar que Yagüe se marchó el 18, en medio de las grandes matanzas iniciales. De hecho el día 20, estando allí aún Asensio, fueron asesinados en público espectáculo y con banda de música incluida, diversos personajes relevantes de la ciudad, entre ellos varios alcaldes y un diputado. Ni siquiera cuando se marchó el día 22 se fue hacia Talavera. Los partes siguientes están firmados desde Cáceres, Guadalupe, Logrosán, Trujillo, Almaraz y Navalmoral de la Mata, de donde partió más tarde hacia Oropesa, Calzada de Oropesa, Puente del Arzobispo, Alcolea del Tajo y Talavera de la Reina. Por lo demás, ¿qué más pruebas hacen falta para calificar a un individuo que participó activamente en el golpe militar y se puso al frente de una de las columnas que fue ocupando el territorio y diezmando la población?

            La Hoja de Servicios de Yagüe, que es la que ha seguido al pie de la letra Togores, podrá decir lo que quiera –como que las columnas se forman el 7 de agosto cuando él llega a Sevilla–, lo cual sabemos que no fue así, pero son sus propios compañeros golpistas, el general Martín Moreno, el coronel Delgado Serrano, el teniente coronel Castejón, el capitán Meléndez Galán y el propio teniente coronel Asensio los que, con motivo del expediente de ascenso de Yagüe a fines de 1937, declararon unánimemente que este tomó el mando de las columnas tras la ocupación de Mérida, por más en que la Hoja de Servicios se apropiase de lo que hicieron los demás desde el día 1 de agosto. ¿Y qué pensar sobre que siendo, según los partes, el número de bajas de los ocupantes de Badajoz 185 (44 muertos y 141 heridos), en la Hoja de Servicios aparezca la cifra de 285? Da la impresión de que ese documento sirve a los intereses de Yagüe y que debió ser reescrito en algún momento posterior a los hechos para adaptarlo a la leyenda. Cada uno a la suya. Como ocurrió con la toma de Badajoz, la obsesión de estos militares africanistas no parece ser otra que buscar la gloria para sí mismos, aunque fuera a costa de los otros.

            ¿Dónde quedan pues las afirmaciones de Togores y la credibilidad de la juzgadora? De la fiabilidad del profesor de la CEU San Pablo puede ser buena muestra lo que escribió en su biografía de Yagüe sobre la represión sufrida por la derecha en la ciudad de Badajoz. Escribe Togores: “Las muertes masivas en la ciudad comienzan el 6 y 7 de agosto, (…). Militares, personas de derechas y religiosos son asesinados, siendo encarcelados muchos enemigos del Frente Popular en la Prisión Provincial para sustraerles de los paseos que ya se estaban produciendo con mucha asiduidad” (pp. 299-300). ¡“Muertes masivas”!, dice. Hablamos de una ciudad en que entre el 18 de julio y el 13 de agosto el “terror rojo” acabó con la vida de once personas y en la que fueron encontrados con vida los 317 derechistas detenidos en la Prisión Provincial. Lógicamente no da número alguno para no quedar en evidencia.

Por su parte Ana Monreal Díaz se creyó todo lo que le contó el profesor de la CEU San Pablo (y de paso “el Sr. Domínguez”, “Pilar” y el cura Martín Rubio) y decidió el falló con esa base. Realmente Togores hubiera tenido muy poco que hacer si en vez de encontrarse enfrente con Ruiz Manjón y Trapiello hubiera tenido a quienes realmente hemos investigado aquella etapa del golpe militar. ¿Cómo se puede tomar una decisión judicial teniendo por referentes los testimonios de dos indocumentados y el de un catedrático que basa su conocimiento en supuestos “eruditos locales”? Así fue como Asensio, golpista y responsable de crímenes contra la humanidad, quedó libre de toda mácula y reconocido exclusivamente en su faceta de militar y ministro, como si hubiera pasado por Badajoz de largo y sin bajarse del coche.

No deja de llamar la atención que para la juez Monreal carezca de importancia, a la hora de decidir si el nombre se mantiene, que Asensio Cabanillas fuera uno de los protagonistas del golpe militar iniciado en el norte de África el 17 de julio de 1936. Hay que recordar que estuvo en la trama conspirativa y que se sublevó la noche de dicho día ocupando Tetuán y el aeródromo defendido por su superior, el comandante Ricardo de la Puente Bahamonde, asesinado poco después. De modo que era militar efectivamente, pero militar golpista, y fue ministro también, pero de una dictadura militar. Uno de tantos fuera de la ley dedicados a las eufemísticamente llamadas “tareas de limpieza” a partir de ese mismo momento, como puede leerse en 17 de julio. La epopeya de África (1938). Y otra cuestión: ¿acaso por estar a las órdenes de Yagüe no incurrió en gravísimas responsabilidades por su actuación en la ciudad de Badajoz? Sería tan absurdo como si libráramos a Castejón de lo ocurrido en Llerena o Zafra porque el mando lo ejercía Asensio. ¿Merece reconocimiento alguien con ese historial? Si a eso unimos su papel en el desarrollo de la sublevación y en la represión, ¿qué pinta ese nombre en una calle?

            ¿Y qué decir de la comisión? ¿De qué sirve una comisión encargada de eliminar del callejero los nombres asociados a la represión franquista que ni siquiera sabe documentar las razones de cada caso? El juicio por la calle dedicada a Asensio mostró de manera descarnada la farsa política en que nos encontramos en estos asuntos de la historia y la memoria: un Ayuntamiento que nombra una comisión formada por personas no especializadas en lo que se va a tratar, una comisión que va a la deriva durante dos años sin hacer realmente un trabajo serio y una justicia que permite que la ideología franquista se cuele o salga una vez más en el ámbito judicial. Parece un círculo vicioso: un Ayuntamiento que no asume seriamente su obligación, una comisión inútil y una justicia que nunca se sabe por dónde saldrá.

            Conclusiones:

  1. Asensio Cabanillas fue uno de los protagonistas del golpe militar de julio de 1936.
  2. Estuvo al mando de las columnas que partieron hacia Extremadura entre los días 1 y  11 de agosto de ese año.
  3. Una vez ocupada la ciudad de Badajoz permaneció en ella desde el 14 al 22 de agosto, los días de las grandes matanzas, partiendo posteriormente hacia Cáceres.
  4. Fuerzas a su mando fueron las que ocuparon y acometieron las primeras prácticas de terror en El Ronquillo, Santa Olalla, Monesterio, Fuente de Cantos, Calzadilla de los Barros, Los Santos de Maimona, Villafranca de los Barros, Almendralejo y Mérida, abriendo el camino a una matanza de proporciones desconocidas.
  5. Asensio llegó a Talavera de la Reina el día 3 de septiembre, fecha en que la ciudad fue ocupada y sus habitantes masacrados.

¿Tiene sentido, después de leer lo anterior, que el nombre de Asensio Cabanillas siga dando nombre a una calle de Madrid?  

*Autor de La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Crítica, Barcelona, 2017 (6ª ed.; 1ª ed. 2003).