El pasado 16 de agosto, mientras en la región humeaban todavía las cenizas del incendio en la Sierra de Gata, partía de la zona una lenta caravana en la que de un todoterreno dependía un remolque para transporte de caballos en cuyo interior una vieja mula de 40 años, Marieke, se enfrentaba a un incierto recorrido de 1.000 kilómetros hasta el Pirineo catalán, en busca de un descanso y jubilación confortables.
Voluntarios del Santuario Gaia, de Camprodón (Girona) se habían hecho cargo de este animal castigado por décadas de duro trabajo agrícola y cargando troncos, según relatan en su página de facebook
Donde vivía, en la Sierra de Gata, “es normal que cuando se hacen mayores y dejan de ser útiles se les dé un pescozón, que consiste en un golpe en la nuca para matarla”. Pero Marieke tuvo la suerte de que las personas que la tenían contactaran con la Asociación Cacereña para la Protección y Defensa de los Animales para que pudiera ir a vivir sus últimos días al santuario, un refugio de animales.
Fue un viaje “muy duro”, tanto físicamente como emocionalmente, ya que aparte del cansancio de recorrer tantos kilómetros en muy poco tiempo, el estado de Marieke dificultó mucho su traslado, relatan los encargados del santuario Coque Fernández e Ismael López.
Hicieron una parada en el santuario madrileño El Valle Encantado para que el veterano animal pudiera descansar una noche.
Al reanudar el viaje tuvieron que hacer un alto en Aragón para que Marieke pudiera descansar, pero al bajarla del remolque sus piernas le fallaron y se desplomó. Con la mala suerte de que el suelo era de arena y cada vez que la mula intentaba levantarse resbalaba y volvía a caer.“Fueron los momentos más difíciles porque veíamos que perdía fuerzas y se rendía. Intentamos levantarla con la ayuda de varias personas que estaban en ese área de servicio, pero era imposible, así que tuvimos que llamar a emergencias”.
El 112 contactó con la Guardia Civil, pero les dijeron que ellos no podían hacer nada y además les advirtieron de que si salía Marieke a la vía pública les multarían.
Finalmente contactaron con los bomberos de la Diputación de Zaragoza que se personaron pronto y les ayudaron a levantarla, junto con el auxilio de otras personas que había allí preocupadas. “Momento muy emotivo al ver como todos querían ayudar a salvar a Marieke”.
Lleva más de un mes en el santuario y “no sabemos el tiempo que vivirá, pero lo que sí sabemos es que será una mula feliz y en libertad, sin cadenas y sin ser explotada”.