Sobrevuelan los cielos bajo un continuo jolgorio y ya regresan a las tierras del norte. Son las grullas que cada año acuden a pasar el invierno a la región, donde encuentran alimento y dormideros tranquilos.
Acaba de terminar el censo de ejemplares de este año, unas 121.000 grullas llegadas a Extremadura, la mitad de la población invernante de toda la Península.
El censo que elabora Grus Extremadura con la ayuda de numerosas personas voluntarias se mantiene estable, aunque su comportamiento ha cambiado y tiene mucho que decir sobre el cambio climático. Hoy día abandonan antes la Península y otras buscan refugio más al norte cuando llega el frío, no necesitan bajar hasta el sur.
Las poblaciones reproductoras se encuentran en un crecimiento continuo y muchas prefieren pasar el invierno en Alemania, Francia o en Polonia. Si en los años 80 la Península acogía hasta el 90 por ciento de estas aves migrantes ahora alberga en torno al 60 por ciento, explica José Ramón Álvarez, ornitólogo y coordinador del Censo Nacional de Grullas.
Las amenazas
La Grulla común (Grus grus) es un ave invernante de interés especial e incluida en el catálogo regional de especies amenazadas de Extremadura. Hablar de ellas implica hacerlo también de la región, hasta donde llegan tras recorrer entre 3.000 y 4.000 kilómetros, procedentes del norte de Europa.
El experto apunta al calentamiento global como principal amenaza, aunque suma otros factores que también pueden mermar su población en próximas temporadas. Son los cambios de los cultivos tradicionales y la sustitución de sus hábitats, lo que reduce sus despensas de alimentos.
En su periplo por tierras extremeñas son aliadas de los agricultores, al impedir que rebroten los desechos que se quedaron tras el paso de las cosechadoras. Se alimentan principalmente de los cultivos de maíz y de arroz, en los que encuentran los rastrojos de mazorcas o espigas de arroz que no se recogen.
Otro de los problemas a los que se enfrentan es la pérdida de dehesas centenarias, de las que cogen las bellotas, y que están siendo sustituidas por cultivos intensivos de olivos o almendros. Se suma la llegada en masa de nuevas plantas solares en terrenos que dejan de ser un dispensario.
Cada vez existen más molestias en el campo, con todo tipo de vehículos de recreo que transitan por carriles y veredas, drones y otros aparatos electrónicos que deben sortear en la medida de lo posible.
También es importante el efecto de tendidos eléctricos, auténticos puntos negros en los que impactan y se electrocutan toda clase de aves, también las grullas.