Un estudio ve necesario controlar los daños derivados de la sobreabundancia de ungulados silvestres como ciervos y jabalíes en espacios protegidos como los parques nacionales, pero no hay consenso acerca del método más adecuado, y la caza sin control oficial estrecho es rechazada.
Han participado en el estudio el Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible (iuFOR) -centro mixto de la Universidad de Valladolid y el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)-, el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC), el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de Castilla-La Mancha y la Universidad Complutense de Madrid.
El crecimiento descontrolado de las poblaciones de ungulados silvestres, como el ciervo y el jabalí, puede conllevar repercusiones negativas de carácter medioambiental y socioeconómico sobre estos espacios, lo que ha motivado este trabajo que ha tomado como ejemplo los parques nacionales de Monfragüe y Cabañeros (Castilla-La Mancha), que presentan un problema de superpoblación de ungulados silvestres que podría contribuir a su degradación ambiental.
María Martínez Jáuregui, investigadora del iuFOR, ha explicado que estos espacios protegidos tienen en común un paisaje generado por la acción tradicional del ser humano, de modo que las actividades humanas han formado parte del equilibrio de sus ecosistemas, dando lugar a áreas adehesadas.
Por ello, en esta investigación se cuestiona si teniendo en cuenta que son espacios naturales creados o modificados por la acción humana se debería o no controlar el tamaño de las poblaciones de algunos animales que, como los ungulados silvestres, pueden acabar contribuyendo a su degradación.
Afectados por el entorno
“A diferencia de los grandes parques norteamericanos o africanos, los parques nacionales europeos son relativamente pequeños, por lo que en ellos influye lo que ocurre fuera de los mismos. De esta forma, la no intervención podría producir el deterioro y la pérdida de los valores naturales y ecológicos por los que el territorio fue declarado parque nacional”, han aclarado los investigadores en el estudio publicado en la revista científica Conservation Biology.
Mediante encuestas (190) se ha concluido que hay una percepción general positiva para gestionar la sobreabundancia de los ungulados silvestres en los parques nacionales, aunque hay discrepancia sobre cómo intervenir.
Así, la mayoría de los encuestados mostró su preferencia por intervenciones indirectas para evitar el daño, o bien por una intervención indirecta sobre las poblaciones de ungulados (como la captura de ciervos vivos para su traslado a matadero o cotos de caza).
En cambio, la caza como herramienta de gestión en los parques nacionales para controlar la sobreabundancia de ungulados silvestres fue la alternativa menos preferida.
Ante la pregunta sobre que el control se realizara por cazadores supervisados por agentes medioambientales, como una opción para financiar estas intervenciones, el 66 % de los encuestados se mostró favorable.
Por tanto, aunque buena parte de la sociedad estaría a favor de la caza recreativa controlada y supervisada como herramienta para el control de la sobreabundancia de ungulados silvestres, los investigadores coinciden en que “se presenta indudablemente un conflicto social”.
En su conjunto, los resultados de este trabajo ponen de manifiesto que la sociedad apuesta por el control poblacional en los parques nacionales ante la sobreabundancia de ungulados silvestres cuando ésta supongan un daño severo para el entorno.
Sin embargo, este trabajo no ha permitido identificar una solución obvia y socialmente aceptable acerca de las herramientas idóneas para llevar a cabo las labores de control.