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La mirada de María Teresa

José Antonio Pajuelo Casado

Estuve la pasada legislatura en la primera línea de la acción política que se desarrolla, o cuando menos debiera desarrollarse, en el Ayuntamiento de Badajoz.

Tuve la mala fortuna de sufrir la prepotencia de una mayoría absoluta y sus egoístas desmanes.

He visto en los ojos de mis seres más queridos y cercanos las lágrimas que algunos, sólo por defender una opción o unas ideas distintas a las que ellos mantenían, me deseaban que yo derramara y el dolor que, inexplicablemente, querían causarme a mí.

Hace tan sólo una semana, en el ejercicio de la militancia que, a pesar de todo, aún conservo, y valoro como una de mis posesiones más preciadas, tuve la suerte de participar como apoderado de una de las candidaturas que se presentó al último de los procesos de primarias que mi Partido, el PSOE, celebró para, en este caso, elegir al Secretario General Provincial.

Ello me dio la oportunidad de pasar prácticamente todo el día en la sede de mi Agrupación Local, Badajoz, y de estrechar la mano, o en algunos casos de abrazar o de besar las mejillas, de la mayoría de los 369 compañeros y compañeras que se acercaron por allí a participar.

Me hubiera gustado hacer lo mismo con los otros 301 restantes que se quedaron sin marcar en el censo de la mesa, pero no pudo ser, espero poder compartir con ellos experiencias en breve.

Sus miradas, en general, al margen de la intriga por un resultado que se antojaba incierto, me transmitían la esperanza de que aquél sencillo gesto que en ese momento hacían, introducir una papeleta en una urna, servía para hacer aún más grande y fuerte uno de los principios por los que se fundó y por el que desde sus inicios siempre se ha batido el cobre nuestro Partido: la democracia.

Pero aquél día hubo una mirada en especial que se quedó grabada en mi retina y de la que aún hoy mi cerebro no ha podido desprenderse.

En ella, en apenas segundos, pude ver, a la par que la militancia fiel, incondicional y abnegada de quien sólo ha aspirado y aspira al progreso de nuestra común organización, la lacrimal nostalgia de un tiempo en el que en Badajoz había un gobierno socialista y nuestras sedes, entonces ubicadas en las barriadas, eran punto de paso y encuentro dentro del mapa de nuestra ciudad.

Pude ver una época de participación vecinal, de auténtica y útil labor política en nuestras calles y plazas, de transparencia, de crecimiento, y todo gracias a una gestión municipal libre de los cautiverios y de la prepotencia de quienes han querido colocar el despacho de la alcaldía en la más alta de las atalayas, para no descender de allí, y por propia inanición electoral, más que una vez cada cuatro años.

Esa es la mirada que los socialistas pacenses debemos tener presente para alcanzar, y llevar de las bellas palabras a los hechos, la unidad de la que depende nuestra fortaleza; esa es la mirada que nos puede servir de puente para poder conectar con la ciudadanía que tanto nos espera y nos necesita; muchas de esas miradas es lo que en nuestra agrupación se precisa, miradas curtidas, a la par que serenas y esperanzadas, miradas sencillas y comprometidas, miradas nobles, limpias, como la de nuestra compañera y amiga María Teresa.