Votación de totalidad de las enmiendas procedentes del Senado al Estatuto de Autonomía de Extremadura.
Comienza la votación (pausa)
Efectuada la votación, dio el siguiente resultado: Votos emitidos,303; a favor,228; en contra tres; abstenciones, 72.
El señor Presidente: Quedan por consiguiente, aprobadas en votación de totalidad las enmiendas procedentes del Senado que habían sido previamente aprobadas de manera parcial al Estatuto de Autonomía de Extremadura.
Vamos a proceder…
Eran aproximadamente las ocho de la tarde del día 22 de febrero de 1.983, cuando con esta escasa solemnidad, el Presidente del Congreso de los Diputados, Gregorio Peces-Barba Martínez, dio por aprobado el Estatuto de Autonomía de Extremadura que, cuatro días después, el 26 de febrero, vio la luz en el BOE, como Ley Orgánica 1/1983, de 25 de febrero, de Estatuto de Autonomía de Extremadura.
Días antes, el 16 de febrero, el recordado Juan Iglesias Marcelo y yo mismo defendimos en el Pleno del Senado el dictamen de la Comisión correspondiente de la Cámara Alta que solo había introducido algunas modificaciones técnicas y de estilo al texto envido por el Senado. El debate más interesante que mantuvimos estuvo relacionado con la composición que debería tener la Asamblea de Extremadura en su primera composición; se había debatido sobre si proporcionalidad, proporcionalidad corregida, paridad corregida o simplemente paridad. Esta fue la posición que mantuvo el Senador por Cáceres Juan Francisco Serrano Pino, de gran raigambre en Plasencia, quién alentado por la presencia de algunos cacereños a la puerta del Senado, mantuvo hasta el final su defensa de paridad entre provincias. Fue el bueno de Juan Iglesias quien rebatió sus argumentos con una intervención que originó grandes aplausos en la Cámara y en la que, entre otras, utilizó estas palabras:
“Yo soy cacereño, de Cáceres capital, para mas señas nacido en el barrio monumental de la ciudad antigua. Estoy orgulloso de mi condición de cacereño. Mi condición de cacereño de la capital es el modo que yo tengo de ser cacereño de mi provincia, y ser cacereño de mi provincia es el modo que yo tengo de ser extremeño, y ser extremeño es mi modo de ser español. Pero incluso en el ser español no se agota la razón política, sino que hay algo más allá, la última ratio política es siempre el hombre, es siempre el ser humano”.
Casi un mes antes, el 25 de enero de 1.983, el Pleno del Congreso aprobó para su remisión al Senado el proyecto de Ley del Estatuto de Autonomía, en un debate en el que la voz cantante la llevaron Pablo Castellano, Luis Ramallo, Perez Rollo y Martín Villa. El proyecto de Ley fue aprobado por 202 votos favorables, cinco negativos y 92 abstenciones, las del Grupo Popular, aunque Ramallo votó a favor.
En la explicación de voto del Grupo Socialista, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Diputado por Badajoz y Presidente en aquel momento de la Junta Regional de Extremadura, dijo que lamentaba no poder decir que aquel era un día histórico para Extremadura; y lo decía, añadía, “porque los extremeños, desgraciadamente, están convencidos de que hay estructuras de siglos que han hecho de nuestra región un cúmulo de problemas aparentemente insolubles. Esas mismas estructuras han creado en los ciudadanos extremeños sentimientos de imposibilidad e impotencia. Es casi seguro que ese extremeño, mucho más veces engañado e ignorado, tendrá dificultad para embarcarse en un nuevo sistema en el que se sienta protagonista. Se que no será fácil, porque nuestros amigos, nuestros hijos, nuestros hombres más jóvenes, se encuentran fuera y no van a poder ayudar en esa empresa. Pero a pesar de todo, concluyó, es necesario intentarlo”.
Más adelante añadió: “Los extremeños, condicionados por una historia que llega a nuestros días-hoy es ayer todavía en Extremadura-, y que ha creado en nuestra conciencia la idea de que el acceso al poder, a los bienes de consumo y a la cultura corresponden por derecho propio a una minoría, vamos a tener grandes dificultades para salir de la situación en la que nos encontramos”.
Finalizó su discurso diciendo: “La autonomía nos dará la razón y la fuerza para decir basta. Basta de recuerdos imperiales para justificar el ser extremeño, para comprender huidas y carencias, para calmar las aspiraciones de justicia y libertad.”
“La autonomía, concluyó, nos dará la posibilidad- solo la posibilidad, lo demás lo tendremos que poner nosotros-, de empezar a construir una nueva vida para el presente, que empezará a ser historia si somos capaces de aprovechar la coyuntura histórica que nos ha tocado vivir.”
Eran las diez y cinco de la noche del martes 25 de enero de 1983; un mes después, con la entrada en vigor del Estatuto de Autonomía comenzaba otra etapa, en la que estaba todo por hacer, pero eso es otra historia; nuestra historia de los últimos cuarenta años, la historia que habrá también que contar.