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La defensa de Extremadura pasa por salarios dignos

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En la pasada Coferencia de Presidentes que se celebró en Santander, la señora Guardiola dijo una verdad como una casa. La presidenta de Extremadura dijo que había que dejar las siglas de partido en la puerta y, aunque es algo obvio, la realidad es que el PP llevaba una estrategia marcada con sus presidentes y presidentas autonómicas, y ella, como una más, no se salió ni una coma del guión marcado por Génova y por el señor Feijoo. 

Arremetió contra el cupo catalán y contra la Ley de Vivienda. Una ley que, hay que recordar, difícilmente puede ser la causante del alza de los precios del alquiler, como la señora Guardiola dijo, cuando no se está aplicando en casi ninguna comunidad autónoma, a excepción de Cataluña, donde sí se ha puesto en marcha, y donde, casualmente, sí ha bajado el alquiler un 5%. Aquí en Extremadura, la insumisión del gobierno popular a esta ley ha hecho, por contra, que, en ciudades como Cáceres, suba un 19%, la mayor subida de todo el país.

En esa Conferencia de Presidentes, Guardiola tuvo una oportunidad de oro para demostrar que había dejado las siglas en la puerta y que estaba allí para defender los intereses de Extremadura, pero no fue capaz y, ante la enésima salida de tono de la señora Ayuso, prefirió callar y, con ello, apoyar el desprecio que la presidenta de Madrid hizo a nuestra tierra.

Decir, como dijo Díaz Ayuso, que pagar el SMI no es lo mismo para un empresario madrileño que para un agricultor extremeño rezuma clasismo y una profunda ignorancia. Traslada, además, la idea de que nuestro sector primario es un sector deficitario, poco profesional, subsidiado y con sueldos de miseria, en definitiva, un sector sin futuro. Ante este agravio, la señora Guardiola debería de haber sacado pecho, y defender el mayor motor económico de nuestra tierra, como es el sector primario, un sector profesional, a la vanguardia, capaz de pagar sueldos dignos y cuyos problemas son los mismos que los que puede sufrir un agricultor valenciano, manchego o madrileño.

Plantear que el SMI sea distinto por territorios es la mejor manera de crear un estado injusto y desigual, con territorios de primera con salarios altos y territorios de tercera con sueldos bajos. Es paradójico que, ante esta cuestión tan obvia y evidente, el PP, que ha puesto el grito en el cielo con el cupo catalán, (cupo que tampoco compartimos desde Unidas por Extremadura) no se indigne de igual manera. 

La subida del SMI fue una medida controvertida cuando comenzó a ponerse en marcha en 2018 gracias a Unidas Podemos. Recuerden aún las palabras de Fernández Vara, cuando auguró un descalabro en el empleo y en la economía. La realidad es que seis años después el SMI ha aumentado un 54% y, lejos de ser un descalabro, ha sido una medida que ha mejorado la calidad de vida de mucha gente. Extremadura ha sido una de las comunidades más beneficiadas, donde el 21% de los asalariados recibe el SMI, o lo que es lo mismo, han sido 73.000 personas las que han visto aumentado su sueldo a fin de mes. 

Los presidentes extremeños tienen la extraña manía de poner de relieve los bajos sueldos como una oportunidad para la atracción de inversores. Lo hizo el señor Vara en su momento, y hemos escuchado a Guardiola referirse a los bajos costes salariales como otro incentivo más cuando en Bruselas ponía en valor nuestra tierra. No es solo indignante que se saque pecho de que aquí se cobren bajos sueldos, es que es contraproducente para la imagen de nuestro sector económico y para el mensaje que lanzamos a los más jóvenes, donde directamente se les está diciendo que si quieren sueldos dignos les va a tocar hacer las maletas.

Guardiola perdió la oportunidad de defender nuestra tierra de los prejuicios clasistas de su homóloga, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Para defender Extremadura no sólo hay que pregonarlo, hay que demostrarlo, y por ahora ella sólo ha demostrado estar a las órdenes de lo que Génova ordene.