El resultado de las elecciones autonómicas del domingo fuerza a la ganadora “moral”, que no en votos, María Guardiola, a firmar con Vox algún tipo de acuerdo para gobernar.
La política cacereña -destacar eso también, que no solo es la primera mujer que puede presidir la Junta, sino la primera persona de esa provincia- dijo en vísperas de las votaciones que no gobernaría en coalición con Vox. Para gobernar gracias a, o con Vox, no hace falta formar una coalición y meter a los de Ángel Pelayo y otros integrantes de ese partido en el Consejo de Gobierno extremeño, bastaría un acuerdo de legislatura en base a un programa, o acuerdos periódicos en torno a cuestiones del momento, porque el gobernar al final se traduce en que el PP tenga en el Parlamento autonómico los votos necesarios para aprobar leyes y decretos ley, y solo los tendrá si Vox le da o presta sus cinco diputados.
Sin embargo el partido de Abascal lo tiene claro, y en eso está fuerte, quiere entrar en los gobiernos. Quiere entrar porque eso le da proyección, tribuna, altavoz, pero también medios, personal liberado con sueldo y presupuestos públicos para expandir el mensaje y las políticas que defienden.
Es lógico. Es lo mismo que advirtió la candidata de Unidas Podemos, Irene de Miguel, a Fernández Vara: queremos entrar en el Gobierno. Es hacer política de verdad, la que consiste en tomar decisiones y en definitiva en optar entre inconvenientes, como reza una de las opiniones sobre qué es ejercer la política.
La propuesta de María Guardiola al PSOE de que le deje gobernar, es decir que los de Vara se abstengan en su investidura como presidenta de la Junta no tiene, dados los resultados electorales, sentido alguno. Simplemente porque ella no ha ganado, ha ganado el partido del actual presidente extremeño, ha sido la lista más votada, y formular la suposición de que alguien que ha ganado y quiere dejar patente que el otro para gobernar necesita la ayuda pública de Vox, se abstenga, es perder el tiempo, por ser suaves.
En primer lugar para resolver la situación hay que esperar a las conversaciones que mantengan a escala nacional PP y Vox, escuchando lógicamente a sus direcciones y candidatos regionales, el “intercambio de cromos” que inevitablemente ha de darse dada la situación de bloques, izquierda y derecha, en la que estamos en España, y los múltiples escenarios autonómicos y municipales a componer. Y aguardar en qué se traduce en Extremadura, si hay acuerdo para investir presidenta a Guardiola, y en qué condiciones.
A partir del 28 de junio la nueva presidencia de la Asamblea, sin duda en manos del Partido Popular, tendrá que decidir tras escuchar a los cuatro grupos políticos, a qué lider encarga someterse a la sesión de investidura, si al ganador Fernández Vara, que sin duda cuenta con sus 28 diputados más los 4 de Unidas Podemos, 32, o a María Guardiola si se presenta a la reunión con la probabilidad o seguridad de que le apoyarán los 33 de PP más Vox; esto último lo podemos dar como casi seguro.
En el Partido Socialista, el escrutinio del domingo ha puesto en marcha la sucesión de Vara antes de lo previsto. En cualquier caso se iba a producir en el plazo de dos años, 2025, en un congreso ordinario, pero el político oliventino ha dicho, y lo cumplirá al menor plazo posible, que si no gobierna, lo deja todo. Sin embargo se ha metido por medio la decisión fulminante de Pedro Sánchez de convocar elecciones el 23 de julio, lo que añade una pausa que hará que probablemente el PSOE no tome ninguna decisión sobre el proceso de relevo en Extremadura hasta la celebración de esos comicios generales. Nada de distracciones, ahora lo que toca es ganar la “segunda vuelta” de las autonómicas y municipales.
Pero la sucesión apremia, hay que elegir a alguien que tome cuanto antes el relevo de la oposición a Guardiola. Lo que está claro es que los planes, de agotar Vara legislatura y en los dos últimos años lanzar al nuevo candidato, se han alterado aunque todavía no sabemos en cuánto: las decisiones, por importantes, no se van a tomar en caliente, y bien podría ejercer el actual presidente de la Junta un último servicio, aguantando pero el minimo tiempo posible, para que el proceso de relevo sea el mejor.
¿Los mejor colocados? Miremos a los socialistas ganadores el pasado domingo: Miguel Ángel Gallardo ha renovado mayoría absoluta en Villanueva de la Serena, ha capitalizado la fusión con Don Benito, y puede repetir como presidente de la Diputación Provincial de Badajoz. El otro es Antonio Rodríguez Osuna, alcalde de Mérida, también mayoría absoluta y que hace año y medio intentó, en vano, la secretaría general provincial del PSOE en Badajoz frente a Rafael Lemus.
¿El sucesor de Vara debería ser diputado autonómico ya en esta legislatura, con vistas a poder hacer desde la Asamblea oposición a Guardiola? Convendría pero no es totalmente imprescindible, Feijoo no es diputado nacional, aunque sí senador, y podría usarse la tribuna pública que dan las alcaldías mencionadas de Mérida y Villanueva, la única de la que dispone Osuna, mientras que Gallardo podria sumar la alcaldía y la Diputación ya que aunque sí ha ido en la lista al Parlamento autonómico lo ha hecho en el lugar 23 por Badajoz y solo han sido elegidos los 16 primeros; una lista no puede correr tanto.
Por cierto, anotar en las indudables aspiraciones de Gallardo, la iniciativa política que ha tenido al, desde un tuit, recordarle a María Guardiola tras pedir la abstención del PSOE para ser presidenta, que ella no ha ganado, sino Vara aunque solo sea por 6.000 votos, y que por eso mismo éste tiene más derecho a la abstención ajena.
¿La ventaja de ser diputado en la Asamblea y lanzarse desde ahí como candidato? Hay una tercera persona en el PSOE que sí lo va a ser, José María Vergeles, que iba nada menos que en el número tres de la lista por Badajoz tras Fernández Vara y la secretaria de organización del PSOE extremeño, Marisol Mateos.
Vergeles ha sido como consejero de Sanidad y Servicios Sociales muy promocionado dentro de la Junta en el último año, sus intervenciones políticas han ido bastante más allá de las competencias de su cartera y eso, a cualquiera que observe, no le ha pasado desapercibido.
No obstante cualquiera de ellos tendría que pasar por el filtro universal de la militancia, las primarias.
Lo de que el PSOE nacional pase a ser menos presidencialista y vuelva a la antigua fórmula, de libertad y confianza en el secretario general, pero sujeto al poderoso comité federal; o lo de que para ganar elecciones hacen falta emociones, ideales, aparte de logros, otro día.