OPINIÓN

Más soberanía, más competencias y más autogobierno

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Estos días se cumplen 40 años de nuestro Estatuto de Autonomía, la norma básica sobre la que se creó la Extremadura actual. Es cierto que fuimos de las últimas comunidades en subirnos al carro de las autonomías, que se inició tras la aprobación de la Constitución del 78, y que el proceso, que duró varios años, no estuvo exento de dificultades. Pero finalmente el 25 de febrero de 1983 se aprobó el Estatuto y Extremadura, como organización territorial y política, echó a andar.

Han pasado muchos años desde entonces. La comunidad ha evolucionado mucho, al igual que lo ha hecho el conjunto de España. No todos los avances de los que disfrutamos ahora son fruto del Estatuto de Autonomía, pero es cierto que ha contribuido mucho a construir el presente de nuestra comunidad.

El Estatuto de Autonomía ha permitido, además, desarrollar nuestra identidad como pueblo, desenterrar nuestras raíces y potenciar nuestros rasgos propios. Sin embargo, no ha logrado aún colocar a Extremadura en el lugar de la historia que le corresponde, así como tampoco ha conseguido que hechos históricos, como el levantamiento yuntero del 25 de marzo, sea reconocido oficialmente como uno de los acontecimientos más importantes de nuestra historia reciente, que ha conformado en parte la identidad de nuestro pueblo, y que muchos consideramos que debe ser el verdadero Día de Extremadura.

No se ha logrado tampoco sacar del olvido a personalidades relevantes que tanto hicieron por nuestra tierra, y estoy pensando en personas como Carolina Coronado, Matilde Landa o Víctor Chamorro, entre otros muchos, a los que Extremadura les debe luz, reconocimiento y justicia.

Al igual que tampoco se han protegido y reconocido oficialmente las tres lenguas que se hablan en Extremadura, al margen del castellano, y que, si no es por la voluntad y el tesón de algunos extremeños y extremeñas, que se han propuesto sacar del olvido nuestras hablas, tendrían ya un certificado de defunción. Desde aquí, gracias por conservarlas.

El Estatuto de Autonomía, por supuesto, que ha servido para avanzar en autogobierno. Hay un hito histórico en estos 40 años, que es la asunción de las competencias de la Sanidad o la Educación, que se lograron cuando el Estatuto contaba ya con 16 años. Poder gestionar estos servicios fundamentales desde aquí, y no desde Madrid, ha permitido contar con un sistema sanitario y educativo propios, que, al margen de las dificultades y carencias a los que se enfrentan en la actualidad, son nuestro mayor tesoro, que debemos proteger y cuidar.

Sin embargo, no todas las competencias establecidas en este Estatuto de Autonomía se han desplegado en nuestra región. Por ejemplo, según la norma Extremadura tiene competencias exclusivas en materia de transporte ferroviario que discurran por la comunidad, que ni siquiera ha reclamado. ¿A qué estamos esperando para solicitarlas, junto con la financiación suficiente, para desarrollar una red de cercanías en nuestra región, al igual que tienen otros territorios? ¿Por qué Extremadura no puede estar interconectada por tren y el resto sí?

También tenemos competencias en materia de protección ambiental, y sin embargo, en vez de utilizarlas para legislar y proteger nuestra mayor riqueza, que es nuestro territorio, de amenazas que nos siguen considerando una tierra de sacrificio, como los proyectos mineros o el del macrovertedero, prefieren no tocarlas, o peor aún, intentan acabar con la protección ambiental de algunas zonas solo para que los chalé de los ricachones de Valdecañas sigan en pie.

Obviamente todo esto es fruto de la desidia y la poca ambición de nuestros dirigentes que nunca han creído en las potencialidades de Extremadura. Estoy convencida de que si les dieran a elegir, en vez de asumir más competencias y más autogobierno, preferirían deshacerse de algunas de ellas. Y estoy pensando, por ejemplo, en materías que sí que se han adquirido e, incluso, sobre las que se ha legislado, pero que luego en la realidad no se ponen en práctica, como es el caso de la vivienda, donde todas las actuaciones que se llevan a cabo siempre dependen de lo que dicten los planes estatales, sin proponer una verdadera iniciativa propia.

Como ven, queda mucho todavía por desarrollar de ese Estatuto de Autonomía que conmemoramos estos días. Quedan muchas materias y competencias por desplegar para que Extremadura pueda seguir ganando en soberanía y autogobierno. Nosotras tenemos claro que éste es el camino y que el futuro de nuestra tierra tiene que dejar de ser dictado desde los despachos de Madrid y Bruselas. Los próximos 40 años los escribiremos los extremeños y las extremeñas.

 

*Irene de Miguel, Portavoz de Unidas por Extremadura